miércoles, 19 de abril de 2017

Las más bellas esculturas de todos los tiempos

Los etruscos

Los etruscos fueron un pueblo que habitó en el noroeste de Italia, que desarrollaron una importante civilización previa a la fundación de Roma, en el siglo VIII antes de Cristo. En realidad no se conocen bien los orígenes de este pueblo, pero la mayoría de los historiadores cree que provenía del Asia Menor. En ellos es notable la influencia griega, que se manifiesta especialmente en las creaciones artísticas. Los etruscos fundaron una confederación de ciudades y se extendieron hasta el Lacio, donde se fundó Roma. Su elevado espíritu artístico ha quedado revelado en las esculturas, tanto en el modelado de arcilla como en el trabajo de bronce hecho con una técnica depurada. Esta civilización, empero, mantiene aún un sello enigmático, debido a que todavía no se ha descifrado completamente su escritura.





Pareja en un sarcófago

La influencia griega, especialmente de los jonios, se manifiesta claramente en los sarcófagos hallados en las tumbas etruscas. La fotografía superior muestra a una pareja de difuntos que descansan sobre un lecho. Está realizada en tierra cocida, y en la misma se advierten el tocado y la vestimenta típicos de este pueblo. Se cree que la obra data del siglo VI antes de Cristo, y se conserva en la Museo Nacional de Villa Giulia, en Roma.






Sarcófago

En los sarcófagos realizados posteriormente al siglo V antes de Cristo se encuentran tipos humanos distintos, por lo general más obesos o toscos. Algunos sostienen el óbolo para pagar a Caronte, el anciano barquero que conducía las almas de los muertos. Aparece también una figura femenina, que podía ser la esposa del difunto o una divinidad.




Guerrero de Capestrano

Esta estatua representa a un guerrero con un extraño equipo. Se encontró en una necrópolis de las montañas del Piceno.





Loba del Capitolio

Esta famosísima escultura hace referencia a los orígenes legendarios de Roma. Según la tradición, la urbe fue fundada por Rómulo y Remo, mellizos que, al nacer, fueron abandonados en el río Tiber por orden de Amulio, quien había arrebatado el trono a Númitor, abuelo de los niños. Las aguas del río arrastraron la cesta que contenía a los pequeños y la dejaron en la ribera, donde una loba amamantó a los pequeños hasta que fueron recogidos por unos pastores. La loba fue realizada en bronce en el siglo V antes de Cristo, pero las figuras de Rómulo y Remo fueron añadidas en el siglo XV por Antonio de Pollaiuolo.





Apolo 

Esta estatua, realizada en tierra cocida, se encontraba junto con otras en la viga principal del templo de Veies o Veyes, de allí que se la conozca como "el Apolo de Veyes". Apolo era el dios del Sol, de la luz en general con todos sus efectos benéficos o perniciosos. Sus sobrenombres de Febo y Licio lo definían como el resplandeciente, el vivificante. En sentido más elevado, es el dios de la pureza espiritual y moral; por ello, de la legalidad, de la justicia y también de las bellas artes. Por todo esto fue objeto de especial veneración, y su oráculo en la ciudad de Delfos era consultado por gentes de distintas regiones. En esta estatua, la deidad avanza con un movimiento decidido hacia Heracles para quitarle una cierva, y a causa de su rapidez la vestidura se le pega al cuerpo. La estatua presenta una gran vitalidad, acentuada por una rica policromía. Se cree que esta obra maestra fue realizada por el escultor Vulca hacia el año 510 antes de Cristo. Hoy se conserva en el Museo Nacional de Villa Giulia, en Roma.






Quimera de Arezzo

La quimera es un monstruo de origen oriental, compuesto por un cuerpo de león con cola de serpiente, y está representada con el lomo arqueado en un esfuerzo desesperado. En su dorso se yergue una cabeza de cabra, que muere por la herida que acaba de recibir. Todo el bronce transmite un intenso dolor. No se conoce bien la fecha en que fue realizada esta obra, pero la mayoría cree que data del siglo IV a. de C. Fue descubierta en Arezzo, en el año 1553.





El dique

Aprovechamiento total del agua

¿Cómo retener la cantidad excesiva del agua de un río y encauzarla hacia otros lugares para extender el riego y, por lo tanto, los cultivos? ¿Cómo regular las sorprendentes crecidas y evitar que los torrentes arrasen con todo lo que encuentran a su paso? ¿Cómo almacenar el agua para disponer de ella en épocas de sequía? Estos interrogantes, surgidos de la necesidad del hombre de aprovechar racionalmente el agua, elemento vital que ofrece la naturaleza, fueron los que dieron origen al dique o barrera artificial para detener, acumular y encauzar el agua de un río. Pero a ello se añadió la utilización de la energía potencial del agua que se transforma en energía cinética, capaz de mover una turbina y generar energía hidroeléctrica.

El dique Río Hondo, en el río Dulce, provincia de Santiago del Estero

El dique La Florida, en la provincia de San Luis, que forma
 un lago artificial al embalsar las aguas del río Quinto.




Pequeña historia del dique

Quizá la idea de construir un dique para detener o encauzar las aguas surgió en el hombre al observar las barreras de ramas y barro que hacen los castores, esos expertos ingenieros del reino animal. Lo cierto es que la construcción de presas data de los tiempos prehistóricos; especialmente de la época neolítica, cuando el hombre aprendió a cultivar el suelo y necesitó agua en forma regular. Los primitivos egipcios debieron unirse para aprovechar las aguas del Nilo y construir presas y canales. Existen ruinas de mampostería que se remontan a unos 6000 años antes de Cristo, es decir mucho antes de que ellos se unificaran en un solo reino y de que comenzaran su época histórica. También se levantaron diques en la Mesopotamia asiática y en la India. Pero la construcción de diques gigantescos sólo fue posible en nuestro siglo con la utilización de materiales como el acero, el cemento, etcétera.

