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La música popular es, sin duda alguna, el reflejo de cómo vive una sociedad. Y no existió otro ritmo más adecuado para representar a la Viena imperial de los años 1800 hasta fines del siglo XIX que el vals. Y fue al ritmo suave y gracioso de esta danza, que aun en el giro veloz nunca perdió su elegancia, que primero Viena y luego el mundo entero coronaron a dos auténticos reyes: los Strauss, quienes al frente de sus románticas orquestas hicieron danzar a nobles y plebeyos, uniéndolos en la magia musical de sus inmortales valses.
Familia de músicos
El apellido Strauss está íntimamente ligado a la música y es representativo de una verdadera época de oro del vals. Johann Strauss y sus hijos Johann, Eduard y Josef fueron los integrantes de esa famosa dinastía de músicos.
A los 15 años de edad, Johann Strauss padre ya era miembro de la famosa orquesta del músico Lanner, quien gozaba de gran prestigio en los más encumbrados salones de la nobleza.
En el año 1825, Strauss padre se independizó, formando su propia orquesta musical vienesa y dedicándose a componer polcas, mazurcas, marchas y valses que muy pronto se hicieron populares y lo hicieron famoso. Así comenzaba uno de los reinados que más tiempo duraron y más súbditos tuvieron: el de los Strauss.
A los 15 años de edad, Johann Strauss padre ya era miembro de la famosa orquesta del músico Lanner, quien gozaba de gran prestigio en los más encumbrados salones de la nobleza.
En el año 1825, Strauss padre se independizó, formando su propia orquesta musical vienesa y dedicándose a componer polcas, mazurcas, marchas y valses que muy pronto se hicieron populares y lo hicieron famoso. Así comenzaba uno de los reinados que más tiempo duraron y más súbditos tuvieron: el de los Strauss.
Johann Strauss, padre (1804-1849) |
Johann Strauss - hijo
Mientras crecía la fama de Johann Strauss padre, también iba creciendo su hijo, Johann, que no sólo había heredado de su progenitor el nombre sino su maravillosa inspiración, su rica inventiva musical. Enterado de sus inclinaciones por la música, su padre le prohibió terminantemente que se dedicara a ella, ya que quería que su hijo fuera comerciante. La madre de Johann, que realmente veía cuánto amaba su hijo la música y las asombrosas facilidades que tenía, sin que se enterara papá Strauss le dio todas las facilidades al joven, quien así pudo conseguir una sólida cultura musical.
Una misma pasión: la música
La misma llama del arte que ardía en el corazón de Strauss padre, ardió en el corazón de su hijo, quien, afrontando lo difícil de la situación, decidió comunicarle que iba a formar su propia orquesta. Strauss padre se sintió impactado por la noticia, la cual recibió visiblemente contrariado.
Su hijo debutó al frente de su orquesta, y como número final interpretó uno de los valses más famosos de su padre: "Los sonidos de Loreley en el Rhin". La distinguida concurrencia aplaudió al novel director hasta las lágrimas. Al día siguiente, toda Viena comentaba el nacimiento de un nuevo artista del vals, y su padre, el noble Johann, tocando en lo más hondo de su alma de artista, perdonó a su querido hijo.
A partir de ese momento padre e hijo comenzaron a trabajar juntos, para alegría y orgullo de la ciudad natal y admiración de todo el mundo, ya que realizaron sinnúmero de exitosas giras por varios países de Europa.
Vista del castillo de Schönbrunn, residencia de los Habsburgo. En los amplios y lujosos salones se escucharon los famosos valses de Strauss. |
El inmortal "Danubio Azul"
Ya unidos, padre e hijo se dedicaron a perfeccionar la sonoridad de su orquesta, lo cual se logró gracias a los sólidos conocimientos de Strauss hijo. Fue él precisamente, quien estrenó el 13 de febrero de 1867, en la sala Dianabad, de Viena, una obra que lo llevaría a la gloria entre los compositores de este género: "El Danubio azul".
En esa oportunidad, y con letra de Josef Weyl, fue interpretada por un coro de hombres a "capella" (o sea, sin acompañamiento musical) como quinto número en una tertulia de Carnaval. Pero la consagración de este inmortal vals tuvo lugar en la Exposición Mundial de París, cuando su autor lo presentó a la alta sociedad allí reunida. A los pocos meses de este estreno, la editorial Spina, de Viena, comenzó a distribuir miles y miles de ejemplares de la obra, la cual era requerida desde todas partes del mundo.
