Un noble español fue citado al palacio del rey Carlos V. Ya ante el monarca, éste le ordenó que cediese por un tiempo su hermosa residencia al condestable de Borbón, quien habiendo traicionado a su patria, Francia, se había pasado al ejercito español.
Respetuosamente, el caballero trató de convencer a Carlos V de que no lo hiciera, ya que ello no le parecía correcto, pero el poderoso monarca, ante los reparos que oponía su ocasional interlocutor, le dijo que debía sentirse honrado de poder dar alojamiento a tan digno y encumbrado personaje.
El noble caballero, tras saludar reverentemente, se retiró de la presencia del monarca. Una vez ubicado el condestable en su lujosa mansión, finamente decorada con famosos cuadros y obras de arte, el hidalgo señor, sin retirar de su lujosa morada un solo objeto, prendió fuego al edificio mientras decía:
-Ya no podría habitar en una casa donde vivió un traidor a su patria y a los suyos. Prefiero perder todo lo que poseo y empezar de nuevo.
Deslizarse sobre el blanco manto de nieve es una deliciosa sensación. Pero la extraordinaria seguridad del esquiador y su facilidad tan sólo aparente se consiguen mediante un tenaz entrenamiento y una consumada técnica.
Los patines del dios del viento
Esquiar no sólo es un arriesgado y apasionante deporte, sino también una necesidad en las regiones donde es indispensable desplazarse sobre la nieve Por eso, desde la más remota antigüedad se idearon distintos métodos para impedir que los pies se hundieran y posibilitar una rápida marcha.
Los casos de los caballos armenios, según nos cuenta Jenofonte, eran recubiertos con una especie de zapato de piel. Finlandeses, escandinavos y lapones, lo mismo que los mogoles del noroeste de Asia, usaron desde tiempo inmemorial distintos tipos de patines o raquetas para andar sobre la nieve.
En las sagas escandinavas se menciona a Ullr, dios del Viento y de la nieve en la mitología nórdica, quien es representado con esquíes; las puntas curvadas de éstos dieron origen a la leyenda de que eran barcos sobre lo cuales flotaba por encima de campos y montañas.
Respecto a los lapones, eran conocidos en Escandinavia como skridfinnen, que significa resbaladores. Sus esquíes eran simplemente un calzado puntiagudo, de unos noventa centímetros de largo; cerca del extremo posterior se introducía el pie.
Grabado del siglo XVI que muestra a un cazador finlandés, provisto de esquíes, dispuesto a cazar renos.
El esquí moderno
Los primitivos esquíes eran, probablemente, simples armazones largas y curvas, recubiertas de cuero. A través del tiempo, su forma y características han cambiado considerablemente. En la actualidad se fabrican de madera, especialmente de fresno, roble o abeto, aunque los hay también de aluminio. El esquí es una tira larga y estrecha, cuyo extremo anterior termina en una punta arqueada hacia arriba. Tiene una longitud de dos metros y alrededor de ocho centímetros de ancho. Su máxima anchura y espesor los alcanza en la parte media, debajo del pie. Un juego de correas (ligamento) ajusta el pie al esquí con seguridad. La parte inferior es completamente lisa; algunos esquíes tienen estrechas ranuras o estrías longitudinales para impedir el deslizamiento lateral.
Completan el equipo dos bastones de 1,20 a 1,50 metros de altura, terminados en punta y con un disco en el extremo inferior para que no se hundan en la nieve. Se sujetan a las muñecas del esquiador mediante correas, y son indispensables para apoyarse en los ascensos y para dar el impulso inicial en los descensos.
Bota y enganche del esquí. El ligamento, juego de correas, grapas y tornillos, se combina para lograr un ajuste perfecto.
El afán deportivo
El afán deportivo y competitivo que ha dominado al hombre a través de la historia no tardó en manifestarse en el andar, correr y saltar sobre la nieve.
En los siglos XII y XIII, el esquí se difundió como medio de locomoción. El rey escandinavo Sverre ordenó su uso en las tropas, obteniendo óptimos resultados tácticos. Y hasta en la actualidad, los cuerpos de esquiadores cumplen excelentes servicios en los ejércitos, en especial para misiones de exploración.
Ya en el siglo XVIII se realizaban competencias de esquí, combinándolas con ejercicios de tiro. En la ciudad de Christiania se disputó, en 1767, una prueba en que se empleaban dos esquíes de distinta forma; el izquierdo, largo y delgado, servía para deslizarse; el derecho, corto y ancho, se usaba para frenar.
En el siglo XIX comenzaron a usarse los bastones en Finlandia. La técnica del esquí se fue perfeccionando en Noruega. Por fin, en 1924, se realizaron los primeros Juegos Olímpicos invernales en Chamonix, Francia. A partir de entonces se multiplicaron las competencias mundiales.
Primeros Juegos Olímpicos de Invierno en Chamonix, Francia, 1924.
Maravillas sobre la nieve
La práctica del esquí permite realizar verdaderas maravillas sobre la nieve. Las competencias comprenden cinco modalidades principales: descenso, slalom, fondo, gran fondo y salto.
En la prueba de descenso, los participantes tratan de obtener el mejor tiempo sobre un recorrido en pendiente; alcanzan increíbles velocidades, superiores a los 90 kilómetros por hora. El slalom es una variedad de descenso en la que se intercalan obstáculos que deben ser sorteados con hábiles y arriesgados zigzagues. Las carreras de fondo y gran fondo se disputan, respectivamente, en circuitos de 18 y 50 kilómetros .
Pero la más espectacular de las competencias es, sin duda, la de las pruebas de salto, en las que se utilizan esquíes más anchos que los de uso corriente. La plataforma de arranque se construye en la falda de una colina; no se usan bastones, y el competidor toma carrera a cierta distancia de la plataforma. Al llegar al borde, se agacha y se lanza al aire, manteniéndose erguido; el salto puede proyectarlo unos cien metros en sentido horizontal, y a veces más de veinte en sentido vertical. Después de volar, se "aterriza" con las rodillas algo dobladas y un esquí más avanzado para mantener el equilibrio. De no lograrlo, la caída puede resultar muy peligrosa.
La maniobra llamada "quitanieves" se emplea para girar o frenar cuando el cuerpo no está equilibrado.
Un deporte arriesgado
El esquí es un deporte arriesgado y agobiador, que pone a prueba la resistencia física, la destreza y el valor del deportista. Para practicarlo es necesario que la nieve tenga más de quince centímetros de espesor. El deslizamiento con esquíes a campo traviesa es el que prefiere la mayoría de los esquiadores que no aspiran a participar en competencias.
Con el auxilio de los bastones, es posible dar largos pasos, por deslizamientos, en terreno llano. Basta con elevar un poco los talones y apretar las puntas de los pies contra el esquí. Las cuestas suaves pueden subirse en línea recta, colocando los esquíes oblicuamente. Las pendientes pronunciadas se suben en zigzag o de costado paso a paso. Para doblar, el corredor hace avanzar un esquí, sobre el que flexiona una rodilla, y mantiene el otro retrasado; seguidamente, inclina el cuerpo hacia el lado que piensa dirigirse, procurando al mismo tiempo que el esquí sobre el que se apoya describa la curva.
Para practicar esquí son muy importantes dos cosas: dominio del cuerpo y sentido del equilibrio. Los resultados bien valen la pena: ¡nada menos que "volar" sobre la nieve!
En la actualidad han surgido centros turísticos en todo el mundo, donde, además de hoteles, toboganes para saltos y pistas naturales y artificiales, hay cable-vías para conducir a los esquiadores hasta la cima.
Esta imagen indica la longitud y altura de un salto.
¿Un deporte para todos?
En un principio, el esquí era tan aristocrático como la caza del zorro. Sin embargo, poco a poco los equipos fueron abaratándose; pero el escollo principal sigue siendo el poder desplazarse hasta los lugares aptos para practicarlo. En Europa se ha difundido en muchos países: Noruega, Suiza, Francia, Italia, Austria, etc. En América se practica intensamente en Estados Unidos y Canadá y, en menor escala, en la Argentina, Chile y Bolivia (hasta el 2005, cuando fue desapareciendo la nieve a causa del calentamiento global).
Los animales mamíferos, grupo al cual pertenece el propio ser humano, junto con las aves, poseen el actual dominio de la Tierra. La clase está formada por tres subclases: prototerios, metaterios y euterios. Todas ellas, sin embargo, poseen dos características comunes: el pelaje y la alimentación láctea de sus crías durante los primeros meses de vida.
Estas subclases representan progresos sucesivos de los mecanismos de adaptación y desarrollo, y cada una de ellas se encuentra en un grado evolutivo diferente en la escala zoológica. La de los euterios es la más evolucionada: las otras dos, no tan bien adaptadas, han sobrevivido, algunas de sus especies, gracias a mecanismos de aislamiento o por falta de competidores.
El orangután, nombre que en lengua malaya significa "hombre de la selva", es un mono que vive en la espesura de Sumatra y Borneo. Las hembras cuidan tiernamente a sus crías.
El loris es un prosimio, es decir uno de los mamíferos más antiguos que se conocen. Vive en la India y Ceilán (actual Sri Lanka).
Raros mamíferos que se reproducen por huevos
Los menos evolucionados pertenecen a la subclase de los prototerios, representados por un solo orden: los monotremas. Dichos animales son ovíparos, es decir que se reproducen por huevos, como las aves y los reptiles, pero una vez producido el nacimiento de las crías, las madres las alimentan con leche.
El representante más conocido de este tipo es el ornitorrinco, curioso animal con boca en forma de pico de pato y vida acuática en los ríos y lagunas del sudeste de Australia y Tasmania y que, a su vez es el único mamífero ponzoñoso que existe, ya que a través de un aguijón que posee en sus patas delanteras es capaz de inocular un veneno irritante. La otra familia es la de los equinodermos, animales de aspecto similar al de un puercoespín, llamados equidna, excavadores de cuevas que viven en la misma región que los anteriores y que se alimentan de hormigas.
Ornitorrinco
Un progreso en la evolución de los mamíferos
La clase de los metaterios, cuyos únicos representantes son el orden de los marsupiales, está constituida por mamíferos ovovivíparos, pues se desarrollan en una formación parecida a un huevo, pero en el vientre materno y al nacer se hallan en un estado poco avanzado y deben terminar su gestación dentro de la bolsa marsupial, apropiado repliegue de piel que puede encontrarse, según las especies, en la pared abdominal o en la espalda de las hembras; dicha pared posee mamilas que segregan leche y a las que se prende el recién nacido hasta completar su total desarrollo. Existen varios grupos dentro de este orden que ocupan casi todas las formas de vida terrestres; los más conocidos son el canguro, el simpático koala, los topos marsupiales, el demonio de Tasmania, y otros.
El canguro pertenece al orden de los marsupiales, porque las crías completan su desarrollo en la bolsa o marsupio.
El demonio de Tasmania ya se encuentra en peligro de extinción.
Continúa el progreso
La clase de los euterios es la más evolucionada; sus representantes son vivíparos, es decir que sus crías completan su desarrollo dentro de un órgano especial, el útero, ubicado en el vientre de las hembras, y gracias a una formación especial, la placenta, que las nutre hasta el momento de nacer, en que ya se hallan totalmente formadas, pero deben ser cuidadas y alimentadas con leche por su madre hasta que puedan valerse por sí mismas. Numerosos órdenes componen esta clase, que han dominado todos los hábitat de la Tierra, inclusive el mar y la vida aérea. A estos animales pertenecen los gatos y perros, así como los elefantes, osos, ardillas, leones, hipopótamos, etcétera.
El oso polar u oso blanco es el más grande de los osos vivientes. Alcanza 3 metros de largo y 1500 kilos de peso.
Desde épocas prehistóricas, en que fue domesticado, el caballo es uno de los mamíferos que mayores servicios han prestado al hombre.
En las sabanas y bosques de África y Asia habita el leopardo, carnívoro muy feroz pero poco valiente.
El caracal es una variedad de lince adaptado para vivir en las estepas y desiertos del continente africano y de la región del Asia occidental.
Un interrogante
¿Por qué prevalecieron los mamíferos placentarios, relegando a las otras dos subclases? Los conocimientos paleontológicos actuales nos demuestran que tanto los marsupiales como los placentarios comenzaron su evolución aproximadamente al mismo tiempo, aunque en regiones separadas. Cabe destacar que tanto unos como otros se alimentan de idéntica manera; en cada subclase encontramos grupos herbívoros, carnívoros, insectívoros, etc., es decir que cada uno tiene su equivalente en la otra subclase, en cuanto a la importante función ecológica que cumple en la zona que habita.
1. Adaptaciones del pie de los mamíferos. El elefante posee una almohadilla elástica; el caballo, ungulado, tiene pezuña córnea, y el perro, carnívoro, posee pequeñas almohadillas callosas debajo de la planta del pie.
2.El caballo se apoya sobre una pezuña, el león es digitígrado y sólo los dedos se apoyan en el suelo, y el oso es plantígrado, pues apoya toda la planta del pie.
3.De izquierda a derecha, gráfico de la mandíbula de un carnívoro, de un omnívoro y de un herbívoro.
Variedad de mamíferos
Los marsupiales no poseen equivalentes con los quirópteros, mamíferos placentarios voladores (murciélagos, vampiros) ni con los cetáceos, sirenios o pinnípedos marinos; los dos primeros viven y se desarrollan en el mar, el delfín, la ballena); el último grupo se desarrolla en la tierra, pero pasa la mayor parte de su vida en el mar (la foca, el lobo marino, la morsa). Y mucho menos pudieron llegar a tener equivalentes con el grado de evolución que alcanzó el orden de los primates, animales que poseen manos con el pulgar oponente, y dentro del cual se encuentran los monos y también el hombre.
El murciélago es el único mamífero que vuela.
El delfín es un mamífero cetáceo muy inteligente y, por eso, muy fácil de domesticar.
León marino, mamífero adaptado para vivir en los mares fríos.
¿Por qué sobrevivieron también los menos evolucionados?
El primero en tratar de explicar este fenómeno fue el naturista inglés Alfred Wallace, quien, en 1854, realizó un viaje por Asia y Oceanía. Creyó que los mamíferos de Australia en su totalidad marsupiales, siendo de más imperfecto desarrollo y menos hábiles que los mamíferos placentarios asiáticos, no podrían sobrevivir en competencia directa con éstos; supuso entonces que Australia y las islas adyacentes se despidieron del continente antes que los mamíferos asiáticos pudieran haberse extendido. Cuando escribió acerca de este problema, trazó en el globo terrestre una línea divisora: la llamada línea Wallace, que separa a ambos grupos de mamíferos.
En América del Sur ambos tipos evolucionaron en el mismo continente, pero los marsupiales sudamericanos tuvieron la suerte de ser únicos en su hábitat; quiere decir que no existieron mamíferos placentarios de similares formas de alimentación que pudieran haber competido con ellos en la obtención de alimentos y, por lo tanto, haberlos reemplazado en los lugares que aún hoy los encontramos.
La tos, ese síntoma tan molesto y común, es un toque de atención, señal de que algo anormal está pasando en el aparato respiratorio. En esencia, es un ruido intenso y repentino producido al eliminar, mediante una gran presión, una corriente de aire por la boca, realizando una brusca espiración y manteniendo entrecerrada la glotis (válvula cartilaginosa que cubre la vía aérea, cercana a la base de la lengua).
¿Para qué tosemos?
El aire que inspiramos puede contener, a veces, partículas de polvo o gases irritantes que, al depositarse sobre la células que recubren los bronquios, las excitan y desencadenan el reflejo de la tos, que precisamente sirve para poder eliminarlos como un método defensivo natural.
Si hay algún proceso infeccioso o inflamatorio que afecta los bronquios, en su luz se forman abundantes secreciones mucosas o de pus, amenazando tapar las vías aéreas, por lo que también se provoca tos con el fin de expeler al exterior estos materiales.
Si se introduce algo de comida o bebida en las vías respiratorias, por falta del cierre de la glotis en el momento de tragar, también deben ser expulsados por medio de la tos.
En definitiva, la tos sirve para eliminar los cuerpos extraños de cualquier naturaleza y las secreciones que, depositadas en los bronquios, amenazan taparlos.
¿Cómo tosemos?
Para toser, primero se produce una rápida, brusca y corta inspiración, que permite llenar de aire los pulmones: en este punto se contraen fuertemente los músculos abdominales, que empujan las víseras hacia el tórax, elevando el diafragma relajado (al igual que ocurre durante la espiración), pero como la glotis permanece cerrada, se comprime el gas en el pulmón y aumenta mucho su presión: en una tercera etapa, llamada de expulsión, se contraen los músculos intercostales, achicando aún más el tórax, y se entreabre repentinamente la glotis, produciéndose un violento escape de aire y un ruido como un estallido, de la misma manera que estalla un globo inflado al ser pinchado. Esta fuerte corriente de aire empuja, desde la profundidad hacia la boca, las partículas y elementos nocivos.
1. Mecanismo de la tos. Para toser se produce una corta inspiración que permite
llenar de aire los pulmones; los músculos abdominales se contraen, empujado las
vísceras hacia el tórax, y como la glotis permanece cerrada se comprime el gas
en el pulmón de manera que su presión aumenta y, por último, se contraen los
músculos intestinales, achicando aún más el tórax. Entonces, la glotis se entreabre
repentinamente y empuja en forma violenta el aire, que arrastra hacia la boca los
elementos nocivos.
2. La tos es un acto reflejo y un útil mecanismo de defensa que lleva a eliminar
secreciones o cuerpos extraños de los bronquios. La zona sensible o pared bronquial
es irritada por diversos agentes , y el nervio neumogástrico transmite esa irritación
al centro de la tos. Entonces se produce la descarga o reflejo de la tos.
Tos húmeda versus tos seca
Cuando en los bronquios se han producido inflamaciones, se irritan ciertas células de la pared (células mucosas) capaces de producir mucus, y éste, en exceso, puro o mezclado con pus, si hay destrucción de células y microbios en el combate por la salud del paciente, forma una materia cremosa o semilíquida que da a la tos un carácter húmedo o catarral y que es expulsada por la boca, constituyendo la expectoración.
Muy raras veces, lo que está irritado es algún nervio de los que intervienen en el reflejo de la tos, como el llamado neumogástrico, y se produce una tos molesta y totalmente inútil, llamada tos seca.
La tos húmeda se produce cuando hay mucus que se expectora por la boca. Si
sólo se irrita el nervio, se produce una tos seca, molesta, inútil y, además, peligrosa,
pues puede llegar a romper los finos tabiques de los alvéolos pulmonares, provocando
insuficiencias respiratorias que puede adquirir gravedad.
Tos espontánea y tos provocada
En realidad, la tos es un mecanismo reflejo, es decir que hay un factor irritante, una zona sensible (la pared bronquial), una vía de conducción (el nervio neumogástrico) y una descarga automática de todo el complejo fenómeno respiratorio descrito.
Sin embargo, como cada fase puede ser producida a voluntad, es posible provocar el fenómeno por nuestro propio deseo; pero en cambio, no es factible detener el reflejo de descarga de la tos espontánea.
1.Lengua vista desde arriba. Cerca de la base se halla la epiglotis, cartílago en
forma de triángulo invertido con la base hacia arriba, que cierra la laringe cuando
pasa el bolo alimenticio para evitar que éste penetre en las vías aéreas, lo que
también provoca tos.
2. Parte posterior de la faringe, donde se ve la epiglotis.
3.Cavidad laríngea, donde se ven la glotis, orificio o válvula cartilaginosa
que cubre la vía aérea, y la epiglotis o cartílago, que la cubre y tapa.
Utilidad y peligro de la tos
Como reflejo expulsivo, es un útil mecanismo de defensa que lleva a la eliminación de las secreciones o los cuerpos extraños de los bronquios y contribuye a la curación. Cuando la tos es húmeda, debe ser facilitada con remedios fluidificantes de las secreciones y con bebidas azucaradas; también es útil contribuir a la expulsión de las flemas, poniéndose boca abajo y tosiendo con regularidad y profundidad.
Pero si la tos es sólo irritativa, del tipo seco que ya hemos descrito, no es útil, molesta al paciente que la padece y los excesivos y continuos aumentos de presión intrapulmonar pueden romper los finos tabiques de celdillas aéreas llamadas alvéolos (en donde se produce el intercambio de gases) y provocar una enfermedad grave y progresiva: el enfisema, que lleva a la insuficiencia respiratoria y trae fatiga. Este tipo de tos debe ser combatida con remedios depresores del reflejo de la tos. Entre los principales causantes de esta tos se halla el hábito de fumar.
Células del epitelio de los bronquios. Si debido a un proceso infeccioso o inflamatorio se forman abundantes secreciones de mucus o pus que amenazan tapar las vías aéreas, la tos, obrando como un mecanismo defensivo, permite arrojar al exterior esos materiales nocivos.
Los orígenes de la escultura griega se pierden en leyendas, ya que se consideró como un arte cuyo conocimiento fue impartido a los hombres por los dioses; tanto era así que se afirmaba que las primeras estatuas fueron arrojadas desde el cielo. La invención del modelado en cera, de lo cual surgió la escultura en bronce, se debió, según la leyenda, a un alfarero llamado Butades y ya se mencionaba en los poemas homéricos. Las primitivas esculturas de pierda y madera fueron reemplazadas por la estatua de mármol, oro y marfil, que alcanzaron su mejor expresión en el siglo V antes de Cristo con las obras de Fidias, Mirón y Policleto, y más tarde Praxiteles, Scopas y Lisipo. Tanto en las representaciones de las divinidades como en las de los jóvenes atletas, las estatuas alcanzan gran perfección, belleza y un prodigioso equilibrio entre lo material y lo espiritual, lo cual ha merecido el justo calificativo de arte clásico.
Discóbolo de Mirón
Mirón nació en Eléuteras, cerca de Ática, hacia el año 495 a. de C., y entre sus obras se destaca el discóbolo o lanzador de discos, atleta muy apreciado de Grecia. El tirador tomaba el disco, cuyo tamaño y peso variaba según las circunstancias, con los dedos de la mano derecha, sosteniéndolo por el borde y dejando descansar el disco entero sobre la palma de la mano y el antebrazo. Entonces, levantaba el brazo hacia atrás hasta el hombro y arrojaba el disco hacia adelante del arco; ganaba el premio el tiro más largo. De esta estatua los antiguos decían que Mirón "cuido del cuerpo, pero fue negligente con el alma", aunque no ocultaban la admiración que producía la obra. Toda la figura muestra al atleta en tensión, el cuerpo inclinado hacia adelante para producir después, por su balanceo, el impulso y lanzar el disco lo más lejos posible. La estatua primitiva era de bronce, pero no ha llegado hasta nosotros; sólo conocemos copias de la época romana. La imagen de la derecha, mutilada, se encuentra en el Museo de las Termas, Roma.