Presa del pantano de Alarcón, España, una de las más importantes de la
península ibérica.


Esquema del funcionamiento de una turbina en una planta hidroeléctrica.
La presión del agua mueve la turbina y, a la vez, los generadores producen
energía eléctrica.




¿Cómo funciona un dique?

Para comprender el funcionamiento de un dique podemos hacer la siguiente comparación: Un hombre sostiene un cilindro con pequeños recipientes frente a una cascada. El agua que cae desde cierta altura tiene energía cinética, es decir, puede realizar un trabajo. Sin embargo, el hombre no emplea esa fuerza y debe usar su propia fuerza para mover el aparato. Con la construcción de un dique se puede aprovechar la energía cinética del agua en forma total. El dique consta de un sólido murallón de cemento que contiene las aguas y regula su caída. El chorro, al caer sobre los recipientes, los hace girar y, por ello, ahorra la fuerza del hombre y actúa como un combustible gratuito que realiza un importante trabajo. Desde el fondo del embalse, el agua es llevada a la turbina por medio de tubos y la mueve, generando electricidad, maravilloso fluido utilizado en la iluminación, como combustible, y tantos usos valiosos de nuestra época.
Hay diversos tipos de diques, de acuerdo con su función principal: almacenar agua, desviarla de un río, evitar que el agua invada una zona determinada, extender el riego o generar electricidad.
Las grandes represas se construyen de mampostería, casi siempre de hormigón armado, con terraplenes y rellenos de piedra. La presa de gravedad es la más común: está hecha de hormigón armado o piedra maciza y resiste la presión del agua, transmitiéndola a los cimientos en virtud de su peso. Otros sistemas son: el de arco o bóveda sencilla de piedra u hormigón, cuyo arco resiste la presión del agua y la transmite a las paredes laterales, y la presa de gravedad en arco, que combina la gravedad y el arco.

La figura 1 muestra un sencillo experimento que permite comprender como actúa
la energía hidráulica. Si se coloca debajo de un chorro de agua un cilindro unido a pequeños
recipientes, éste comienza a girar. El chorro de agua actúa como un recipiente gratuito.
 La figura 2 muestra el funcionamiento de la turbina Pelton, y la figura 3. el de
la turbina hidráulica con eje vertical.





Utilidad de los diques

Los diques cuya función principal es la de regadío forman un gran lago artificial para tener agua de reserva y dirigirla por medio de canales a distintas zonas de cultivo. Una de las más importantes represas de este tipo es la de Asuán, en Egipto. Otros diques tienen por misión principal, suministrar agua potable a las ciudades vecinas, Nueva York, en los Estados Unidos de América, se abastece de aguas que provienen de diversas represas situadas en las cuencas de los ríos Catskill y Delaware. Otra aplicación de los diques es adaptar los ríos o canales a la navegación, cuando el calado no es suficiente o se presentan desniveles en su curso, y también prevenir las crecidas violentas, especialmente durante los deshielos en las zonas montañosas. Pero es, sin duda, la obtención de energía hidroeléctrica la finalidad principal de los diques en los actuales momentos, aunque el objetivo sea múltiple; por eso, esta obra de ingeniería es una de las más importantes de nuestra época.

Presa de Shasta, sobre el río Sacramento, en California, Estados Unidos.


La gigantesca presa Hoover, en el río Colorado, que beneficia a Nevada, Arizona
y California, tres estados norteamericanos. 



La rosa

Reina de las flores

Los poetas la nombran en sus versos; los artistas la pintan; los jardineros la cuidan con amorosa solicitud; los políticos la han usado como emblema, y la tradición popular la eligió para significar todo lo bueno al decir: "Ver la vida color de rosa" Nadie podría dar con exactitud la razón de esta preferencia, pero, sin duda, la delicadeza de sus pétalos, su fragancia suave pero persistente y su belleza que emociona y a la que nadie puede permanecer indiferente la han consagrado reina de las flores.

La rosa fue elegida por los poetas para simbolizar lo bueno y lo bello. "Estar bajo
la rosa" significa que la armonía la cordialidad, la comprensión profunda e
inteligente y la delicadeza presiden las relaciones humanas.




Los orígenes de la rosa

La rosa es la flor del rosal, planta que pertenece a la familia de las rosáceas y que, en estado silvestre crece en todos los continentes, excepto en la Antártida. Los restos fósiles hallados demuestran que existía hace ya unos 38 millones de años, y las excavaciones han probado que unos 3000 años antes de Jesucristo era digna de un rey, pues estaba representada en las tumbas. Los griegos, los romanos, los egipcios, los persas y los mahometanos hacen referencia a la rosa en sus relatos con bastante frecuencia, lo que prueba que era conocida y apreciada. En el siglo VI antes de Cristo el emperador de China tenía en su biblioteca 600 libros que versaban sobre rosas y su cultivo.
En  el arte del cultivo de la rosa doméstica mucho se debe a la emperatriz Josefina, primera esposa de Napoleón Bonaparte. En su jardín de la Malmaison coleccionaba todas las rosas conocidas, que entonces eran unas 250, y su amor por estas plantas era tan grande, que aun durante las guerras napoleónicas y quebrantando el bloqueo británico llegaban a Francia rosales que enviaba el príncipe regente inglés. El jardinero de Josefina, Jean-Pierre Vibert, fue uno de los principales cultivadores de rosas del siglo XIX, período en el que se crearon muchas nuevas variedades que aún se cultivan en parques y jardines.

Partes de la rosa: 1) Pétalo. 2) Estambre. 3) Antena.
4) Estigma. 5) Sépalo (Cáliz).  6) Ovulo. 7) Fruto.

Miss Ireland una variedad de rosa inglesa, país donde se han creado muchas rosas hermosísimas.

