jueves, 9 de noviembre de 2017

La eterna magia del Circo

El fascinante espectáculo del circo viene deslumbrando con su magia desde los remotos tiempos de la antigua Roma. El circo era el lugar destinado a la celebración de espectáculos públicos, principalmente carreras de caballos. Los romanos, al conquistar la Hélade (Grecia), se sintieron atraídos por las competencias deportivas que allí se realizaban, preferentemente por las carreras de caballos, las que incorporaron a su poderoso imperio, construyendo para ello hipódromos al estilo griego, donde el emperador, su corte y el pueblo concurrían a disfrutar el espectáculo.




El circo, hace 2000 años

En aquel entonces la pista del circo tenía la forma de un paralelogramo, y sus extremos eran circulares. Se hallaba divida a lo largo por una amplia valla denominada "spina", en torno de la cual corrían los competidores. Fue tal el éxito del espectáculo, que muy pronto se crearon anfiteatros de grandes dimensiones, entre los que se destacaron el Circo Máximo, con una capacidad para 100000 personas y que luego fue ampliado para albergar a 385000 espectadores.
Julio César enriqueció estos espectáculos haciendo construir grandes canales de agua entre la pista y las graderías para realizar competencias de regatas y natación, y otras demostraciones acuáticas. Además, protegían al público de un posible ataque de las fieras.



El espectáculo: Costumbres remotas que aún perduran

El clásico desfile del circo, o la gran "parada" (presentación de todos los artistas), que generalmente abre el espectáculo o lo preanuncia, tiene origen en la solemne pero bullanguera procesión de aquel entonces. Lujosas carrozas y la efigie de los principales dioses de la ciudad abrían esta marcha. Luego venían el emperador y su corte; detrás, los que intervenían en los juegos, músicos, atletas, danzarines, jueces, magistrados y, por último, los efebos y las doncellas quemando inciensos y perfumes.
Al principio eran solamente carreras pedestres, pero luego se intercalaron pruebas y ejercicios ecuestres y muy pronto aparecieron las carreras de carros, bigas y cuadrigas. Eso dio origen a fuertes apuestas por parte del público.
Para alargar el espectáculo se incluyeron combates simulados entre guerreros, los cuales demostraban su habilidad y destreza. Pero con la aparición de los gladiadores, luchadores profesionales generalmente elegidos entre prisioneros y delincuentes, las contiendas se hicieron despiadadas. Para mejorar la calidad de éstas. Aurelio Escauro (105 a. de C.) fundó la primer escuela de gladiadores.

Las carreras de cuadrigas eran las competencias que más atracción ejercían
sobre el público romano y daban origen a fuertes apuestas.



Aparecen las fieras

Las fieras se incorporan muy pronto al circo romano. Al principio eran presentadas en jaulas, a las que se les prendía fuego.
Cuando los animales, enloquecidos y bramando de terror, buscaban la salida, eran acribillados a flechazos por los arqueros. Más tarde, los bestiarios inauguraron los combates entre fieras y hombres.

Con la aparición de los gladiadores, luchadores profesionales,
los combates se hicieron cruentos.



Nace el circo moderno

Durante la Edad Media, algunos juglares hacían pruebas de habilidad fisica recorriendo las ciudades y ganandose la vida. Y fue un sargento mayor inglés, Philip Astley, quien, en 1767, organiza un espectaculo de equitacion (era excelente jinete y actuaba con su familia), al que muy pronto incorpora acróbatas, malabaristas y payasos.
El éxito de su espectáculo lo lleva a Europa, y su idea es recogida por Antoine Franconi, quien abrió el primer circo del continente europeo. Los primeros circos se instalaron en locales fijos (teatros, salones, etc.), hasta que a mediados del siglo XIX, George y John Sanger popularizaron en Inglaterra el circo desmontable.

Una de las presentaciones de Philip Astley.