Apolo de Belvedere
Esta célebre estatua, que mide 2,24 metros de alto, es una copia romana de la estatua original de bronce que se atribuye al escultor Leocares, quien vivió en el siglo IV antes de Cristo. Se conserva en el Museo del Vaticano,
Zeus era el más grande de los dioses, según la mitología griega. Hijo de Cronos, derribó a su padre y entonces el mundo se dividió en tres partes: Zeus obtuvo el dominio del cielo. Poseidón el del mar y Hades el de las profundidades terrestres. Sin embargo, Zeus conservó mayor jerarquía y todas las divinidades acataban sus mandatos. Como supremo señor del cielo, fue adorado con el nombre de Zeus Olímpico en muchos lugares de Grecia, especialmente en Olimpia, donde se hacían los juegos en su honor. Esta estatua, llamada Zeus del Artemisio, porque fue encontrada en el mar frente al cabo Artemisio, es de bronce y mide 2,09 m de altura. El dios blande el rayo con la mano derecha y su cuerpo tenso es semejante al de los atletas. El rostro altivo muestra gran espiritualidad, y los rasgos están suavizados por el cabello y barba ondulados. El autor de la obra, que fue realizada hacia el año 460 a. de C., y se conserva en el Museo Nacional de Atenas, se desconoce.
Auriga de Delfos
El auriga o cochero es la única de las cuatro estatuas de bronce dedicadas entre los años 480 y 475 a. de C, por un príncipe de la ciudad de Siracusa para conmemorar una victoria obtenida durante los juegos píticos, en honor de Apolo en la ciudad de Delfos. A la derecha detalle de la cabeza.
Los atenienses llamaban efebos a los jóvenes de más de 16 años y gustaban representarlos. Esta estatua de bronce fue realizada en el siglo IV antes de Cristo, pero se encontró en el año 1900 entre el cargamento de un navío que había naufragado. La cabeza impresiona por su mirada brillante.
Los hombres siempre mostraron la tendencia de atribuir un lenguaje a los animales, y como prueba de ello han narrado leyendas, mitos, y han escrito fábulas, en las cuales, prestando sus propias reflexiones y emociones, los animales se permiten la suerte de poder intercambiar las voces de un lenguaje. Pero ese lenguaje es propio del hombre y de su capacidad de expresión poética, y nada tiene que ver con la capacidad de los animales de poder comunicarse con sus compañeros de especie.
¿"Hablan" los animales entre sí?
Hasta no hace mucho tiempo, algunos zoólogos especializados en psicología animal avanzaban en una reflexión, afirmando que los animales no hablan porque no tienen nada que decirse. Sin embargo, la investigación científica moderna puede afirmar lo contrario, basando sus conceptos en la experimentación y en el valor de los registros que resultan de la observación minuciosa de las diferentes especies de animales, mostrando que, sobre todo en las que llevan una determinante vida social (tal el caso de las colonias de abejas, hormigas, algunos grupos de aves y peces, o mamíferos que conviven en grandes grupos o manadas), existe una forma de "lenguaje" que facilita la comunicación entre los integrantes del grupo. Por supuesto que no es complejo ni completo como el lenguaje humano, y tampoco es lícito denominarlo así, ya que sólo puede decirse que se trata de una simple comunicación que se produce mediante el intercambio de ciertas señales, cuyos orígenes son de muy variada naturaleza: químicas, táctiles, eléctricas, acústicas y las más predominantes por su difusión: las ópticas. Las combinaciones entre las señales son frecuentes.
El diálogo químico
Las señales de naturaleza química están presentes en casi todas las especies en los momentos fundamentales de la reproducción. En muchas variedades de insectos, diurnos y nocturnos, las hembras atraen la atención de los machos mediante olores especiales que emanan desde órganos glandulares; ese olor se hace sensible a considerables distancias, ejerciendo un llamado irrenunciable a los individuos de la propia especie.
Las hormigas obreras, que investigan y exploran los alrededores del hormiguero en busca de una fuente de alimentos, marcan, de trecho en trecho, el camino recorrido con una señal olorosa, aplicando el abdomen contra el suelo para dejar un rastro olfativo que facilite el tráfico de las compañeras.
Las señales olfativas de los mamíferos desempeñan un gran papel social, determinadas por la presencia de numerosas glándulas de secreción olorosa. Estas señales sirven a los machos para delimitar sus dominios sobre un territorio y, en cierto modo, pueden considerarse como una amenaza química contra un posible competidor.
Hormigas trabajando.
El diálogo mecánico
En muchas arañas, el macho indica su presencia a la hembra tirando rítmicamente los hilos de la tela donde anida su compañera, mostrando una muy singular especie de telaraña amorosa.
El diálogo eléctrico
Muchas especies de peces están provistas de órganos que producen una corriente eléctrica, cuya función de ataque parece evidente. Sin embargo, estudios recientes han demostrado que la función de los órganos eléctricos se utiliza como señal de comunicaciones entre los individuos. Se ha podido comprobar que la intensidad del flujo eléctrico aumenta apenas se produce la invasión territorial de un enemigo, comparando este fluir eléctrico, por su función biológica, al canto territorial de los pájaros.
