viernes, 23 de marzo de 2018

Los nidos de las aves

Uno de los hechos más sorprendentes de la naturaleza es el instinto que poseen las aves para construir sus nidos. Cada una de ellas tiene un modo especial de hacerlo y también sus materiales preferidos para construirlo. También los lugares donde los construyen varían según la especie: puede ser en la tierra, en los árboles, en la cima de las montañas o los peñascos del mar. Pero en todos, desde el más simple hasta el más curioso y perfecto, se encuentran vivamente reflejado el deseo de proteger a los pichones para que éstos, al nacer, encuentren un lugar suave, tibio y seguro.

Dentro del nido los pichones reclaman su alimento. Larvas de insectos
son los manjares preferidos por ciertas especies.




Los materiales más comunes para la construcción de los nidos

Las aves habitan la Tierra desde hace unos 150 millones de años. Desde entonces, el milagro se repite cada primavera: las aves inician su ciclo de galanteo, buscando a su pareja para hacer su nido e incubar allí sus huevos. Primero eligen el territorio para anidar y proclaman su posesión con fuertes cantos. Así afirman sus derechos y alejan a los otros pájaros. Esta es una de las principales razones del canto de las aves, según lo han comprobado los naturalistas. Luego cada una atrae a su pareja y ambos empiezan a construir su nido. Con verdadero tesón buscan los materiales que necesitan: ramas, hierbas, astillas, plumas, hebras, hilos, telarañas, barro, arcilla, etc., según los casos, y pacientemente, en muchos viajes, van haciendo su nido, cuyo interior será tapizado luego con los elementos más suaves que encuentran para darle mayor calidez y -por qué no- más comodidad.




Una arquitectura original

En la actualidad se conocen más de 8000 especies de aves. Pues bien, puede afirmarse que hay igual cantidad de formas de nidos, porque cada especie lo hace de manera propia, sin copiarse de las demás. Los investigadores se preguntaron si el instinto es lo que las lleva a construir siempre de la misma manera o si las aves jóvenes recuerdan el nido en que nacieron. Por múltiples experiencias, parece ser que es el instinto lo que guía la construcción.



Los nidos más simples 

Cuando un ave se posa en el suelo o sobre un montón de hierbas y se mueve hacia uno y otro lado en movimiento de vaivén, va formando una especie de cuenco u hondura. Se origina así, un nido simple, como, por ejemplo, el del ñandú. En el caso de esta ave sudamericana, es el macho quien hace el nido en un lugar llano. Es semejante a un plato de más de medio metro de diámetro, recubierto por hojas, pajas y sus propias plumas. Las hembras de la tropilla -ya que los ñandúes andan en grupo- ponen todas en el mismo nido. Por eso es frecuente encontrar en el campo nidos de ñandú que tienen de 50 a 70 huevos. Como dato curioso puede agregarse que también es el macho el que se encarga de la incubación de los huevos y que permanece 42 días en el nido casi sin levantarse del mismo.

El nido de ñandú es muy simple. Es el macho el que lo construye
en el suelo y el que se encarga de incubar los huevos.




Los nidos de las aves acuáticas 

Las aves que viven a orillas de las lagunas o ríos hacen su nido semejante a una balsa flotante. El macá utiliza juncos, camalotes, pajas, etc., y la pareja incuba turnándose. A veces, ambos se alejan un momento en busca de comida y entonces tienen la precaución de cubrir los huevos con camalotes, plantas acuáticas, etc., no sólo para protegerlos de los enemigos, sino también para que formen una capa que el Sol caliente, continuándose así la incubación de los huevos. En la llanura pampeana, la garza mora pisotea y voltea los juncos de las riberas sin cortarlos, y con ellos hace una especie de olla ancha y muy sólida.

El macá tobiano habita en la Patagonia, principalmente en la provincia de
Santa Cruz, Argentina.
En los años 1980 su población ascendía a 5000 ejemplares mientras que
en el año 2015 se estimó la existencia de 500. Esta en peligro crítico de extinción.

Nido de grulla.




Pájaros que tejen y cosen

Es muy difícil decir qué nido es el más curioso o qué ave es la más habilidosa para hacerlo . Pero, sin duda, el hombre no puede dejar de maravillarse frente al trabajo delicado del pájaro tejedor o del pájaro sastre. El pájaro tejedor -del África- hace nidos que parecen faroles colgantes de los árboles. Usando la punta de su pico a manera de aguja, empieza el nido por un anillo tejido en las ramas más altas. Con una patita sujeta muy hábilmente el extremo de una hierba y con el pico anuda el otro. Prosigue así su tarea hasta obtener una bola hueca y floja, de tamaño un poco mayor que él. Este extraordinario tejedor emplea unas 300 hebras para hacer su nido. El boyero teje una bolsa cónica de más de un metro de largo con hebras de gramíneas o fibras de mimbre, que se suspende de una rama.
Existe también un pájaro que cose... ¡sí, que cose! su nido. Es el pájaro sastre, que habita en África y Asia. Para hacerlo, elige primero dos grandes hojas; con su pico hace luego agujeros simétricos en el borde de las mismas, y por último pasa fibras entre los agujeros, haciendo una prolija costura. En el interior del nido coloca pajitas, plumas y cuanto encuentra para hacerlo suave y tibio.

Nido del pájaro tejedor.

Nido del pájaro sastre.





El nido del hornero

El nido del hornero está construido con barro amasado, al que le agrega cerda, ramitas, pajas, y tiene la forma de un pequeño horno como los que se usan en el campo para cocer el pan. De esta característica provine el nombre de "hornero" que se le da al pájaro. El macho y la hembra trabajan juntos y tardan, para hacerlo, de una a dos semanas, sin ninguna pausa. Una leyenda popular decía que el hornero no trabaja los domingos ni durante las fiestas religiosas, pero se ha comprobado que todos los días trabaja por igual.
Además, es un ejemplo de laboriosidad y paciencia, pues es ampliamente conocida su entereza ante la actividad: cuantas veces es destruido su nido, otras tantas lo construye nuevamente.
Una vez que ha amasado el barro, lo transporta en el pico hasta el lugar elegido para hacer el nido. Puede ser una rama, un poste de telégrafo, una tranquera, un alero, un farol, etc., ya que el hornero es sociable y vive cerca del hombre. Comienza por hacer una base o plataforma, que une al sitio elegido, y luego va levantando las paredes en forma circular y dándoles la inclinación de una cúpula redonda. Después levanta un tabique que divide el nido en dos partes: la primera es la "sala", y la segunda es la "alcoba" o nido propiamente dicho, ya que allí pone los huevitos, sobre pastos secos, cerdas, etcétera.
La entrada del nido está orientada de modo que no penetren los fuertes vientos del sur; además, la entrada a la "alcoba" es tan pequeña, que no cabe la mano del hombre ni el hocico de un animal enemigo. El nido tiene unos 20 centímetros de alto por 20 a 25 de ancho y 12 cm de profundidad. Las paredes son sólidas, pues miden de 2 a 4 cm, y en total puede pesar 4 kilos. Cuando el lugar elegido para la construcción del nido es favorable, vuelve a hacerlo en el mismo sitio, uno sobre otro. ¡Es el inventor de las casas en propiedad horizontal!

El nido del hornero es muy curioso. Como puede verse tiene dos partes,
la sala o entrada y la alcoba, donde pone los huevitos.






Un túnel y un volcán

La necesidad de proteger a las crías obliga a ciertas aves a realizar curiosas construcciones. El martín pescador -de América del Sur- hace con su pico una galería, en las barrancas de los ríos, en forma de tubo inclinado hacia abajo y que mide unos 50 cm de largo por 10 de diámetro, al final del cual practica una cavidad redonda y profunda donde deposita los huevos. Elige terrenos altos, y la entrada está a suficiente altura como para que no llegue el agua, que, al saber, podría inundarla. 
El pájaro carpintero sudamericano horada con su pico los troncos de los árboles y hace una cavidad de casi medio metro de profundidad; luego ensancha la base de manera que la hembra pueda allí empollar los huevos.

Exterior e interior del nido de un martín pescador.


Nido del pájaro carpintero.





El más chiquitito y el más grande 

El picaflor, o colibrí, hace un nido en forma de tacita de 2,5 centímetros de diámetro y lo tapiza con lana, plumitas y otros materiales suaves que encuentra, como, por ejemplo, telas de araña. En contraposición, se encontró un nido de águilas que media casi 3 metros de diámetro y 6 de profundidad.

El nido del colibrí es el más chico que se conoce; mide poco más de
dos centímetros de diámetro.

Nido de águila visto desde arriba.





Los que no hacen nido 

Los pájaros bobos o pingüinos -que habitan cerca de los polos- no hacen nido. Llevan el huevo bien protegido entre las patas, el vientre y la cola. Allí está bien calentito y es tanta la habilidad del ave, que puede moverse de un lugar a otro sin que se le caiga. El cuclillo es un ave europea que no construye su nido y por eso deposita sus huevos en nidos de otros pájaros. ¿Será por eso que se le ha dado como casita el reloj de cucú? 

Pingüinos cuidando a su huevo.



Otros nidos curiosos


El nido del mirlo tiene forma de copa primorosamente construida
con hilos de hierba y pequeñas raicillas. Es un ejemplo de artesanía.

La cigüeña europea, al regresar en primavera al lugar que dejó en otoño, busca su
antiguo nido. Si lo encuentra intacto, sólo le añade algunas ramas secas, pero si está
destruido, lo construye nuevamente. Suele hacerlo en las torres, chimeneas de las
casas y campanarios.

La lechucita del desierto hace su nido en los cactus.

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