La legendaria "vieja Bet"

En 1811, James Sharp abre el primer circo de Estados Unidos , pero es Hackaliah Bayley (futuro socio del Barnum & Bayley) quien presenta un gran espectáculo de circo, y en él, a su estrella: "la vieja Bet", una elefante adquirida en el año 1805. Fue tanta la popularidad de la "vieja Bet", que desde entonces no se concibe un espectáculo circense sin un buen número artístico con los simpáticos elefantes*.
La forma clásica del circo actual, de lona y circular, fue diseña por primera vez en EE. UU. por Nate Howes y Aaron Turner en el año 1826.
Pero sería Phineas T. Barnum, un hombre con extraordinario sentido de la empresa y la publicidad, que todo lo hizo a lo grande, quien le daría el espaldarazo final al circo moderno. Compró al Parque Zoológico de Londres a quien sería el más famoso "artista" de su circo y heredero de la popularidad de la vieja Bet: el elefante Jumbo. Barnum, luego de asociarse con Bayley, creó el más grande y completo de los circos con el cual recorrió to Estados Unidos, en su propio tren de 61 vagones, y con un contingente de artistas y obreros compuestos por más de 1200 personas.
Otro grande del circo fue William F. Cody, más conocido por "Buffalo Bill". Cody presentaba un espectáculo llamado del salvaje Oeste, donde predominaban las pruebas de equitación y destreza en el manejo del revólver y el lazo.

Antigua publicidad sobre la "vieja Bet".
Fuente


Antigua publicidad de Jumbo para el circo de P. Barnum. 


Viejo afiche del espectáculo de Buffalo Bill "Wild West" (salvaje Oeste).




Apellidos famosos en la dinastía del circo

A lo largo de la historia del circo moderno se destacan los apellidos de familias enteras que, dedicadas al maravilloso mundo del circo, han creado verdaderas dinastías.
Los famosos hermanos Ringling, en Estados Unidos; los Feijóo, en España; el circo Price, también en España; el Orrín, en México; el Bostock, de Inglaterra; el Krone, en Alemania; el Circo de Moscú; Frank Brown, en la República Argentina, y esa inmensa legión que a lo largo de tantos años, han dedicado su vida a la noble tarea de divertir al público en ese mundo mágico del circo, donde todo es posible, todo..., como que hasta los adultos pueden volver a reír con la misma risa pura y limpia de su lejana niñez.

Frank Brown, payaso y empresario circense.




sábado, 4 de noviembre de 2017

El cerebro

La única computadora creadora

El cerebro humano es el órgano en que se elaboran las facultades intelectuales que diferencian al hombre del resto de los seres vivos, el pensamiento creador, la memoria, la capacidad de análisis y síntesis, además de los sentimientos, las emociones y la voluntad. Coincide con el cerebro de los demás animales en su capacidad de exploración y comprensión vital del mundo que nos rodea, en sus acciones instintivas de mantenimiento de la especie, pues con él se comunican: el Sistema Nervioso de Relación, que recibe la información a través de los sentidos y maneja la capacidad motriz del ser vivo y el Sistema Neurovegetativo que las recibe del funcionamiento del propio organismo, siendo capaz de su regulación automática.
En el adulto, el cerebro pesa poco menos de 1 kilogramo y cuarto, más o menos igual a las notebooks más ligeras de hoy en día. Pero, además, la más perfecta computadora es incapaz de resolver problemas imprevistos, crear algo o tomar decisiones ante nuevas situaciones, en forma constate e inagotable como lo hace el cerebro humano.

Albert Einstein, una de las mentes más brillantes del siglo XX.



¿Dónde se ubica este prodigio?

El cerebro forma parte del Sistema Nervioso Central junto con los péndulos cerebrales, el bulbo raquídeo, el cerebelo y la médula ósea, conjunto de órganos encargados de ponernos en relación con el medio que nos rodea. Como es un órgano extraordinariamente delicado, la naturaleza le brinda especial protección, resguardándolo por medio de los huesos del cráneo -que forma una resistente coraza- y por tres membranas llamadas meninges que lo envuelven delicadamente, entre las que existe un líquido, el cefalorraquídeo, que le presta un excelente medio para su funcionamiento, ya que lo aísla de toda influencia peligrosa exterior, le permite una nutrición adecuada y le sirve, también, para amortiguar golpes y sacudidas.

El cerebro se halla bien protegido dentro del cráneo
por los huesos de éste y por tres membranas que
lo envuelven.