Las anguilas pueden emitir descargas eléctricas de hasta 850 voltios.
El diálogo acústico
La producción de sonidos en el reino animal está limitada a algunos grandes grupos, y la función y formas de las señales acústicas están bien determinadas por los estudiosos, sobre todo en el caso específico de las voces de las aves. Por lo general, los machos atraen a las hembras a sus territorios con señales acústicas, pero se sabe también que voces y reclamos forman parte de señales al servicio de otras funciones. Los cuidados de los padres hacia los hijos y las relaciones recíprocas entre unos y otros se indican por el intercambio de esas señales, del mismo modo que la coordinación de otras actividades de índole social, como podrían ser la unión en los desplazamientos de los grupos o las señales de alarma provocadas por la invasión de enemigos comunes.
No todas las señales acústicas son de emisión vocal, ya que numerosas especies de monos demuestran la intimidación y la defensa de territorio golpeando el suelo con piedras o tamborileando sobre los árboles huecos.
El gorila y el chimpancé se dan fuertes golpes en el pecho con los puños, y se ha pensado que el uso del tambor entre los pueblos primitivos en situación de defensa y amenaza tenga raíz en comportamientos de esta índole.
Entre las aves, los machos atraen a sus compañeras con sus voces, y entre ambos se establece un diálogo acústico.
Los ejemplos de señales visuales en la comunicación de los animales son los más numerosos, y la mayor parte consiste en movimientos o en secuencias de movimientos relacionados, las más de las veces, tanto en la vida familiar como en la amenaza, con la ostentación de estructuras y coloraciones que orientan acciones instintivas. Es notable y curioso el modo con que el pavo ostenta su plumaje y menea la cola, marcando una pose de orgullo y satisfacción que no es más que otro ejemplo de su comunicación para con sus hermanos de especie. Del mismo modo, el toro escarba la tierra con sus pezuñas y la tira sobre su lomo mientras clava los cuernos en el suelo, haciendo ostentación de su rabia y de su fuerza.
Los ciervos, al igual que el toro, hacen de sus cornamentas ejemplo de orgullo en las épocas correspondientes al celo, y el airoso galope de los potros o la pose estirada de los felinos son vivas muestras de los deseos de comunicación para con los individuos de su misma especie.
En las luciérnagas se ha desarrollado un complicado sistema de señales con diferencias de ritmos y frecuencias entre las especies y los sexos. Es muy probable que semejante sistema tenga importancia en el mecanismo reproductor.
Los pavos reales se contonean y abren sus plumas ante las hembras para llamar su atención.
La gacela y otros animales con cuernos hacen de las cornamentas un motivo de orgullo. Al destacarse mediante ellas establecen un diálogo visual con otros animales.
¡Muchas cosas que decirse!
La conservación de la especie obliga a los animales a recurrir a una comunicación afectiva. Desde las fases del galanteo hasta las correspondientes al cuidado de los hijos, el intercambio de señales afectivas es incesante. Lo mismo ocurre en las manifestaciones de competencia que enfrentan a dos individuos por la posesión de un lugar o por los privilegios de una compañera. Todos estos casos y todos los ejemplos dados sirven para arribar a una conclusión importante: en la vida social, familiar y amorosa, y durante las propias manifestaciones de competencia, los individuos de las especies animales sostienen momentos esenciales durante los cuales tienen muchas cosas que decirse.
El chimpancé se comunica, principalmente, con señales acústicas y visuales. Si está alegre se ríe, y si está enojado da fuertes golpes en el pecho con los puños para asustar al enemigo.
Los castillos eran recintos fortificados que se construyeron principalmente en la Edad Media. En ellos vivían los señores feudales con su familia, pero en épocas de guerra acudían a refugiarse también los vasallos y campesinos de los alrededores. Testigos de cruentas luchas entre cristianos, bárbaros y musulmanes, los castillos medievales dejaron de ser sólidas fortalezas al aparecer las armas de fuego, cuyos proyectiles podían derrumbar los muros, y desde el siglo XVI se transformaron en residencias más lujosas y confortables.
Castillo de Fenis, en el valle de Aosta, Italia. El castillo fue construido a mediados del siglo XIII, pero fue modificado y terminado hacia el año 1350.
El origen del castillo
La palabra castillo viene del latín castellum, que significa pequeño recinto fortificado. Los antiguos propietarios romanos solían fortificar sus viviendas de campo, y los soldados romanos también construían, en los territorios que conquistaban, pequeños fuertes que estaban rodeados por una empalizada de madera y un foso lleno de agua. Con la tierra extraída del foso se formaba un montículo artificial que facilitaba la defensa, y allí se levantaba las habitaciones y una torre para vigilar los alrededores y advertir la llegada de los enemigos.
