miércoles, 25 de mayo de 2016

De la vida misma

¿Quién es el más feliz de los hombres?

Cuando Solón, el famoso sabio, autor del código de leyes por el que se regían los atenienses, visitó a Sardes, la ciudad donde asentó su corte el poderoso Creso, célebre por sus riquezas, éste le preguntó si, habiendo tratado a tantos hombres, como se decía, había visto a alguno completamente feliz. El soberano le hacía esta pregunta porque se creía el más afortunado de los mortales. Pero el sabio le contestó sin titubear: 
-Sí, he visto a uno: Tello, el ateniense.
-¿Y por qué lo juzgas el más dichoso de los hombres? -insistió, molesto, el monarca.
-Porque vio crecer a sus hijos, todos hombres de bien, y a sus nietos, y habiendo sido invadida su patria, dio la vida por ella.
-¿Y después de Tello?- Volvió Creso.
Solón dio otro ejemplo, que no era el rey.
-¿Aprecias en tan poco mis riquezas para que ni siquiera me des el segundo lugar entre los felices? -estalló Creso.
-La vida del hombre, oh Creso, es una serie de calamidades -le respondió Solón-. Hoy eres un monarca poderoso y rico, pero no me atrevo a decirte si lo serás mañana. No por poseer dinero un hombre es más feliz que otro. ¿Cuántos desdichados vemos entre los opulentos y cuántos dichosos entre los que a penas tienen para subsistir?
De todos modos, hasta que llegue nuestro último día no sabremos quién es el más feliz de todos.


"Solón y Creso", Gerard van Honthorst (1624)
Kunsthalle de Hamburgo.

domingo, 22 de mayo de 2016

Los Strauss: Reyes del vals

Fuente


La música popular es, sin duda alguna, el reflejo de cómo vive una sociedad. Y no existió otro ritmo más adecuado para representar a la Viena imperial de los años 1800 hasta fines del siglo XIX que el vals. Y fue al ritmo suave y gracioso de esta danza, que aun en el giro veloz nunca perdió su elegancia, que primero Viena y luego el mundo entero coronaron a dos auténticos reyes: los Strauss, quienes al frente de sus románticas orquestas hicieron danzar a nobles y plebeyos, uniéndolos en la magia musical de sus inmortales valses.


"Vista de Canaletto" (1758-1761), Bernardo Belloto
Museo de Historia del Arte de Viena.

El primitivo recinto fortificado de los romanos llamado Vindobona
fue el origen de la ciudad de Viena.
En 1276 fue elevada al rango de villa imperial con la ascensión de los
Habsburgo, que hicieron de ella una de las más bellas ciudades del
 mundo, considerada también como la capital de la música.


Familia de músicos 

El apellido Strauss está íntimamente ligado a la música y es representativo de una verdadera época de oro del vals. Johann Strauss y sus hijos Johann, Eduard y Josef fueron los integrantes de esa famosa dinastía de músicos.
A los 15 años de edad, Johann Strauss padre ya era miembro de la famosa orquesta del músico Lanner, quien gozaba de gran prestigio en los más encumbrados salones de la nobleza.
En el año 1825, Strauss padre se independizó, formando su propia orquesta musical vienesa y dedicándose a componer polcas, mazurcas, marchas y valses que muy pronto se hicieron populares y lo hicieron famoso. Así comenzaba uno de los reinados que más tiempo duraron y más súbditos tuvieron: el de los Strauss.

Johann Strauss, padre (1804-1849)



Johann Strauss - hijo

Mientras crecía la fama de Johann Strauss padre, también iba creciendo su hijo, Johann, que no sólo había heredado de su progenitor el nombre sino su maravillosa inspiración, su rica inventiva musical. Enterado de sus inclinaciones por la música, su padre le prohibió terminantemente que se dedicara a ella, ya que quería que su hijo fuera comerciante. La madre de Johann, que realmente veía cuánto amaba su hijo la música y las asombrosas facilidades que tenía, sin que se enterara papá Strauss le dio todas las facilidades al joven, quien así pudo conseguir una sólida cultura musical.