El universo inmóvil de velocidad vertiginosa

El cerebro no produce ningún ruido en su trabajo y no tiene variaciones de tamaño, pero aunque permanece inmóvil y silencioso, nunca descansa, pues se mantiene en permanente comunicación con todo el cuerpo mediante un sistema compuesto por más de 13 mil millones de células nerviosas llamadas neuronas, unidad elemental del tejido nervioso; se trata de la célula muy perfeccionada, constituida por un pequeño cuerpo, con un gran núcleo y prolongaciones de su membrana en forma de ramificaciones (dendritas), que le sirven para comunicarse con grupos celulares vecinos, y una larga prolongación ( que puede tener muchos centímetros) llamada axón o cilindro eje, que la pone en contacto con grupos celulares alejados. De estas células, las más perfeccionadas, en las que se elabora la comprensión del mundo exterior y de sí mismo, unos 10 mil millones se encuentran en el cerebro. Hasta durante el sueño recibe y transmite unos 50 millones de mensajes nerviosos por segundo, asegurando, por ejemplo, el mantenimiento de la oxigenación pulmonar o el funcionamiento del corazón, etc.
Como trabaja permanentemente, es un órgano que necesita mucho alimento y consume un 25% del oxígeno de la sangre, que le es provista por una vasta red de vasos sanguíneos. Cuando esta provisión es insuficiente, se producen mareos y pérdidas de la conciencia.

Esquema del cerebro.
Cada grupo de células del cerebro cumple una misión especial; por eso puede
trazarse un verdadero mapa localizando el lugar donde se reciben las sensaciones
o se mandan órdenes a las distintas partes del cuerpo.



Pequeña base de maravillosas operaciones 

La asociación de los cuerpos celulares constituye la sustancia gris, capa externa del cerebro que, dado su enorme desarrollo en el ser humano, se repliega como un papel arrugado, constituyendo las circunvoluciones y, a su vez, los núcleos grises de la base cerebral. El conjunto de los axones de las células de la corteza, recubiertos por una sustancia aislante, la melina (como plástico de los cables telefónicos o eléctricos), que corren a asociarse con todos los confines del cuerpo, constituyen la sustancia blanca del interior del cerebro, al que podemos considerar como la estación terminal de un insuperable sistema de comunicaciones y como la base de operaciones de todas las funciones del cuerpo. En efecto, en él se seleccionan los impulsos que recibe y se desechan los que no son importantes , y de él parten los mensajes a los que se ajustan nuestras actividades (abrir una caja, manejar una máquina, escribir, etc.).

Partes del cerebro




¿Dónde y cómo se fijan las informaciones?

La información recibida se fija, codificada, en una molécula de proteína y así se conserva en el cerebro. Por eso, posteriormente puede ser evocada y reconocida. Lógicamente, allí no termina todo, pues permanentemente interviene la capacidad superior de su funcionamiento: el juicio y el raciocinio. Pero las sensaciones, informaciones, ideas y razonamientos no permanecen aislados, sino que se asocian entre sí: la idea de blanco nos sugiere la de negro (opuestas); la idea de pie nos sugiere otras, tales como zapatos, medias, camino, viaje, etc. (relacionadas). Este proceso - o asociación de ideas- constituye la base del pensamiento.




Semejanza entre el cerebro y la computadora

Así como el cerebro recibe la información y los datos auditivos, visuales, gustativos, etcétera, por medio de los órganos de los sentidos, la computadora recibe la información que necesita por medios digitales, ya sean ópticos o magnéticos. Para reconocer y utilizar la información, el hombre recurre a la memoria, y la computadora se sirve de los datos que tiene almacenados, es decir, los elementos de registro que constituyen una suerte de memoria artificial. Con esos materiales acumulados, tanto el cerebro como la computadora elaboran la respuesta. Los dos pueden resolver problemas matemáticos o de otro tipo y verificar si hay error o no.




Pero el cerebro gana

En síntesis: ambos pueden resolver problemas matemáticos, son capaces de recoger y preparar datos que reciben y escoger los que correspondan a una situación correcta de la que no lo es, y ambos trabajan con circuitos electrónicos (aunque la actividad eléctrica del cerebro es sumamente débil). Además, la computadora es fantásticamente más rápida que el cerebro, pues en un segundo puede realizar cálculos que al hombre o a un equipo de hombres le demandarían años. ¿Por qué su velocidad es mayor? Porque los impulsos del calculador electrónico tienen una velocidad cercana a la de la luz. Pero la computadora es una máquina que no piensa ni crea, como lo hace el cerebro. Tampoco tiene la fabulosa capacidad de almacenar tanta información como el cerebro. ¿Cuántos recuerdos, cuántos datos, cuántas experiencias conservamos en nuestra mente? Se cree que suman 15 mil millones de unidades de información las que tiene la memoria de un hombre de 70 años. Pero, por sobre todo, a las máquinas les falta la característica primordial del hombre: su sentido de conciencia, su facultad de adaptarse constantemente a las nuevas situaciones, de crear siempre algo nuevo a partir de lo conocido y de tener sentimientos. En cambio, la computadora solo puede repetir lo que el humano ha programado para que ella realice.
El ser humano ha creado la computadora, pero nunca una computadora podrá crear un hombre.