Los bárbaros aprendieron de los romanos a construir este tipo de fortalezas, y hacia el siglo X la piedra reemplazó a la madera, dando mayor solidez a los monumentales edificios.
El primitivo castillo constaba de un torreón de madera rodeado por una empalizada hecha también de madera, y un foso con agua.
El castillo de Coca, en la provincia de Segovia, es un típico ejemplo de fortaleza española, por su solidez y austeridad.
El castillo de Fuensaldaña, en Castilla la Vieja, ha dado el nombre a esa región.
El castillo, un conjunto de fortificaciones
Si se analizan las partes de un castillo se ve que, en suma, son un conjunto de fortificaciones. Por lo general, se edificaban en lugares altos, sobre colinas, promontorios rocosos, etc., para dominar así los alrededores. Al llegar desde la campiña se encontraba la primera fortificación, llamada barbacana, rodeada de una fila de estacas de madera sólidamente unidas. Luego estaba el foso, profundo y lleno de agua, que rodeaba las gruesas y altas murallas de piedra. En lo alto de la muralla estaba el camino de ronda por el que podían circular los soldados o la población sitiada, que desde allí arrojaba proyectiles resguardándose tras las almenas. También delante de las almenas había galerías con hendiduras, desde donde se podía arrojar piedras y agua o aceite hirviendo sobre los enemigos.
Para entrar en el castillo se atravesaba el foso por un puente levadizo, que estaba sostenido por cadenas y que se alzaba cuando quería interrumpirse la comunicación, cerrando así la entrada. Al pasar el puente se llegaba a la puerta, defendida por un rastrillo de hierro; bastaba dejar caer éste para impedir el paso. La entrada estaba flanqueada por dos torres con vigías y soldados. También había torres en los flancos provistas de víveres y armas como para resistir si caían otras partes del castillo.
Tras franquear la entrada se llegaba al primer patio, rodeado de construcciones como graneros, bodega, capilla, cocina, caballerizas, corrales, etc. En los grandes castillos, este patio se convertía en un pequeño pueblo cuando se refugiaban los campesinos con sus enseres y animales en caso de guerra.
Luego se pasaba al edificio principal o torreón, que, a veces, estaba circundado por un foso. En el torreón o torre de homenaje vivían el señor y su familia. Allí tenían sus habitaciones y una amplia sala donde se celebraban festines y reuniones. En los subterráneos se hallaban las prisiones, oscuras y húmedas, y en la parte más alta del torreón estaba el atalaya, desde donde se vigilaban los alrededores. El interior era rústico y el mobiliario muy simple.
Gráfico donde se han señalado las partes de un típico castillo medieval.
El castillo evoluciono desde sus comienzos rudimentarios hasta llegar a ser refinadas y elegantes construcciones, habitadas por la nobleza.
Detalle de una fortificación de los galos en la que las piedras han sido reforzadas con troncos y argamasa.
Castillos famosos
En la meseta española se construyeron en la Edad Media, especialmente durante la reconquista del territorio ocupado por los musulmanes, numerosos recintos fortificados que terminaron por denominar a toda la región y luego al reino con el nombre de Castilla. Entre ellos se destaca el Castillo de La Mota, en Valladolid, refugio de la reina Isabel la Católica. No menos famosos son el de Segovia, el de Frías, en Burgos, el de Arévalo, en Ávila, etc. El valle del río Loire, en Francia, es la región donde se conserva gran cantidad de castillos, y allí puede seguirse la evolución de los mismos. Los más antiguos son los de Chinon Angers; los más modernos, los de Chambord, Villandry, Azay-le-Rideau y Chenonceau. En Gran Bretaña es famoso el castillo de Windsor, residencia de la familia real; en Dinamarca, el de Kronborg, en Elsinore, inmortalizado por Shakespeare en su tragedia Hamlet. Y así podríamos citar otros castillos que aún se conservan como mudos testimonios de la época feudal, a la que dieron su marco característico. La invención de las armas de fuego mató a los castillos-fortaleza, pero dio origen a los castillos-palacio.
El castillo de Neuschwanstein, en Baviera, se construyó sobre esquemas medievales, pero con las comodidades del siglo XIX.
El Alcázar de Segovia, con sus techos cónicos, parece un castillo de los cuentos de hadas. Fue construido en el siglo XI por el rey Alfonso VI.
El castillo del Monte, en Italia, edificado sobre una colina, se caracteriza por su planta octogonal. Fue mandado a construir por Federico II, de Suabia, en 1240.
Castillo de Windsor, en Gran Bretaña, residenciade la familia real.
El castillo de Azay-le-Rideau, en el valle del río Loire, es uno de los más célebres de esta famosa región de castillos de Francia.