Hermosa variedad llamada King's Ransom. Al verla se recuerda el verso que dice
acertadamente "A la rosa le basta la gloria de ser rosa"



La rosa silvestre y la cultivada

La rosa silvestre nace de un arbusto de uno a dos metros de altura y que presenta muchas ramificaciones. La flor tiene sólo cinco pétalos rosados blanquecinos y aparece sola o en pequeñas inflorescencias. Pero el hombre no se conformó con lo que le ofrecía la naturaleza y se propuso  tras pacientes trabajos, crear nuevas variedades con muchos pétalos y coloridos. Aunque el cultivo y la creación de nuevas rosas se hagan con un programa cuidadosamente preestablecido, ningún cultivador puede saber con total exactitud cuál será el resultado, y en ese suspenso reside uno de los atractivos de los creadores de rosas.
El trabajo se lleva a cabo en invernaderos, al abrigo de los efectos del viento y de los insectos que podrían provocar la fertilización de las flores antes de que el cultivador ejecute toda su obra. Las plantas van creciendo en macetas, y el polen es transferido de una flor a otra mediante un diminuto pincelito. Al madurar, las semillas se siembran y, por lo general, se impulsa la floración temprana para que el floricultor pueda apreciar si los trabajos constituyeron una mejora o no. En la actualidad se trata también de lograr el perfume de la flor, que, como es sabido, proviene de aceites que se hallan en el tejido de los pétalos.
El club más grande del mundo es el Royal National Rose Society (La Sociedad Real Nacional de la Rosa), que cuenta con más de 100.000 miembros y que cada año ofrece una medalla a la nueva rosa con el mejor perfume.
En la actualidad, los floricultores buscan rosas que florezcan abundantemente, pero que, al desarrollarse, permanezcan pequeñas y compactas, y no se abran con demasiada rapidez.

Rosa silvestre de los campos, simple hermosura que ofrece la naturaleza.


Partes de la rosa silvestre o escaramujo. 1) Tallo con espinas curvadas. 2) Hojas
dentadas. 3) Flor. 4) Receptáculo con estambres. 5) Fruto.  6) Corte del fruto con las semillas.






lunes, 17 de abril de 2017

Frédéric Chopin

El genio del piano

Pocos han sido los casos en la historia en que un hombre se haya convertido en sinónimo de su arte como Frédéric Chopin, ya que al decir su nombre, éste se asocia inmediatamente al del piano, instrumento al cual estuvo íntimamente ligada la vida del genial polaco, quien hizo de sus sonoridades su propio idioma, expresando como ningún otro compositor la exquisita sensibilidad de su alma a través de ritmos musicales (polonesas, mazurkas, valses) que él ennobleció con su talento.

Fryderyk Franciszek Chopin



Su primeros años

Frédéric Chopin nació el 22 de febrero de 1810 en Zelazowa Wola, un pequeño pueblo cercano a Varsovia, Polonia. Su hogar era humilde, pero en él se vivía un clima de cultura y de serena alegría, muy propicio para el desarrollo intelectual del pequeño Frédéric; su padre era profesor de francés, su madre se preocupaba de su educación y el refinamiento de sus modales, y su hermana Ludwika comenzó a darle las primeras lecciones de música. A los seis años, Frédéric demostró una increíble facilidad para el aprendizaje musical. Ya bajo la dirección del maestro Wojciech Zywny, sus progresos fueron tales que éste declaró asombrado: "Será tan genial como el divino Mozart". A los 14 años, y ya como alumno del Conservatorio de Varsovia, que dirigía J. Elsner, fue declarado "...de extraordinaria capacidad y genio musical" por las autoridades del mencionado instituto.
Pero Chopin era muy débil, casi frágil. Su madre y su hermana Ludwika cuidaron permanentemente de él, con alerta vigilancia y una callada zozobra, ya que la hermana de Chopin había muerto de una afección pulmonar. El fantasma de la enfermedad que lo llevaría a morir tan joven ya se cernía sobre la vida del genial artista.

Retratos de Chopin en su juventud.




Comienza su carrera

A los 19 años, Chopin, deseoso de conocer el juicio del público extranjero sobre su música, partió hacia Viena, donde el 11 y el 18 de agosto de 1829 dio dos conciertos. El éxito fue importante, siendo aclamado por el público y admirado por los músicos, que vieron en él a un auténtico y nuevo genio de la música. Sólo se le hizo una objeción: la poca sonoridad, consecuencia de su escaso vigor, de una pulsación débil que daba por resultado un sonido muy suave, por momentos casi imperceptible, pero de una mágica transparencia. Ésta fue la razón por la cual Chopin eludió siempre tocar en grandes teatros, presentándose generalmente en los salones de la aristocracia o en íntimas reuniones, evitando así el problema de que los oyentes ubicados más lejos, como ocurría en los teatros, no pudieran oírlo perfectamente.
Chopin regresó a Varsovia: estaba enamorado de Konstancja Gladkowska, una alumna del Conservatorio. El amor hacia Konstancja lo retenía allí, pero su gran destino lo arrastraba a viajar, a presentarse ante otros públicos, y fue así como el 1° de noviembre de 1830 se alejó rumbo a Viena.
La despedida fue hondamente emotiva; el frágil joven de 20 años partía solo, siendo su única compañía un pequeño cofre de plata donde llevaba tierra de su amada Polonia, por cuya liberación luchó siempre con la fuerza invencible de su arte y talento.

Konstancja Gladkowska, primer amor de Chopin y para
quien compuso el adagio del Concierto en Fa Menor.





Lágrimas y aplausos

Llegado a Viena, Chopin se encontró solo ante una opulenta ciudad que se hallaba apoltronada en su lujo y su fastuosa vida, y que ignoró totalmente al joven polaco que recorría las calles en busca de su consagración. Así, Frédéric Chopin se sintió perdido, derrocado, y esos tristes momentos fueron reflejados en un manuscrito cuando escribe: "Viena me ignora. Me siento solo. Con los ojos llenos de lágrimas añoro los paisajes de mi querida Polonia".
Afortunadamente conoció al doctor Malfatti, médico del emperador y gran amigo de Beethoven, quien lo vinculó a los músicos más importantes, y aunque Chopin no dio ningún concierto, al menos tuvo la alegría de ser escuchado y reconocido por la élite musical de Viena.
Pero su situación económica había empeorado considerablemente, y tuvo que pedir un pasaporte para Londres, el cual le fue concedido "vía París". Al llegar a Stuttgart, Chopin se entera de la caída de Varsovia y de la muerte y la condena de muchos de sus compañeros (quienes luchaban contra el domino despiadado del zar de Rusia). Temblando de emoción y de impotencia al encontrarse tan lejos de los suyos, Chopin se sentó al piano y compuso su célebre estudio Op. 10 N° 12 en Do Menor, llamado más tarde "Revolucionario".







París y la fama

Chopin llegó a París con una carta de Malfatti dirigida a Paër (maestro de música de Napoleón y famoso compositor de óperas en aquella época). Nuevamente, Chopin se relacionó en París con los más importantes músicos (Berlioz, Liszt), pintores, artistas, pero que en nada remediaban su situación económica, que era de tal gravedad que Chopin decidió regresar a Varsovia. Pero hasta los oídos del príncipe Valentin Radziwill llegaron comentarios del talentoso pianista y compositor polaco. Radziwill, tras escuchar a Chopin, lo presentó a la alta sociedad parisiense, en un memorable recital dado en su lujoso castillo. Esa sola velada fue suficiente para que cambiaran no sólo la posición económica de Chopin sino el trato de todo París para con él: sus composiciones comenzaron a ser publicadas y ejecutadas allí donde hubiera un piano; infinidad de pedidos de lecciones le fueron formulados por toda la nobleza. París, que es como decir el mundo, le había abierto las puertas.

Concierto de Chopin para la familia Radziwill, pintura de Henryk Siemiradzki.



Maria Wodzinska-George Sand 

A uno de los recitales que ofrecía Chopin asistió un miembro de la familia Wodzinska, antiguos y queridos vecinos del ahora exitoso concertista. Esa visita dio oportunidad para que renaciera en el corazón de Chopin el viejo y latente amor que sentía por Maria Wodzinska, una adorable joven de la nobleza polaca. Chopin, tras visitar a los Wodzinska -que residían en Ginebra- y compartir con ellos un agradable verano en sus residencias, pidió por esposa a la dulce Maria, pero el padre de ésta se negó, aduciendo la precaria salud de Chopin, aunque en verdad, como no pertenecía a la nobleza, prohibió a su hija tal casamiento.
Chopin, que amaba a Maria con límpida pasión, sufrió un duro golpe, del cual no se repondría jamás. Y fue en ese momento en que aparece en la vida del genial artista una mujer realmente extraordinaria y, a la vez, extraña.
Aguda escritora, hábil y valiente periodista, dueña de un carácter fuertemente autoritario, George Sand, cuyo verdadero nombre era Aurore Dupin, conoció a Chopin, quien se sintió atraído por la gran personalidad de esta mujer que vestía ropas similares a las de los hombres, adelantándose así muchos años a lo que luego sería una moda corriente en muchos países.
George Sand se dio cuenta rápidamente de que Chopin era noble, débil de carácter y, en cierta manera, indefenso ante las múltiples amenazas que un genio de su vuelo espiritual (Chopin vivía en su mundo de melodías y ensueños y olvidaba a menudo las obligaciones de la realidad) acechaba en una ciudad (contratos con editores, discusión de precios por la edición de sus obras, cumplimiento de compromisos contraídos con mucha anticipación); por ello se convirtió en su compañera permanentemente. 
Durante muchos años, George y Chopin, quien por prescripción medica debió cambiar de clima, vivieron en Marsella y luego en la residencia de la Sand, en Nohant, pero este amor terminó en el más rotundo de los fracasos.

Maria Wodzinska, perteneciente a una noble familia
polaca. A ella le dedicó Chopin el Vals del adiós.


Retrato de George Sand pintado en 1839 por A. Charpentier.




Triste final

El invierno de 1844-45 hizo recrudecer el desarrollo de la terrible enfermedad que lo azotaba desde hacía muchos años: la tuberculosis. Solo y enfermo. Chopin regresó a París.
Su situación económica era desastrosa, y a pesar de su enfermedad accedió a viajar a Inglaterra y Escocia, donde dio conciertos para las más altas personalidades de la nobleza y la aristocracia. Pero en esa gira agotó sus últimas fuerzas. A tal punto llegó su debilidad, que ya no caminaba. Al bajar del carruaje, un fiel servidor polaco lo llevaba en brazos hasta el lugar del salón donde se encontraba el piano y allí lo dejaba. Comenzaba entonces un rito emocionante: con sus agonizantes fuerzas, aquel hombre enfermo, pálidamente frágil, alimentado por el fuego de su amor a Polonia, ejecutaba con un sonido ya casi imperceptible sus composiciones.
En 1849 regresó a París. El final era ya inevitable, y aunque estaba en la más absoluta bancarrota (sólo pudo dar unos pocos recitales debido a su enfermedad), un grupo de amigos de buena posición solucionó todos sus problemas por lo cual Chopin no tuvo noción de su angustiosa situación. En la madrugada del 17 de octubre murió en medio de la congoja de todo París.

Mano del pianista modelada por A. Clésinger.



El gran romántico

De todos los meteoros artísticos que atravesaron el siglo del romanticismo, Frédéric Chopin es, sin duda alguna, su gran arquetipo, la estrella que con su fulgor no sólo iluminó este precioso momento del espíritu humano sino que aún, a más de cien años de su muerte, sigue alumbrando como alimentada de ese fuego sagrado que lleva todo auténtico genio.


Última imagen de Chopin, daguerrotipia de Louis-Auguste Bisson.



jueves, 13 de abril de 2017

Las más bellas esculturas de todos los tiempos

Antiguas esculturas españolas 

La escultura ibérica es pródiga tanto en cantidad de obras como en calidad. En la península existían muchísimos santuarios dedicados a las primitivas divinidades, que recibían múltiples ofrendas votivas de los peregrinos. Era costumbre que cada fiel presentara su propia imagen de bronce, por lo cual se ha encontrado gran cantidad de estatuillas que representaban nobles, soldados o labriegos y también animales (toro, cerdo, gallina, etc.). Tales creencias promovieron la actividad de artistas y artesanos, lo que hizo prosperar la técnica de la fundición de metales. Pero también se hicieron estatuillas de piedra caliza policromada que requerían otros métodos. Muchas de esas figuras aparecen presentando una ofrenda, actitud común en otras esculturas de mayor tamaño y de gran valor artístico.



Dama de Elche

El 4 de agosto de 1897, cerca de Elche, en la provincia de Alicante, se encontró esta magnifica escultura que representa un busto de mujer de tamaño natural, y que se considera la mejor obra de la antigüedad peninsular. Por su arreglo, se cree que se trata de una sacerdotisa del siglo III antes de Cristo. En el tocado se distingue una tiara, ajustada por una diadema, con rodetes en ambos costados de los que penden colgantes que le cubren las orejas. Tres collares adornan su pecho, y sus hombros están cubiertos por un manto. El pueblo, espontáneamente, la llamó Reina Mora, pero luego se la conoció como Dama de Elche. La obra fue llevada al Museo del Louvre, en Paris, pero en 1941 a raíz de un intercambio de obras de arte, regresó a España y hoy se conserva en el Museo del Prado, en Madrid, donde es admirada por gentes llegadas de todo el mundo.






Estatua femenina

Ibiza es una isla del Mar Mediterráneo que servía de enlace entre Sicilia y la península Ibérica. Fue visitada por los griegos y fenicios, y allí fueron hallados numerosos santuarios y necrópolis de estos últimos y de los cartagineses. Entre las estatuillas encontradas se destaca esta figura de mujer, con muchos adornos y joyas a la usanza oriental, que data del siglo II antes de Cristo y que hoy se conserva en el Museo Arqueológico de Madrid.







Bicha de Balazote

En Albacete se encontró esta escultura con cuerpo de toro y cabeza masculina con barba. La figura tiene un valor simbólico y representaba un guardián fúnebre. Lo curioso es que la misma figura se encontró reproducida en un vaso griego y en monedas de la ciudad de Sagunto, lo que revela que tenía una gran influencia en el pueblo peninsular y un valor religioso muy grande antes de la conquista romana.






Dama del Cerro

Esta estatua votiva se encontró en el Cerro de los Santos, Albacete, lugar que debió ser un importante santuario por la gran cantidad de figuras que allí se hallaron. Se cree que representa a una sacerdotisa u ofrendante con un vaso ritual. La influencia de los griegos y fenicios que colonizaron la península se advierte en esta obra, que se conserva en el Museo Arqueológico de Madrid.





miércoles, 12 de abril de 2017

¿Por qué vuela un avión?

Volar, volar..., remontarse en el aire, planear como lo hacían los pájaros: ésta fue, desde la más remota antigüedad, la aspiración del hombre. Pero para lograrlo fue indispensable que los progresos técnicos le permitieran vencer la fuerza de gravedad que le impedía elevarse del suelo. Miles de observaciones y muchos hallazgos técnicos fueron necesarios para que se pudiera volar en un aparto más pesado que el aire.




El vuelo y las leyendas

El tremendo deseo del hombre de poder volar como los pájaros quedó claramente revelado en las antiguas leyendas egipcias, chinas y griegas. Para los primitivos habitantes del Nilo, el vuelo era una aspiración de valor sobrenatural; por ello se presentó a algunas divinidades, como Isis, con grandes alas. Los chinos imaginaron que un príncipe legendario, llamado Ki-Kung-Shi, era llevado por los aires en un carro que empujaban vientos favorables; pero tal vez la más famosa fue la leyenda griega de Ícaro. Este se hallaba encerrado en el laberinto de la isla de Creta y para huir de allí construyó unas alas que unió a su cuerpo con cera. Así logró volar según el moderno principio de más pesado que el aire, pero se acercó demasiado al Sol, la cera se derritió, las alas se cayeron y ... el vuelo terminó trágicamente.

"La caída de Ícaro" de Jacob Peter Gowy.



Los precursores del vuelo

El primer estudio realmente formal sobre la posibilidad humana de volar fue realizado por Leonardo da Vinci, el famoso autor de La Gioconda y otros cuadros bellísimos, que vivió entre 1451 y 1519. Para probar su teoría proyectó diversas máquinas realmente ingeniosas, pero las dificultades que planteaba el vuelo no podían ser resueltas en aquella época. Las tentativas estuvieron entonces encaminadas a lograr elevarse con aparatos más livianos que el aire, y así surgieron los globos aerostáticos. Observando que el humo siempre va hacia arriba, los hermanos Jacques-Étienne y Joseph-Michel Montgolfier pensaron aprovechar este fenómeno, y tras numerosos experimentos con bolsas de seda lograron hacer ascender un globo lleno de gas el 4 de junio de 1783. Así nacieron los globos aerostáticos; los primeros valientes que se atrevieron a ascender y viajar en globo fueron los franceses Jean-François Pilâtre de Rozier y el marqués D'Arlandes. Sin embargo, la tendencia que predominó fue la de lograr el vuelo con aparatos más pesados que el aire; en este caso, son famosas las tentativas de Otto Lilienthal, las de Louis Blériot, creador del avión y, finalmente, para no citar sino las más importantes, la de los hermanos Wilbur y Orville Wright, que lograron realizar el primer vuelo en 1903.

El interés del hombre por resolver los problemas del vuelo
se advierte en estos proyectos. Leonardo da Vinci ideó varias
máquinas de volar: un planeador (1), el tornillo aéreo, antepasado
del helicóptero (2) y el paracaídas (3). La figura 4 muestra el
estudio sobre el vuelo de los pájaros realizado por Giovanni Borelli,
y la figura 5, una nave aérea concebida por el jesuita Lana de Terzi.


Esta pintura del siglo XIX muestra la popularidad alcanzada por los
globos aerostáticos que eran usados hasta en una fiesta religiosa. El
globo aerostático fue inventado por Joseph y Jean-Étienne Montgolfier
a fines del siglo XVIII, pero sólo resolvía el vuelo en un aparato
menos pesado que el aire.

El vuelo con un aparato más pesado que el aire fue logrado el 17 de diciembre
de 1903 por los norteamericanos Wilbur y Orville Wright. Los aparatos eran
biplanos y el piloto iba acostado sobre el ala inferior.



¿Por qué puede volar un avión?

Para comprender cómo algo más pesado que el aire pueda volar, debemos conocer las fuerzas que actúan en el vuelo y entrar en los dominios de la aerodinámica. Las fuerzas que actúan son: el peso del avión, la fuerza sustentadora, la resistencia al avance y la fuerza impulsora.
El peso del avión, debido a la fuerza de atracción terrestre, tiende a llevarlo hacia abajo, pero es equilibrado por la fuerza sustentadora. ¿Cómo se origina ésta? De modo general es provocada por la depresión que experimenta el aire en la parte superior de las alas y la compresión en la cara inferior. Cuando un avión se mueve en el aire, éste se desliza por la parte superior e inferior de las mismas; pero debido a la ligera curvatura de ellas y su ángulo, la corriente de aire resulta más rápida en la parte superior y queda frenada en la inferior, Por ello se produce una potente aspiración en la parte superior, apoyada por una presión menor en la inferior, ambas ocasionan el impulso ascendente de las alas del avión.
Para avanzar, el avión debe vencer una resistencia al avance provocada por el rozamiento con el aire; para disminuirla en lo posible, se pule la superficie de las alas. Pero el factor más importante se origina en la fuerza sustentadora, ya que al llegar al borde posterior del ala, el aire que pasó por debajo de ésta, de menor velocidad que el que pasó por arriba, sube y, al encontrarse con el de arriba, forma remolinos que se oponen al avance.
La fuerza que impele el avión hacia adelante es su propio peso, como ocurre con los planeadores, o la fuerza del motor. Cuando el motor pone en marcha las palas de la hélice, las mismas cortan el aire como si fueran alas. Entonces se produce una fuerza de succión en el lado delantero que disminuye a medida que el avión aumenta su velocidad. Esta fuerza desplaza al avión hacia adelante. Los modernos aviones no tienen hélices y funcionan con motores de reacción. Hay varios tipos, pero se inspiran en el principio de acción y reacción según el cual siempre que un cuerpo ejerza una fuerza o acción sobre otro, éste reacciona con la fuerza igual y opuesta aplicada al primero.
En el motor de reacción, el aire es aspirado y contribuye a quemar el combustible. Los gases de escape son lazados hacia atrás a gran velocidad, y en consecuencia producen una fuerza de reacción hacia adelante. Este motor puede actuar en un aire menos denso; por ello puede volar a gran altura y a mayor velocidad.
Nacido en el siglo pasado, el vuelo con aparatos más pesados que el aire ofrece al hombre infinitas posibilidades.

Esquema de las fuerzas que actúan en el avión. La sustentadora se produce al fluir
el aire alrededor del perfil del ala, lo que origina un vacío en la parte superior y una
presión en la inferior, de lo cual nace una fuerza ascendente que sustenta a la aeronave.

El movimiento de la hélice crea la fuerza impulsora en los aviones.


El Boeing 787 Dreamliner, es uno de los aviones comerciales más modernos del
mundo. Se caracteriza por pensar en el medio ambiente, en la eficiencia y en la
comodidad de los pasajeros.
Fuente



martes, 11 de abril de 2017

Los Cactus


Plantas que saben cuidar el agua

Las plantas habitan prácticamente toda la Tierra y para ello han debido adaptarse para poder sobrevivir en los distintos ambientes, algunos de los cuales son muy desfavorables para su desarrollo. Para los vegetales el problema de la adaptación es más grave que para los animales, pues éstos tienen, al menos, la posibilidad de trasladarse a otras regiones más benignas, como ocurre, por ejemplo, con las aves migratorias. Entre las demostraciones más notables de adaptación figuran los cactus, plantas que pueden resistir la sequía de tal manera, que existe una especie capaz de vivir más de un año con sólo haber recibido una cucharada de agua.

Cephalocereus o "cabeza de viejo", curioso cactus originario de México.


Una familia singular

La familia de las cactáceas, está constituida por plantas perennes que, a pesar de presentar formas y tamaños muy diferentes, se caracterizan por tener un tallo carnoso cubierto por una cutícula gruesa y cerosa y por carecer de hojas, presentando, en cambio, espinas más o menos largas. Su forma y constitución son fruto de la necesidad. En efecto, estas plantas, que viven en lugares muy secos, necesitan cuidar el agua; para ello la almacenan en sus tallos, que por eso son grandes e hinchados como si fueran toneles o grandes caños. Para evitar perder líquido por la evaporación que se produce a nivel de las hojas, éstas se han transformado en espinas, disminuyendo la superficie expuesta al aire. Además, las raíces se multiplican y prolongan, formando una extensa red que absorbe la mayor cantidad de agua de lluvia que eventualmente pudiera caer.