viernes, 3 de noviembre de 2017

Las más bellas esculturas de todos los tiempos

La virgen y el niño

Por la esforzada acción de los apóstoles, en especial San Pedro y San Pablo, el cristianismo llegó a Roma donde la predicación del Evangelio ganó rápidamente no sólo a las clases humildes sino a las encumbradas de la urbe. En cambio, la nueva religión tardó en propagarse entre los pobladores del campo, a quienes los romanos llamaban paganos, vocablo derivado del latín pagus, que significa campo. Como esa resistencia de los campesinos o paganos a la aceptación del cristianismo se mantuvo mucho tiempo, la palabra pagano fue adquiriendo el sentido de no cristiano que perduró a través de los tiempos. La figura de Cristo fue motivo de inspiración, como lo demuestran las esculturas halladas en distintos lugares del imperio romano y, más tarde, en el imperio bizantino y en Europa medieval.



Cristo coronado

Aquí vemos a un Cristo bizantino de inspiración helenística, coronando a dos soberanos del imperio de Oriente: Romano y Eudoxia.





Madonna de Imad

Esta virgen, que fue donada hacia 1085 a la catedral de Paderborn, estaba revestida de laminillas de oro, al igual que otras imágenes similares existentes en Europa. Pero no se trata de un trabajo hecho con miras a ser luego recubierto, sino que es una verdadera obra escultórica de estilo romántico.

Madonna de Imad




Cristo, San Pedro y San Pablo

Esta pieza pertenece al sarcófago de Junius Bassus, y se halla en los sótanos del Vaticano, Roma. Este Cristo está sentado entre Pedro y Pablo, y sus facciones irradian una diáfana juventud. Sus cabellos son ligeros, flotantes; los ojos, diseñados con amplia generosidad; la nariz es recta, y su boca carnosa recuerda a ciertos clásicos tipos apolíneos.

Cristo, San Pedro y San Pablo




Cristo bendiciendo

Pertenece al Victoria and Albert Museum es este Cristo bendiciendo, un marfil del arte bizantino al que se lo ubica entre los siglos X y XI. Los pliegues de su vestidura están logrados merced a una técnica sutil y armoniosa, y es posible encontrar aún en esta pieza restos de policromía.

Cristo bendiciendo




Crucifijo de gero

Los principios del arte carolingio fueron desarrollados por el arte otoniano hasta el siglo XI. Es éste (llamado Crucifijo de Gero) el más antiguo y monumental crucifijo de Europa, siendo un singular ejemplo del florecimiento del pleno relieve en la Alemania imperial. La policromía es mucho más reciente en esta obra, que presenta las características fundamentales del arte otoniano.

Crucifijo de Gero





miércoles, 1 de noviembre de 2017

¿Por qué se extinguieron los dinosaurios?

Es frecuente encontrar dibujos relacionados con los albores de la humanidad en los que aparecen los hombres primitivos huyendo ante el avance de monstruosos dinosaurios o tratando de hacerles frente con sus armas rudimentarias. Tal concepto es completamente erróneo, pues ningún ser de las cavernas se encontró jamás con un dinosaurio por la sencilla razón de que éstos reptiles se habían extinguido millones de años antes de la aparición de los seres humanos sobre el planeta. Pero... ¿cuál fue la razón por la que desaparecieron?




Los dinosaurios en la evolución

Como es sabido, la vida comenzó en el mar y los primeros animales en abandonar el medio líquido fueron los anfibios, los cuales en este tránsito debieron superar severos inconvenientes de adaptación. Así modificaron su piel, ya que se encontraban en un medio en que la evaporación era constante, y desarrollaron pulmones para extraer el oxígeno del aire, y no del agua. En cambio, no lograron evitar volver al agua para desovar, ya que las crías no podían sobrevivir en otro medio.
Los anfibios o batracios alcanzaron su esplendor con la familia de los laberintodontes. Los reptiles les surgieron y evolucionaron a la par de ellos (de quienes parecen que provinieron), aunque no existe en esta etapa una completa diferencia entre anfibios y reptiles. Posteriormente, un grupo de los reptiles fue evolucionando hasta llegar a los tecodontes, reptiles bípedos que darían origen a los dinosaurios.


Los primeros animales que abandonaron el agua fueron los anfibios laberintodontes:
1) Buettneria, 2) Eryops, 3) Diplovertebron.




Los dinosaurios: lagartos terribles

Los primeros restos de estos reptiles se encontraron hace unos 190 años y, naturalmente, llamaron la atención de los científicos, que no tenían ninguna palabra para designarlos en forma colectiva. Fue entonces cuando el gran paleontólogo inglés Sir Richard Owen inventó el vocablo "dinosauria", que deriva del griego deimos (terrible) y sauros (lagarto). Más tarde se comprobó que había dos órdenes de reptiles distintos, y el término dinosaurio adquirió un sentido general.

Sir Richard Owen (1804-1892)




¿Cómo eran los dinosaurios?

Aunque nadie vio a un dinosaurio vivo, se han podido conocer sus caracteres físicos, sus costumbres, su alimentación y hasta quiénes eran sus enemigos mediante pacientes investigaciones científicas.
En primer lugar, los dinosaurios fueron reptiles y, por lo tanto, animales de sangre fría que vivieron en el período Mesozoico (Era Secundaria), que comenzó hace alrededor de 200 millones de años y terminó hace unos 60 millones de años. 
Por lo general se piensa que estos animales eran bestias gigantescas, pero si bien algunos alcanzaron considerable tamaño, otros, en cambio, fueron pequeños.
Los dinosaurios fueron reptiles diápsidos, que se caracterizaban por tener dos aberturas a cada lado del cráneo, detrás de la órbita.
Como hemos dicho, los tecodontes fueron los reptiles bípedos que dieron origen a los dinosaurios. Estos comprenden dos grandes órdenes: los saurisquios, palabra que significa "pelvis de reptil", y los ornitisquios, que quiere decir "pelvis de ave", pues la diferencia fundamental entre unos y otros residía en la estructura de la cadera.

En este gráfico puede verse el árbol genealógico de los dinosaurios,
desde el primitivo tecodonte hasta los grandes saurios bípedos y cuadrúpedos.
Como se advierte, estos reptiles alcanzaron mayor desarrollo en los últimos
períodos del Mesozoico.

Todos los dinosaurios se dividen en dos grandes grupos de acuerdo con la
disposición de los huesos de la cadera. 1) Disposición de la pelvis de los saurisquios,
y 2) en los ornitisquios.




La familia de los dinosaurios

Las especies integrantes de esta familia se distinguían por su alimentación, hábitos y postura.
Los saurisquios comprendían a los terópodos y a los saurópodos. Los primeros eran bípedos y carnívoros; entre ellos se distinguen el ornitholestes, de tamaño pequeño, ya que media la rededor de 1,50 m de largo, incluida la cola; el allosaurus, que alcanzaba unos 11 metros de longitud y tenía manos armadas con uñas en forma de garfios y dientes parecidos a puñales, y el tiranosaurio rex, llamado el rey de los dinosaurios, que fue el más imponente y grande de los carnívoros terrestres. Cuando se erguía sobre sus poderosas patas traseras medía unos 6 metros de alto, la distancia entre el hocico y la cola era de 15 metros y pesaba 10000 kilos.
Los saurópodos fueron los gigantes terrestres de todos los tiempos, pues ningún animal los superó, excepto las ballenas, que son acuáticas. Eran animales herbívoros y cuadrúpedos. A este grupo pertenecían el brontosaurio, que media de 20 a 25 metros de largo y pesaba 15000 kilos; el diplodoco, que tenía las narices ubicadas en la parte superior de la cabeza, pues estaba adaptado para vivir en el agua; el brachiosaurio, que habitaba en regiones pantanosas, etcétera.
Entre los dinosaurios ornitisquios figuran los ornitópodos, llamados dinosaurios "pico de pato", por la forma ensanchada de su mandíbula. El tachodon, el kritosaurio y el corythosaurio pertenecen a este grupo. También eran ornitisquios el estegosaurio y el triceratops.

1) Comparación entre el brontosaurio y el hombre, lo que nos da idea de su gigantesco tamaño.
Hay que recordar, sin embargo, que no vivieron en la misma época.
2) El diplodoco era otro gigante que media 30 metros de largo y pesaba 40000 kilos.
3) El más terrorífico carnívoro de todos los tiempos fue el tiranosaurio rex, nombre que significa:
"reptil-tirano-rey".
4) El triceratops tenía en su enorme cabeza dos cuernos largos sobre los ojos y uno pequeño
sobre el pico. De allí su nombre, que significa: "cara de tres cuernos".



Defender para sobrevivir

Durante el curso de la evolución algunos dinosaurios adquirieron armas para evitar las terribles embestidas del tiranosaurio.
En los terápodos carnívoros los dientes constituían el principal medio de defensa; también usaban las patas traseras para luchar, y arañaban y desgarraban con sus manos, que eran como poderosos garfios.
Otros dinosaurios acorazados, como el estegosaurio, tenían placas, grandes púas y clavas o mazas en la punta de la cola, con la que daban golpes mortales. Entre los dinosaurios que desarrollaron cuernos figura el triceratops, con dos largas y potentes astas, con las que podía ensartar a su adversario.

Estegosaurio
Fuente

Triceratops





El misterio que aún perdura

Después de reinar 120 millones de años, los dinosaurios desaparecieron en un tiempo relativamente breve; se han tejido numerosas hipótesis al respecto: cambios climáticos, deformaciones en la evolución, envejecimiento de la raza y hasta el mismo surgimiento de los mamíferos.
Actualmente se ha elaborado una nueva teoría en base a descubrimientos hechos en huevos fosilizados de dinosaurios. Parece ser que en el último período de su vida sobre la Tierra sufrieron degeneraciones genéticas, padeciendo insuficiencias hormonales, que trajeron, como consecuencia, el endurecimiento de los cascarones de sus huevos.
Modernos exámenes de cristalografía nos muestra que los huevos de dinosaurios más recientes poseían un mayor endurecimiento de su cáscara y menor porosidad que los anteriores. Esta deformación pudo haber provocado la muerte del embrión por asfixia (el huevo, al poseer poca porosidad, impedía que el aire exterior penetrara en él) o por no poder romperlo al nacer, muriendo así en el esfuerzo por intentarlo, lo que al fin provocó la extinción.








Otras teorías 

Cambio climático: esta teoría sostiene que la tierra se enfrío (por una razón sin especificar) y que los dinosaurios no pudieron adaptarse al frío y se extinguieron. Pero con esta teoría sigue siendo muy difícil de explicar que afectara a todas las clases de dinosaurios y, que por contra, no afectara a otra serie de animales como tortugas, los cocodrilos y otros tiburones. 

Además, esta teoría se desarma al demostrar que existían dinosaurios en regiones polares que sí estaban habituados al frío. Por tanto, estos últimos ante la posibilidad de un cambio climático sí habrían sobrevivido.

Competición con otros mamíferos y escasa inteligencia: esta teoría se apoya en el tamaño reducido de los cerebros de los dinosaurios.  Además, eran animales muy lentos y pesados. Según esta posibilidad, debido a estas características, los dinosaurios fueron incapaces de competir con los mamíferos que eran más ágiles y mas veloces.

Esta teoría carece de peso al atestiguar que habían dinosaurios que sí tenían un cerebro grande respecto a sus proporciones. Además, existían otros que poseían una gran agilidad y rapidez, como por ejemplo, los tetanuránidos. Además, los mamíferos de aquella época poseían un cerebro igualmente muy reducido.


Un meteorito impacta sobre la tierra: quizá la teoría que más se conoce ya que posee multitud de adeptos, aunque como las anteriores carece de una total certitud y deja aspectos sin resolver. 
Esta teoría explica que hace 65 millones de años un meteorito de aproximadamente 10 km. de diámetro impactó sobre la Tierra provocando estragos: 
Provocó grandes incendios (aproximadamente un 70% de los continentes estaban incendiados). El fuego interrumpió la fotosíntesis de las plantas lo que provocó que se redujera casi hasta el total el oxígeno del planeta.
Una nube enorme formada por vapor de agua, residuos rocosos, gases liberados, elementos metálicos y polvo, se extendió por toda la estratosfera e impidió el paso de los rayos solares. Al no poder penetrar el sol descendió la temperatura a 10° C bajo cero. Los lagos se congelan y miles de especies de plantas mueren. La nube pudo mantenerse durante años lo que produce la muerte de la vegetación, de los herbívoros y los carnívoros. En estas condiciones tan adversas, los más capacitados para subsistir fueron los animales de pequeñas dimensiones, carroñeros cómo lagartos, cocodrilos, etc.
La principal objeción a esta teoría es que nadie ha hallado ese cráter que el impacto de un objeto de las dimensiones kilométricas del meteorito debería haber provocado. Aunque muchas voces se han alzado para explicar esta ausencia, alegando que la deriva continental pudo haberlo hecho desaparecer.



