lunes, 15 de febrero de 2016

Cuando una frase se hace célebre

"Nada tengo, debo mucho... ¡El resto para los pobres!"

Dotado de un profundo amor a la humanidad, pasión por la justicia y culto a la ciencia, FranÇois Rabelais (1483-1533) fue sacerdote, médico, profesor de Anatomía..., ¡pero todas sus actividades empalidecen ante su famosa novela "Gargantúa y Pantagruel", desbordante de humor, sátira y filosofía! Encontrándose en su lecho de muerte y en trance de dictar testamento, Rabelais abrevió el trabajo del notario diciendo la frase que va en el epígrafe, con la cual confirmó una vez más el conocido dicho: "Genio y figura hasta la sepultura".


FranÇois Rabelais

"El rey Midas tiene orejas de burro"

Debajo de un gran turbante, el rey Midas ocultaba las orejas de burro que el dios Apolo le había puesto en su cabeza por haber dicho que su lira era inferior a la flauta del dios Pan. Únicamente el barbero del rey conocía aquella monstruosidad, que no podía divulgar por temor a las represalias del monarca; entonces, para desahogarse de alguna manera, hizo un hoyo en la tierra y volcó en él su secreto, creyendo que la tierra sabría guardar la confidencia. Pero en aquel sitio nacieron unas cañas que, al menor soplo de viento, se agitaban y decían: "¡El rey Midas tiene orejas de burro, el rey Midas tiene orejas de burro!".
¡Cómo para estar seguros de los secretos que se confían a la tierra!



"Apolo vencedor de Pan". Jacob Jordaens.
Óleo sobre lienzo, 1637.
Museo del Prado 

"¡No seremos engañados por un ventrílocuo!"

En una reunión de la Academia de Ciencias de París, en 1877, el poeta francés Charles Cros presentó un aparato que reproducía la voz humana, muy similar al tan difundido fonógrafo que hiciera famoso a Thomas Alva Edison, "El mago de Menlo Park". Lógicamente, aquella demostración provocó el asombro y el entusiasmo de los académicos, menos de uno de ellos - monsieur Bouilland-, quien interrumpió violentamente la audición, gritando: "¡No seremos engañados por un ventrílocuo!", tras lo cual arremetió contra la máquina parlante. Costó gran esfuerzo convencerlo de que eso de ventrílocuo sólo existía en su imaginación. 


Charles Cros

"Actuemos como en el teatro..."

Consultado Aristófanes sobre qué actitud era la más conveniente para actuar en la vida, el más famoso de los poetas cómicos y satíricos de Atenas contestó: "El desequilibrio y el fracaso se producen cuando el partiquino quiere ser rey o cuando el actor que representa al monarca se ridiculiza al moverse o habla como un plebeyo. ¡Actuemos siempre como en el teatro, respetando nuestros papeles!". Alguien ha querido ver en esas palabras una alusión a Sócrates, de quien Aristófanes era enemigo y en mucho contribuyó a su injusta condenación.


Aristófanes


domingo, 14 de febrero de 2016

Los grandes ríos: El Río de la Plata

El Río de la Plata


El Río de la Plata es el más ancho del mundo; a tal punto, que su descubridor, creyendo que era un mar, lo llamó Mar Dulce. Es, también, "la puerta de la Tierra", pues permite el acceso a la República Argentina y a otros países limítrofes, como Uruguay y Paraguay. Pero contrariando su nombre, que proviene de la esperanza de los primeros conquistadores de encontrar metales preciosos, en sus orillas no hay riqueza mineras, sino únicamente las que proviene del trabajo tesonero de sus habitantes. El Río de la Plata baña dos populosas ciudades: Buenos Aires y Montevideo, capitales de la República Argentina y Uruguay, respectivamente, y une así a dos naciones ligadas por los ideales americanos de paz y fraternidad.



Ciudad de Buenos Aires

El río color de león

El poeta argentino Leopoldo Lugones lo llamó de "color de león", pues sus aguas tienen tono pardo castaño debido a los materiales en suspensión que arrastran. El Río de la Plata nace en el lugar donde terminan el Río Uruguay y el delta del Paraná. Es decir que en el vierten sus aguas estos ríos colosales de América que, a su vez, recogen las aguas de infinidad de ríos y arroyos que descienden de la meseta brasileña  de la Puna, de las sierras pampeanas y de las llanuras chaqueña, pampeana y mesopotámica, formando una cuenca que abarca una superficie de 4350000 kilómetros cuadrados. Desde su nacimiento hasta su boca mide 290km. en línea recta y se va ensanchando progresivamente, entre Buenos Aires y Colonia mide 40km. y en su desembocadura, que es una línea imaginaria que une Punta del Este, en la costa uruguaya, con el Cabo San Antonio, en la costa argentina, alcanza a 220 kilómetros.


Río de la Plata

El nombre del río

Los indígenas que habitaban estas regiones antes de la llegada de los españoles lo llamaban Paraná Guazú, que en guaraní significa mar, río como mar. Su descubridor, el marino portugués al servicio de España, Juan Díaz de Solís, que llego a principios de 1516, tuvo la misma sensación que los nativos y, por rara coincidencia, lo llamó Mar Dulce, asombrado por su tamaño y el sabor de sus aguas. El mismo Solís lo llamó, poco después, Río Santa María, denominación que perduro unos años. Después de explorar el estuario y comprobar que no se trataba del ansiado paso interoceánico, Solís desembarcó en la isla de Martín García  que lleva este nombre porque en ella se dio sepultura a un tripulante de la expedición llamado así. Con un grupo reducido de compañeros, Solís se dirigió a la costa uruguaya, donde fue atacado y muerto por los indios charrúas. Sólo se salvó un grumete, Francisco del Puerto, quien narró a otros navegantes que llegaron posteriormente lo que había ocurrido en el lugar. A partir de entonces se le llamó Río de Solís, y también -se ignora por qué causa- en mapas italianos y alemanes figura con la denominación de Río Jordán.
En 1520, los marinos de la expedición de Fernando de Magallanes lo bautizaron San Cristóbal. No se sabe exactamente cuando comenzó a llamarse Río de la Plata, pero es seguro que debió ocurrir después del fabuloso viaje de Alejo García a las tierras del Rey Blanco o de la Sierra de la Plata. Alejo García era un náufrago de la expedición de Solís que había quedado, junto con otros compañeros, en la isla de Santa Catalina, después de la infausta muerte de su jefe, y allí se enteró, por los indígenas, de la existencia de un paraje en el centro del continente donde existía un rico imperio en el que abundaban los metales preciosos. Hacía 1525, Alejo García y unos pocos compañeros, entusiasmados por la extraordinaria noticia, decidieron llegar hasta ese lugar. Acompañados por muchos indios cruzaron a pie la actual provincia brasileña de Santa Catalina, las selvas del Paraguay y alcanzaron el centro de Bolivia, donde recogieron un importante botín de oro y plata. De regreso se detuvieron en Paraguay en espera de una época propicia para retornar a la Sierra de la Plata; mientras tanto  enviaron a los que habían quedado en la isla de Santa Catalina trozos de metales preciosos. Pero una noche los indios cayeron sobre ellos y les dieron muerte. El trágico esfuerzo no fue en vano, pues el viaje de Alejo García confirmó la existencia de un lugar donde abundaban el oro y la plata.
En el año 1526 llegó a las costas del Brasil el navegante Sebastían Caboto, quien al frente de una expedición debía ir a las islas Molucas y "a otras tierras de Tarsis y Ofir y el Catayo Oriental y Cipango" a cargar oro, plata, piedras preciosas, especias, sedas, perfumes, etc. En Pernambuco tienen que atesorar el Nuevo Continente, y en Santa Catalina unos de los compañeros de Alejo García le cuenta el viaje extraordinario y le muestra los metales preciosos. Entonces, Caboto decide dejar a un lado sus compromisos y penetrar en lo que los portugueses llamaban Rio da Prata y los españoles Río de la Plata. Caboto fracasó en su propósito de alcanzar la fabulosa región, pero en cambio reunió una cantidad de plata para justificar ante Carlos V el abandono de la expedición de las Molucas. Se cree que ésta fue la primera remesa de plata que se envió a España desde el Nuevo Mundo.
La necesidad de ocupar estas tierras ante el constante avance de los portugueses determinó al emperador Carlos V a firmar en 1534 una capitulación con Pedro de Mendoza, al que nombró primer adelantado. Y en todos los documentos relativos a esta expedición se dice: "Río de Solís que llaman de la Plata", nombre que a partir de entonces se impondrá definitivamente.
En su orilla occidental, Pedro de Mendoza levantó, en 1536, Santa María del Buen Aire, la que fue desplomada en 1541, trasladándose sus habitantes a Asunción del Paraguay, fundada en 1537. Pero años después , Juan de Garayque quiere "abrir las puertas de la Tierra", fundará, el 11 de junio de 1580, la ciudad de la Trinidad, en el puerto de Santa María de los Buenos Aires, designación que sera la perdurable. Montevideo fue fundada mucho más tarde, en 1726, por Bruno Mauricio de Zabala.


A principios de 1516, Juan Díaz de Solís, piloto mayor de España,
descubrió el río que llamó Mar Dulce a causa del sabor de sus aguas
y de su gran tamaño.


Después de explorar el estuario y de comprobar que no se trataba
de un paso interoceánico, Solís desembarcó en la costa uruguaya,
pero fue atacado y muerto por los indios charrúas.


El 11 de Junio de 1850, don Juan de Garay fundó la ciudad de la Trinidad,
en el puerto de Santa María de los Buenos Aires. Esta es la que perduró,
pues el primer emplazamiento establecido por don Pedro de Mendoza,
en 1536, fue despoblado en 1541.



La primera remesa de plata y metales preciosos de la región la
envió Juan Caboto al emperador Carlos V


Un río de paz

El Río de la Platas es navegable gracias a sus canales naturales y al dragado que se efectúa constantemente para extraer enormes cantidades de fango. Es un río abierto a todas las naves del mundo que traen y llevan pasajeros y mercaderías. Sus aguas pocas veces fueron testigos de cruentas batallas, siendo las más notables el combate del Buceo o de Montevideo, en 1814, cuando el almirante Guillermo Brown venció a la escuadra realista; el combate de los Pozos, en 1826, cuando el mismo almirante venció a la escuadra brasileña  y la batalla del Río de la Plata durante la Segunda Guerra Mundial, en el que el acorazado alemán "Graf Spee" fue capturado por la marina británica.
Y como su historia, pacífica, este río se pierde mansamente en las límpidas aguas del océano Atlántico.


Punta del Este, Uruguay


Obras de Benito Quinquela Martín

El motivo del puerto y el trabajo en el Río de la Plata inspiraron a muchos artistas como él.