lunes, 20 de marzo de 2017

Folklore

No siempre las supersticiones, los actos de magia, las medicinas de los curanderos, las locuciones o los proverbios populares merecieron ser estudiados como partes integrantes de la cultura de los pueblos. Se aceptaban, sí, las leyendas, los mitos, la música, los cantos y la artesanía como elementos de las tradiciones populares, pero lo de más quedaba generalmente marginado por considerárselo de raíz inculta. Desde hace más de un siglo se da importancia a estas creaciones que reflejan el alma popular.




Nace una palabra que se hace universal

El arqueólogo William John Thoms (1803-1885) empleó por vez primera la palabra folklore el 22 de agosto de 1846, en un artículo que escribió y en el que proponía ese vocablo para sustituir viejas expresiones. Estas eran, entre otras, "literatura popular" y "antigüedades populares".
Folklore es una palabra inglesa que quiere decir "lo que el pueblo sabe" (de folk, pueblo, y lore, doctrina, saber, enseñar).
Nacida y aceptada, la palabra tuvo, sin embargo, algunos tropiezos porque no todos coincidían en lo que específicamente ese estudio abarcaba.
¿Incluía también la etnografía (estudio y descripción de las razas)?
¿Se limitaba a la tradición de los pueblos civilizados?
Hoy, a poco más de un siglo del nacimiento de esta ciencia, se acepta que ella abarca el conjunto de costumbres, leyendas, proverbios, música, cantos, vestimentas, lenguaje popular, artes, oficios y, en fin, todo cuanto se trasmite oralmente de generación en generación.

El pueblo mexicano es ferviente devoto de sus tradiciones.
En las fiestas se usa el traje tradicional y se entonan canciones regionales.
Ilustración de una fiesta de los pobladores de los Pirineos Franceses.




Buscando lo auténtico del alma nacional

Los pueblos que rinden culto a lo autóctono y que han ido a buscar en el pasado todas las manifestaciones estéticas más puras, tienen de la tradición el concepto honroso de que en ella se forja el alma nacional.
Los antiquísimos pueblos de Asia,  las viejas sociedades europeas y los jóvenes países de América conservan y evocan sus remotas costumbres, celebran sus fiestas tradicionales y se atavían con las vestimentas que usaban sus antepasados.
Conocer el origen de una leyenda, de una fiesta, de una canción o, simplemente, de una copla o de una sentencia es bucear en lo más hondo del pasado. Y aunque en algunas de ellas se encuentren vestigios de antiguos trasplantes foráneos (de España, por ejemplo en la mayoría de los países americanos), son consideradas auténticas si han echado raíces en el corazón de la gente y se han ido transmitiendo de padres a hijos.
Hay coplas, por ejemplo, nacidas en la Argentina, que parecen madrigales de genuina creación hispana, como esta:
Tienes una garganta
tan clara y bella,
que hasta el agua que tomas 
se ve por ella.
Lógicamente, existen severas exigencias para que una expresión del pasado pueda ser considerada folclórica. En lo que respecta a la música, el Consejo Internacional de Música Folclórica dejó establecido (año 1954) que "música folclórica es el producto de una tradición musical desarrollada por transmisión oral". Es decir, se fijan dos condiciones esenciales: transmisión oral y antigüedad (tradición).
Asimismo, lo verdaderamente folclórico (costumbres, creencias, mitos, etcétera) requiere, como bien dice Luis Alén Lascano, "una cierta funcionalidad dentro de estos preceptos: la tradicionalidad, el anonimato, la difusión popular, la plasticidad y el valor estético, provenientes todos de las clases humildes o inferiores de la población".

Antiguo mate de plata criolla (1), cestería de Santiago del Estero* (2) y manta confeccionada
en la provincia de Neuquén** (3), tres muestras de artesanía tradicional argentina.

*Fuente de la imagen 2
**Fuente de la imagen 3



Un camino múltiple y revelador

Por virtud del folclore, el pasado vuelve a tener vida: por lo menos, esa es la ilusión que provoca, y sentimos ese ayer en una danza, en una canción, en una copla, en un cesto de palma fabricado como en los viejos tiempos, en una carpeta de ñandutí esmeradamente trabajada como antaño, en una leyenda o en un cuento que escuchamos o al ver un juego que practicaban nuestros mayores. Muchas veces el pasado se nos presenta al ver a jóvenes de nuestro tiempo ataviados a la usanza de nuestros bisabuelos, al probar algún alimento regional o al participar de una fiesta vernácula.
El rico folclore indígena, por ejemplo, nos pone en contacto con los animales, con las plantas, con las piedras, con los lagos y con las montañas. Porque unos y otros están en sus hermosas y variadas leyendas: en el hombre que se transformó en pájaro, en la indiecita que se convirtió en la flor del aire o en la historia que se refiere cómo se formó la piedra movediza de Tandil, en la República Argentina.

Un alto en el campo (fragmento), óleo de Prilidiano Pueyrredón en el que se
descubren valiosos elementos para estudiar el folclore.



Una hermosa leyenda indígena

Sobre una sirena del sistema de Tandil (en la República Argentina) había una piedra que se movía constantemente y que cayó el 29 de febrero de 1912. Según una vieja leyenda indígena, un puma enorme y alado acosaba al Sol, esposo de la Luna, ambos creadores de la pampa.
Los guerreros lanzaron sus flechas hacia el cielo para defender al padre Sol, y una de ellas hirió al puma, que cayó a tierra dando horribles rugidos, mientras el Sol se ocultaba.
Cuando salió la Luna y vio al puma aún con vida, le tiró tantas piedras, que éstas formaron la sierra de Tandil. La última cayó sobre la punta de la flecha que tenía clavada el puma y allí quedó afirmada. Pero el puma, aunque enterrado, no había muerto, y cada vez que se estremecía hacía oscilar la piedra que coronaba la flecha. Tal fue el origen de la piedra movediza del Tadil.

Piedra movediza de Tandil.



El gaucho: genuino hijo de las pampas

Hábil jinete, de carácter reservado y melancólico, generoso, hospitalario, altivo, pundonoroso, compasivo con el débil, leal al amigo o al caudillo por quien luchaba, el gaucho fue el trabajador del campo y el soldado de las guerras de la independencia argentina.
Vestía, por lo común, un largo calzoncillo, chiripá sostenido por una faja trenzada, tirador, camisa, poncho, pañuelo para el cuello o como protección de su cabeza y rostro, sobrero (de cuello, de pajilla o de fieltro), botas de potro y espuelas. Era afecto a la carne, al mate y al tabaco, y casi todas sus faenas las realizaba a caballo: el rodeo de hacienda, el lanzamiento del lazo, la caza del guanaco, del ñandú o de las vicuñas y, lógicamente, la doma y las travesías.
Aparte de las señaladas, ninguna de las tareas de las estancias le fue desconocida, como la yerra, por ejemplo (marcación de hacienda). Y fue tropero, baqueano, rastreador y payador (cantor popular y errante).
Trabajó de peón en las estancias que producían ganado vacuno para los saladeros, y vivía en ranchos miserables. Pero si ocupaba tierras sin dueño y tenía una pequeña tropilla, era perseguido por las autoridades, apresado y reclutado para servir en la frontera como soldado.

A la izquierda: Vendedor de pasteles, litografía de César Hipólito Bacle. Estos
vendedores eran comunes en Buenos Aires a principios del siglo XIX.
A la derecha: Habitante de la campaña de Montevideo, República Oriental del
Uruguay, en el siglo XIX, acuarela de Adolphe d'Hastrel.



Las danzas folclóricas argentinas

Todos los países del mundo reverencian su folclore y rinden tributo a sus danzas y canciones tradicionales. El pueblo argentino, de rico acervo folclórico, posee un valioso manojo de danzas y canciones sumamente peculiares. Las danzas, por ejemplo, son todas de parejas sueltas, pues el gaucho -respetuoso de la mujer- nunca tocaba a su compañera. Así sucede en el Gato, la Cueca, la Mariquita, el Marote, el Cielito, el Pericón, la Media Caña, etcétera.
Dentro del acervo folclórico argentino abundan las fiestas típicas, los festejos y las celebraciones piadosas o de júbilo, entre ellas las de la Virgen del Valle, del "Calavera", del Mailín, del Misachico, el Velorio del Angelito, el Tincunacu, las Telesiadas, el Pucllay, los Topamientos de las Comadres, el Mingado, la Chaya, la Manca fiesta, la Arropiada, la Alojiada, la Algarrobiada y muchísimas más.
En algunas de ellas se agregan singularidades tradicionales, sobre todo a las que son piadosas y organizadas por la iglesia, y de allí el carácter folclórico que adquieren. Por eso es común que luego de la misa o de la procesión, se efectúen bailes, haya bullicio, se lancen fuegos artificiales, se cante y se beba.

Gauchos de la provincia de Buenos Aires, República Argentina, en el siglo pasado,
durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, según la interpretación de Joaquín y
Néstor Pérez Fernández.




Vestimenta tradicional alemana. 

Trajes típicos de la región de Moravia en la República Checa.



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