Johann Strauss hijo, luego de fallecer su padre, en 1849, siguió adelante su carrera musical coronada de éxitos. Era un hombre afable, que desde las primeras horas del día en que se levantaba hasta muy entrada la noche componía sin pausa, alcanzando su producción la cantidad de 498 valses y 17 operetas.
Entre sus valses más famosos figuran "Aceleraciones", "El Danubio Azul", "Historias de los bosques de Viena", "Mujeres, vino y canciones", "Sangre vienesa", "Rosas del Sur", "Voces de primavera", "Valses imperiales", etcétera. A partir de 1870 nacen las siguientes operetas: "El murciélago" (1874), verdadera obra cumbre de la opereta vienesa: "Una noche en Venecia" y "El barón gitano", que fueron sus principales éxitos en esta etapa de su creación musical.
En esa oportunidad, y con letra de Josef Weyl, fue interpretada por un coro de hombres a "capella" (o sea, sin acompañamiento musical) como quinto número en una tertulia de Carnaval. Pero la consagración de este inmortal vals tuvo lugar en la Exposición Mundial de París, cuando su autor lo presentó a la alta sociedad allí reunida. A los pocos meses de este estreno, la editorial Spina, de Viena, comenzó a distribuir miles y miles de ejemplares de la obra, la cual era requerida desde todas partes del mundo.
Johann Strauss hijo, luego de fallecer su padre, en 1849, siguió adelante su carrera musical coronada de éxitos. Era un hombre afable, que desde las primeras horas del día en que se levantaba hasta muy entrada la noche componía sin pausa, alcanzando su producción la cantidad de 498 valses y 17 operetas.
Entre sus valses más famosos figuran "Aceleraciones", "El Danubio Azul", "Historias de los bosques de Viena", "Mujeres, vino y canciones", "Sangre vienesa", "Rosas del Sur", "Voces de primavera", "Valses imperiales", etcétera. A partir de 1870 nacen las siguientes operetas: "El murciélago" (1874), verdadera obra cumbre de la opereta vienesa: "Una noche en Venecia" y "El barón gitano", que fueron sus principales éxitos en esta etapa de su creación musical.
Vista del río Danubio, al que Strauss dedicó el mundialemente famoso vals "El Danubio Azul". |
Sus hermanos: Sus herederos
El intenso trabajo, las constantes giras, el crear sin pausa, agotaron a Johann Strauss, quien, al sentirse débil y enfermo, llamó a su hermano Josef. Este era un excelente pianista, pero no componía. Igual que a sus hermanos, su padre lo había orientado hacía otra actividad, aunque nunca había abandonado la música. Johann le pidió que siguiera en la senda de su padre y en la de él. Josef vaciló mucho, pero era un Strauss, y por su sangre corría el vals. Compuso él también gran cantidad de valses (283), y aunque sus melodías no tuvieron éxito y la popularidad que las de su padre y su hermano, igualmente siguió al frente de la orquesta en innumerables recitales y giras mientras Johann Strauss, algo repuesto, actuaba al frente de otra orquesta.
Josef Strauss, agobiado de trabajo, recurrió a su hermano Eduard, diez años menor que él, quien siguió la trayectoria de sus familiares, y a él le tocó la tristeza de disolver, en el año 1902, la orquesta Strauss, que contaba en esa época 78 años de vida musical.
Tan grandes fueron la dedicación y la difusión de esta noble familia de artistas para con los vals, que el apellido Strauss ha quedado asociado para siempre a esta danza; a tal punto, que un musicólogo austríaco dijo alguna vez: "Al pronunciar el apellido Strauss, uno ya siente la cadencia de la danza que tanto amaron: el vals".
Monumento a Johann Strauss, hijo, en el Jardín Municipal de Viena |
Teatro de la ópera de Viena, fastuoso edificio y centro musical en la época de Strauss. |
Plaza del Mercado de la Harina, en Viena, ciudad aristocrática y cuna romántica de los más bellos valses del mundo. Fuente |
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