La chumbera es un cactus del género opuntia. Aunque es originaria de América,
 se lo encuentra también en España y las islas Canarias. Sus frutos (chumbos) son comestibles.



Los tallos cumplen la misión de las hojas

Como se advierte, los distintos órganos de los cactus se han adaptado para cumplir una misión fundamental: preservar la vida. Es sabido que las plantas verdes elaboran sus propios alimentos con ayuda de la clorofila y en presencia de la luz solar.  Este maravilloso proceso se llama fotosíntesis y se cumple principalmente en las hojas. ¿Y cómo hacen los cactus que no tienen hojas? Pues los tallos las reemplazan y en ellos se cumple esta vital función.
Las cactáceas forman una familia muy numerosa, integrada por unas mil ochocientas (1.800) especies que en su casi totalidad, son originarias de las regiones áridas o semiáridas del continente americano; el resto procede de África tropical.  Algunos cactus, como el cereus gigante, alcanza gran altura (de 10 a 20 metros) y presentan ramificaciones laterales. Otros son de tallo esférico, corto y con profundos surcos, y faltan las especies enanas de un centímetro de diámetro. Los cactus son característicos del paisaje de las altas mesetas y tierras desérticas, desde Estados Unidos y México hasta la Argentina y Chile.  El líquido que almacenan en sus tallos ha salvado la vida de muchos viajeros que atraviesan los desiertos y que pudieron cortar y exprimir el tallo para extraer la savia.  Las flores son vistosas, de colores brillantes, y se desarrollan, por lo general, en los mismos tallos, sin pecíolo. Ellas son el único adorno en las inmensas extensiones desérticas a las que el cactus ha sabido adaptarse tan bien.




En esta imagen se advierte claramente la simétrica estructura del Echinocactus.

Flor de Echinocactus, género que se encuentra desde California hasta Chile.



Carnegiea Gigantea, cactus propio del desierto de Arizona.

jueves, 6 de abril de 2017

El oso

Rey del bosque

Desde la más remota antigüedad el oso ocupó un lugar de preferencia en la vida afectiva del hombre. En un mundo donde aún no existían los primates, el hombre consideró al oso como el animal más semejante a él, ya que este plantígrado se erguía y caminaba algunos pasos sobre sus dos patas posteriores. Y así encontramos al oso representado en grabados de las cavernas que habitaron nuestros antepasados cuaternarios, en gran cantidad de leyendas del hemisferio del norte, en la heráldica, en el folclore y en el culto que aún le profesan los asiáticos Ainus.

Osos pardos



Una familia numerosa

Con excepción del oso polar, el resto de los osos viven en áreas templadas y tropicales, y a pesar de la persecución tenaz del hombre (especialmente contra el oso pardo y el polar), aún se extienden en vastas regiones. 
El oso pardo (género Ursus) integra numerosas pero a la vez pequeñas poblaciones muy variables y pertenecen todas a una misma especie: Ursus arctos.
El oso negro americano (género Euarctos) es casi similar al anterior, y la diferencia estriba en el perfil de la cabeza, ya que el borde superior del hocico es ligeramente curvado hacia arriba.
El oso negro tibetano (género Selenarctos) extiende sus dominios desde Persia hasta Assam, China, Japón, Taiwán y Hainan. Algunas razas ostentan una mancha blanca en forma de V en el pecho. El labio superior es blanco, y las garras son cortas y negras. Son más vegetarianos que  otros osos , pero también comen, igual que ellos grandes cantidades de insectos y de miel.
El oso de anteojos (género Tremarctos) habita en el macizo andino. Es pequeño y ágil, y se caracteriza por su color negro con manchas redondas amarillas al rededor de los ojos, y algunas  veces en el hocico.
El oso malayo (género Helarctos) se encuentra desde el Himalaya hasta China; hacia el sur, en Birmania, Indochina, Malasia e, inclusive, en la isla de Borneo. Es de otro color negro, con el hocico claro, y con una mancha amarilla en forma de anillo en el pecho. Es de estatura pequeña, y la cabeza es corta, ancha y plana. Es un gran trepador de árboles.
El oso bezudo (género Melursus) es oriundo de India y Sri Lanka. Es un gran insectívoro, y una de sus características primordiales son sus anchos labios. Es de pelaje negro son sus anchos labios. Es de pelaje negro, pero, curiosamente, el rostro es lampiño. Las garras son blancas, así como también una mancha en forma de v que posee en el pecho.
El oso polar (género Thalarctos) es el que más se diferencia de todos los demás. Sus dominios son todo el océano Ártico. Es un excelente cazador, y sus presas más codiciadas son las focas, aunque también come algas y algunos vegetales terrestres. Al contrario que el oso pardo, mata mordiendo, en tanto éste lo hace golpeando con su pata delantera.

Aquí están representados seis de los siete géneros de la familia de los úrsidos.
1- Oso pardo; 2- Oso polar; 3- Oso Malayo; 4- Oso negro americano;
5-  Oso negro tibetano y 6- Oso de anteojos (Oso andino) 




Morada y costumbres

Pocas veces el oso se pone de pie, ya que solamente lo hace para escudriñar algo que se oculta en la vegetación. Generalmente se lo encuentra sentado, como lo hacen los seres humanos o los perros, razón por la que siempre busca suelos de naturaleza mullida, húmedos, formados por espesas capas de humus, donde puede desenterrar cebollas silvestres, bulbos y apetitosas raíces.
No soporta el calor muy intenso, ni la dura sequía ni la falta de bebederos. Al acostarse, elige lugares frescos y, en lo posible, secos. Necesita musgosos tapices donde hallar insectos y gusanos; rehúye la luz intensa porque ella disminuye su ya débil agudeza visual y busca la penumbra del bosque o el refugio de algún matorral al mediodía.
El oso muestra particular preferencia por los terrenos que le facilitan estas condiciones y que, al mismo tiempo, sean accidentados; así es más difícil la llegada del hombre a su territorio. Y con respecto a ello digamos que, generalmente, el dominio de un oso pardo (que tomamos como ejemplo) no excede los 20 kilómetros cuadrados. Los árboles de dicha zona son marcados a zarpazos como un sello de propiedad territorial. Sin embargo, no es tan celoso custodio de ella porque puede llegar a compartirla con otro oso.
Una de las características de este simpático rey del bosque es su ávido gusto por la buena mesa. Y tal como lo indica un viejo refrán: "Goloso como un oso", es capaz de arriesgarse con tal de saborear un rico manjar, y más de una vez, con sigilosa astucia, ha penetrado en las casas vecinas a las zonas donde él habita para darse un banquete.
Sus alimentos preferidos son la miel -es un experto catador de colmenas-, frutos diversos, bulbos, bayas, hongos, los micromamíferos, aves e insectos; utilizando sus zarpas delanteras, también logra pescar truchas y salmones, y cuando la oportunidad lo permite abate de un certero manotazo ovejas o algún ternero.
También los cereales figuran en la lista del gente "gourmet": trigo, centeno, cebada, avena y maíz son consumidos ávidamente.

La zarpa del oso parece tosca, pero puede
 usarse como la mano.

Las zarpas le ayudan a trepar a los árboles
y a dejar señales en los troncos.




La consigna del invierno: dormir

El refugio que utiliza el oso para su largo sueño invernal lo elige con sumo cuidado, dotándolo de todas las comodidades posibles. En los Pirineos, por ejemplo, busca las grutas naturales ubicadas entre 1000 y 1700 metros y orientales hacia el bosque, lo cual hace más difícil el acceso del hombre a ellas. Si la entrada es demasiado grande, el oso teje un tramado de ramas de pinos y hayas, todo calafateado con musgo. A veces, coloca un obstáculo a modo de puerta, que pone o retira cuando sale o entra. En el interior de la cueva practica una excavación no muy profunda. que llena de musgo, hojas secas y mullidas hierbas. Extraordinariamente pulcro, nunca hace sus necesidades fisiológicas dentro de su habitáculo.
Cuando el oso no encuentra una cueva apropiada para dormir durante el invierno, generalmente lo hace en un tronco hueco, el cual acondiciona con ramas secas, formando un verdadero iglú.
Al comenzar la hibernación, el oso está gordo, ya que, con gran sentido de la previsión, ha almacenado en su organismo buena cantidad de alimentos. Luego, entra en un estado en que todas las funciones se reducen al mínimo, inclusive la actividad del corazón y la respiración. La temperatura del cuerpo desciende, y lo más particular de este proceso de alargamiento es el metabolismo de las grasas acumuladas, que proporcionan al cuerpo la energía necesaria para subsistir tanto tiempo sin ningún tipo de alimentación.
Hacia el final de la hibernación, en marzo, se produce la muda del epitelio plantar, razón por la cual el oso lame continuamente las plantas de sus extremidades. Muy enflaquecido por semejante ayuno, se dedica con inusitado apetito a la búsqueda de sus presas preferidas y de los vegetales que tanto estima.

El oso usa sus zarpas como si fueran manos. Con ellas atrapa sus alimentos
y los lleva a lo boca.



La vida en familia

Cuando nace, el osezno es un ser minúsculo, y sólo al mes de vida comienzan a delinearse sus clásicas formas, durante ese lapso anterior, pesa menos de 400 gramos y mide unos 22 centímetros. El pelaje es muy escaso, carece de dientes y es ciego. Pero una vez más la sabia naturaleza nos da una explicación de esto que pareciera un hecho curioso: el osezno está adaptado a la hibernación maternal, ya que si naciera de un tamaño normal agotaría a la madre al amamantarse en una época en que ella no ingiere alimentos. De allí su enanismo.
Al llegar la primavera, la osa abandona a sus pequeños hijos para salir a comer. Este es el período más grave por que atraviesan las crías, ya que quedan a merced de los típicos depredadores: lobos, zorros, linces, gatos monteses e, inclusive, algunos mustélidos.
Al crecer los pequeños oseznos comienzan a desenterrar raíces y bulbos, pero cuando cometen algún error, como, por ejemplo, pretender adelantar a su madre, reciben un fuerte y aleccionador manotazo junto con un severo gruñido de advertencia.
Mamá osa, que es pródiga en cariño con sus hijos, también puede serlo con los ajenos, muchas veces, pequeños oseznos perdidos son aceptados por ella y pasan a integrar la familia.
La mayor parte de la vida del osezno está dedicada al juego, en el cual demuestra un raro y agudo ingenio. Así, en las montañas es posible ver cómo los más grandes eligen una pradera de pendiente pronunciada y, haciéndose un ovillo, con la cabeza entre las patas, comienzan a rodar; una vez abajo, suben corriendo nuevamente para repetir el juego.

Cría de oso panda.
Parece increíble que este animal tan grande sea tan pequeño al nacer.
En efecto, el osezno pesa menos de medio kilo y mide unos 22 cm.

Mamá osa y osezno.


El oso que no es un oso

El llamado oso hormiguero no es, en realidad, un oso. Se lo denomina así por su pelaje largo y espeso y por la facilidad con que se alza en dos pies, como el oso, pero pertenece a un orden de mamíferos muy distinto: el de los desdentados. El calificativo de hormiguero se debe a que sólo come insectos y, sobre todo, hormigas y termes.
Pero lo que si hay son osos bailarines, osos luchadores, osos "artistas de circo" y algunos de ellos son verdaderos anfitriones, ya que reciben a los turistas que visitan el Parque Nacionales de Yellowstone con un gesto amigo y casi una sonrisa.



Oso hormiguero.




Osos polares nadando.