La atmósfera

El escudo protector de la tierra

Sin duda, nos sorprendería mucho escuchar que los seres humanos estamos inmersos en una capa de aire como los peces en el fondo del mar. Y sin embargo es así: vivimos en una capa de aire de más de 1000 kilómetros de espesor sin la cual nada podría existir y la fisonomía de la Tierra sería completamente distinta. No habría una hierba, ni un árbol, ni un insecto, ni un ave, ni ningún animal, ni un ser humano. Tampoco habría nubes, ni lluvia, ni viento, ni cielo azul, ni amaneceres rosados, ni atardeceres rojizos. No se podría prender fuego, ya que para que se produzca la combustión son necesarios el oxígeno y el combustible. No existirían sonidos, ya que éstos se producen al vibrar las ondas sonoras que golpean el tímpano y el nervio auditivo.
Pero sobre todo, la atmósfera constituye un precioso envoltorio, un escudo que protege a nuestro planeta contra la violencia intolerable de los rayos solares, pues absorbe la mayor parte de las ondas nocivas de corta longitud.
Durante la noche, la atmósfera se comporta como los vidrios del techo de un gigantesco invernadero que aprisiona el calor del día, impidiendo que se pierda en el espacio. Si no existiera la atmósfera, la temperatura diurna máxima de la Tierra subiría, como la de la Luna, a más de 110° C y de noche descendería menos de 184° C bajo cero, con lo que la vida sería intolerable.
Por otra parte, si la Tierra emitiera menos calor del que recibe del Sol, la temperatura aumentaría en forma continua: sí, por el contrario, emitiera mayor cantidad de calor del que recibe se enfriaría. La atmósfera es la encargada de regular el equilibrio entre la radiación que llega y la que se refleja, manteniendo una temperatura media de 15° C.




La composición del aire

El aire es una mezcla de muchos gases, pero sus componentes principales son nitrógeno, 78%; oxígeno, 21 %; argón, 1% y, en pequeñísimas cantidades, neón, criptón, helio. El vapor de agua se encuentra en una proporción de 0.01 a 4 % y el anhídrido carbónico en una proporción variable de alrededor de 0,03 %. Pero en los últimos tiempos el hombre, al quemar enormes cantidades de petróleo, carbón y otros combustibles, ha alterado mucho esta proporción, ya que se calcula que en un siglo y medio el anhídrido carbónico aumentó en un 30%, con las graves consecuencias que esta contaminación del ambiente origina en la vida humana y en la de todos los seres vivos en general.

Composición del aire en la atmósfera.



Las capas de la atmósfera

La atmósfera tiene una altura de unos 1000 kilómetros y en ellas se distinguen varias capas que, de abajo hacia arriba, son las siguientes: troposfera, que llega a los 10 ó 12 kilómetros y que es la habitada por el hombre. En ella se producen todos los fenómenos meteorológicos conocidos, vientos, lluvias, nubes, nieve, granizo, etc. La temperatura media a nivel terrestre es de 15°C, y desciende a unos 20°C en el límite de la estratosfera, que es la capa siguiente, extendida hasta los 25 kilómetros. En ella se encuentran dos capas delgadas que comprenden moléculas de gases que no se hallan en otras partes, como una capa de sulfatos que, se cree, intervienen en la formación de la lluvia y otra de ozono (oxígeno modificado), que absorbe los rayos mortales y hace posible la vida en la Tierra. Sigue luego la mesosfera, en la que se consume y disgregan casi todos los meteoritos. Esta capa, que llega hasta los 80 kilómetros, se continúa con la ionosfera, donde se producen las auroras polares y que se extiende hasta los 600 kilómetros. La última capa es la exosfera, en la que el aire se rarifica hasta desaparecer.
El conjunto contiene una enorme banda de radiación, la magnetosfera, que, como un gigantesco cinturón, se prolonga unos 65.000 kilómetros. Esta inmensa masa de aire ejerce un peso que se denomina presión atmosférica, que puede ser soportada pues se contrarresta con la presión de los órganos internos y la sangre.

Capas de la atmósfera.



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