Johann Strauss, hijo (1825-1899)

Casa en Dreimarksteingasse, en la que compuso famosas obras




Una misma pasión: la música 

La misma llama del arte que ardía en el corazón de Strauss padre, ardió en el corazón de su hijo, quien, afrontando lo difícil de la situación, decidió comunicarle que iba a formar su propia orquesta. Strauss padre se sintió impactado por la noticia, la cual recibió visiblemente contrariado.
Su hijo debutó al frente de su orquesta, y como número final interpretó uno de los valses más famosos de su padre: "Los sonidos de Loreley en el Rhin". La distinguida concurrencia aplaudió al novel director hasta las lágrimas. Al día siguiente, toda Viena comentaba el nacimiento de un nuevo artista del vals, y su padre, el noble Johann, tocando en lo más hondo de su alma de artista, perdonó a su querido hijo.
A partir de ese momento padre e hijo comenzaron a trabajar juntos, para alegría y orgullo de la ciudad natal y admiración de todo el mundo, ya que realizaron sinnúmero de exitosas giras por varios países de Europa.

Vista del castillo de Schönbrunn, residencia de los Habsburgo.
En los amplios y lujosos salones se escucharon los famosos valses de Strauss.



El inmortal "Danubio Azul"

Ya unidos, padre e hijo se dedicaron a perfeccionar la sonoridad de su orquesta, lo cual se logró gracias a los sólidos conocimientos de Strauss hijo. Fue él precisamente, quien estrenó el 13 de febrero de 1867, en la sala Dianabad, de Viena, una obra que lo llevaría a la gloria entre los compositores de este género: "El Danubio azul".
En esa oportunidad, y con letra de Josef Weyl, fue interpretada por un coro de hombres a "capella" (o sea, sin acompañamiento musical) como quinto número en una tertulia de Carnaval. Pero la consagración de este inmortal vals tuvo lugar en la Exposición Mundial de París, cuando su autor lo presentó a la alta sociedad allí reunida. A los pocos meses de este estreno, la editorial Spina, de Viena, comenzó a distribuir miles y miles de ejemplares de la obra, la cual era requerida desde todas partes del mundo.
Johann Strauss hijo, luego de fallecer su padre, en 1849, siguió adelante su carrera musical coronada de éxitos. Era un hombre afable, que desde las primeras horas del día en que se levantaba hasta muy entrada la noche componía sin pausa, alcanzando su producción la cantidad de 498 valses y 17 operetas.
Entre sus valses más famosos figuran "Aceleraciones", "El Danubio Azul", "Historias de los bosques de Viena", "Mujeres, vino y canciones", "Sangre vienesa", "Rosas del Sur", "Voces de primavera", "Valses imperiales", etcétera. A partir de 1870 nacen las siguientes operetas: "El murciélago" (1874), verdadera obra cumbre de la opereta vienesa: "Una noche en Venecia" y "El barón gitano", que fueron sus principales éxitos en esta etapa de su creación musical.



Vista del río Danubio, al que Strauss dedicó el mundialemente famoso
vals "El Danubio Azul".


Partitura de "El Murciélago", considerada la mejor opereta vienesa.
Fue compuesta en 1874 por Johann Strauss, hijo, y en ella se encuentra
 la riqueza melódica y el ritmo seductor de este compositor que le dio
al vals vienés su perfección clásica.



Sus hermanos: Sus herederos 

El intenso trabajo, las constantes giras, el crear sin pausa, agotaron a Johann Strauss, quien, al sentirse débil y enfermo, llamó a su hermano Josef. Este era un excelente pianista, pero no componía. Igual que a sus hermanos, su padre lo había orientado hacía otra actividad, aunque nunca había abandonado la música. Johann le pidió que siguiera en la senda de su padre y en la de él. Josef vaciló mucho, pero era un Strauss, y por su sangre corría el vals. Compuso él también gran cantidad de valses (283), y aunque sus melodías no tuvieron éxito y la popularidad que las de su padre y su hermano, igualmente siguió al frente de la orquesta en innumerables recitales y giras mientras Johann Strauss, algo repuesto, actuaba al frente de otra orquesta. 
Josef Strauss, agobiado de trabajo, recurrió a su hermano Eduard, diez años menor que él, quien siguió la trayectoria de sus familiares, y a él le tocó la tristeza de disolver, en el año 1902, la orquesta Strauss, que contaba en esa época 78 años de vida musical.
Tan grandes fueron la dedicación y la difusión de esta noble familia de artistas para con los vals, que el apellido Strauss ha quedado asociado para siempre a esta danza; a tal punto, que un musicólogo austríaco dijo alguna vez: "Al pronunciar el apellido Strauss, uno ya siente la cadencia de la danza que tanto amaron: el vals".



Monumento a Johann Strauss, hijo, en el Jardín Municipal de Viena


Teatro de la ópera de Viena, fastuoso edificio y centro musical
en la época de Strauss.


Plaza del Mercado de la Harina, en Viena, ciudad aristocrática
y cuna romántica de los más bellos valses del mundo.
Fuente



Para escuchar: