sábado, 2 de mayo de 2015

La importancia del conejo

Ágil corredor, de aspecto simpático, mirada vivaz y grandes orejas que captan los menores ruidos, el conejo es un mamífero característico de la fauna del sur de Europa. Sin embargo, a nadie se le había ocurrido pensar que el conejo tiene una importancia decisiva en la ecología y que la intervención del hombre sin estudios previos en el desarrollo de la especie puede ser muy peligrosa, pues trastrueca las sabias reglas de la naturaleza.


El conejo o la sabiduría de la adaptación 

El conejo es un mamífero que fue incluido durante mucho tiempo entre los roedores, pero actualmente se lo clasifica en el orden de los lagomorfos y en la familia de los lepóridos, a la que pertenece también la liebre. El conejo europeo originario de los países mediterráneos es el antecesor de las razas domésticas que se conocen actualmente y cuya cría rinde grandes beneficios al hombre. Pero aquí nos interesa especialmente el conejo salvaje, que es uno de los mejores ejemplos de adaptación para sobrevivir en el medio duro y hostil. El conejo es un rápido corredor, ágil, saltador y diestro excavador, que se alimenta de toda clase de hierbas, frutos, bayas y, en algunos lugares, hasta de algas, a falta de otros vegetales. Pero es perseguido por zorros, los linces, las comadrejas, las águilas, los buitres, las culebras, de manera que su existencia esta siempre amenazada ante tantos depredadores. Entonces, el conejo ha desarrollado un extraordinaria facultad reproductora que le permite salvarse de la extinción. 
El conejo mide de 35 a 45 cm de largo entre la cabeza y el tronco, más la cola, de 4 a 8 cm; el cuerpo esta cubierto por pelos grisáceos, amarillentos en la nuca y en los pies, lo que le permite pasar disimulado entre los arbustos y las matas. El rabo es una borla oscura en la parte superior y blanca en la inferior. El conejito nace ciego, con las orejas ocluidas y sin pelo.

Un curioso sistema digestivo 

Como hemos dicho, el conejo se alimenta de toda clase de hierbas y casi no bebe, pues le basta la humedad propia de los vegetales; pero si ella es muy abundante a causa del rocío, la lluvia o la nieve, el animal se siente molesto y entonces interrumpe su comida, frotándose el hocico con las patas delanteras. En la boca posee incisivos superiores recubiertos por esmalte y que crecen continuamente, pero que mantienen su tamaño adecuado gracias al desgaste que sufren al frotarse uno contra otros o al roer. El intestino está adaptado a la alimentación herbívora: el delgado es mucho más largo que el grueso, y la última porción de éste o ciego es enorme, pues en él la flora microbiana se encarga de descomponer la celulosa vegetal. Pero lo curioso es que el alimento pasa dos veces por el tubo digestivo: la primera en forma de hierbas, hojas, frutos, etcétera; la segunda está constituida por sus propios excrementos. Este hábito. llamado coprofagia, se debe según algunos investigadores, al retomar de las heces la vitamina B1. El conejito lactante o gazapo come los excrementos de la madre, y si se la impide hacerlo muere después de graves convulsiones. 




Un animal sociable 

El conejo construye cuevas o madrigueras que son verdaderas ciudades subterráneas, para lo cual trabaja pacientemente y así logra excavar largas galerías que se ensanchan en los cruces. La cueva tiene varias entradas y las viviendas en sí son túneles muy limpios, ya que los excrementos son depositados fuera de la madriguera.
Cuando un conejo esta pastando fuera de la cueva advierte un peligro, lo comunica golpeando con las dos patas posteriores sobre el terreno hueco de la misma, el que actúa como una caja de resonancia; entonces, todos los demás se esconden en las galerías más profundas. Lo mismo ocurre cuando la comunidad escucha el chillido de un conejo capturado por otro animal.
Por medio de glándulas especiales que vierten sustancias de olor característico, el conejo "marca" su territorio. Para hacerlo, mueve la cabeza a ambos lados restregando las hojas, ramas, etc., con sus mandíbulas. Esta operación se llama mentoneo.

Con un característico movimiento llamado mentoneo,
los conejos marcan su territorio mediante una sustancia
secretada por glándulas submaxilares.

Un animal muy fecundo

La facilidad del conejo para reproducirse es un triunfo de la adaptación para la supervivencia. Una hembra puede tener de tres a seis partos por año, en cada uno de los cuales da a luz de 4 a 12 gazapos. Las crías nacen ciegas, desnudas y con las orejas cerradas.Pero crecen rápidamente, y a los 8 meses de edad ya pueden reproducirse. Por lo general, viven de 5 a 9 años.

Conejo recién nacido

La importancia del conejo 

El conejo es un eslabón básico en la cadena alimenticia de la región mediterránea, pues de él se alimenta el lince, el gato montés, el zorro, el lobo, el tejón, el jabalí, el águila, el buitre, la culebra, etc. Como en algunas regiones el conejo se convirtió en una verdadera plaga destructora de muchas plantas, fue necesario contener su proliferación mediante mixomatosis, una enfermedad infecciosa que causaba gran mortandad. Pero ocurrió que la desaparición del conejo salvaje obligó a algunos animales, como el águila, a buscar nuevas presas entre las liebres, los ratones, las perdices, las palomas, las culebras y lagartos, alterando así el equilibrio ecológico. En Australia el conejo fue introducido por colonos ingleses, pero allí en ausencia de los depredadores típicos, el animal se reprodujo en cantidades extraordinarias y se transformó en un verdadero azote, contra el cual debió lucharse por todos los medios. Los colonos y agricultores fabricaban trampas que eran verdaderos corrales para atrapar a la "horda" de invasores. 
El ejemplo del conejo advierte al hombre sobre la necesidad de producir con mucha cautela cambios de la ecología, pues la naturaleza está regida por leyes muy sabias. 




El conejo doméstico 

El conejo doméstico es criado con dos finalidades principales: la de obtener pelo y carne. Para lo primero se crían las razas chinchilla, habana y angora, cuyo pelo se emplea para fabricar tejidos suaves y abrigados; con la piel se confeccionan abrigos y se obtiene el fieltro para sombreros. Las razas más populares para la obtención de carne son: Blanca de Nueva Zelanda y Flamenca Gigante, que rinden buenos beneficios. 


Conejo inglés de orejas caídas. 



Conejo liebre de Bélgica, aunque
parece más una liebre, es un conejo. 

El conejo de Angora es el más apreciado
por su pelaje largo y sedoso de color blanco.
Con el mismo se hacen tejidos muy suaves y abrigados.




Joven liebre, Alberto Durero, 1502.
La liebre pertenece, como el conejo, al orden de los
lagomorfos y tiene también gran importancia en la
ecología regional.

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