La boca es el primer órgano del aparato digestivo donde los alimentos experimentan las primeras modificaciones. Los dientes cortan, desgarran y trituran los alimentos, mezclándolos con la saliva segregada por las glándulas salivales. La lengua los amasa y, con sus músculos, presiona los alimentos molidos contra los dientes y el paladar transformándolos en una papilla o "bolo alimenticio". Mientras tanto la saliva empieza la transformación del almidón que contiene, por ejemplo, un trozo de pan, desdoblándolo en hidratos de carbono más simples.
El bolo alimenticio es entonces tragado y pasa por la faringe al esófago. El acto de tragar es aparentemente muy simple, pero en el mismo intervienen músculos, nervios, ligamentos, la laringe, la epiglotis, el velo del paladar, la lengua, los labios, los pulmones, el diafragma y, sobre todo, varios centros cerebrales que coordinan los movimientos semiautomáticos de la deglución. En suma: toda una central de comunicaciones muy eficiente.
La faringe es un canal músculo-membranoso situado a la altura del cuello, detrás de las fosas nasales y de la cavidad bucal. Por su polo inferior se comunica con la laringe. Por ella pasan el aire y los alimentos, para lo cual funciona un simple pero sorprendente juego valvular que permite dirigir el aire de la respiración a través de la laringe a los pulmones y la comida al esófago; cuando tragamos, la úvula (o campanilla) y el velo del paladar ascienden y tapan la parte posterior de la nariz, la lengua desciende en su base como un plano inclinado, y la epiglotis, que es una formación valvular cartilaginosa, cubre la entrada de la laringe quedando ampliamente comunicada con la boca con el esófago y ocluida la vía aérea; este mecanismo se invierte al respirar .
El bolo alimenticio llega al esófago, un tubo elástico de unos 30 cm de longitud, donde es empujado hacia el estómago por las fibras musculares del mismo. Los movimientos del esófago son tan perfectos, que se puede comer y beber aún estando cabeza abajo.
Las paredes musculares del esófago, del estómago y de los intestinos están dirigidas por un plexo nervioso, cuyas fibras se encuentran en la propia pared del tubo digestivo, y rigen su movimiento automático en ondas que tienden a hacer progresar los alimentos; son las llamadas ondas peristálticas.
Del esófago, los alimentos pasan al estómago, que es una bolsa muscular irrigada por numerosos vasos sanguíneos y con una capacidad aproximada de un litro. Está formado por tres capas: una cubierta externa rodeada por el peritoneo, una muscular media y una mucosa, en el interior. En la entrada existe una válvula, el cardias, y a la salida otra, el píloro, que se abren en determinadas condiciones para dejar penetrar o salir la masa alimenticia.
En el estómago se cumplen procesos mecánicos y químicos. Los alimentos son sometidos a movimientos enérgicos producidos por contracciones de la musculatura mientras son "atacados" por el jugo gástrico, que contiene principalmente ácido clorhídrico y pepsina, y actúa desintegrando las albúminas o proteínas. Como resultado de las transformaciones que sufren los alimentos, en el estómago se forma una sustancia llamada quimo. En la mucosa del estómago se hallan unos cinco millones de glándulas que segregan el jugo gástrico.
El aparato digestivo se compone de cuatro secciones de distinta reacción química. La boca y el esófago son alcalinos por la saliva; el estómago es ácido por su jugo; el intestino delgado es alcalino por sus secreciones, y el intestino grueso varia de acuerdo con los residuos alimentarios y bacilos que en él se encuentran. Esto es importante, pues las entradas y salidas del estómago se regulan por acción química. El píloro se abre cuando la digestión en el estómago ha neutralizado la acidez clorhídrica local, y lo hace cada diez segundos, dejando pasar al intestino sólo una pequeña porción de alimento por vez.
El intestino comprende dos secciones: el intestino delgado y el intestino grueso. En la primera parte del intestino delgado llamada duodeno, porque mide aproximadamente doce dedos, se encuentran dos conductos que vierten, desde el hígado, la bilis, y desde el páncreas, el jugo pancreático. Además, la pared intestinal contiene más de veinte millones de pequeñas glándulas que en un día producen de 3 a 4 litros de jugos. Estos jugos terminan con la desintegración de los alimentos. Los hidratos de carbono se convierten en glucosa, las albúminas en aminoácidos y las grasas en ácidos grasos. El quimo se transforma en una parte líquida o quilo y una parte sólida o desechos, que se expulsan del organismo como materia fecal.
La mucosa intestinal presenta una gran cantidad de pliegues y diminutas vellosidades, de más o menos 1 cm de longitud, que permiten ampliar enormemente su superficie digestiva y absorbente.
Los aminoácidos y azúcares son llevados a los vasos capilares sanguíneos y los ácidos grasos a los vasos linfáticos. Los dos primeros pasan al hígado, donde se acumula la glucosa en forma de glucógeno y se retienen sustancias tóxicas, y de allí ingresan al torrente sanguíneo, que reparte el alimento a todas las células del cuerpo humano.
En este gráfico puede apreciarse todos los órganos involucrados en el proceso de la digestión. |
El reloj de la digestión
La digestión es un largo proceso, y su duración depende de los alimentos. Algunos como el té, el huevo pasado por agua, etc., son livianos, y abandonan el estómago más rápidamente que los guisos o carnes grasas. Pero, en general, la digestión dura unas veinte horas, y los desechos son eliminados entre las 24 y 48 horas siguientes.
Veamos, por ejemplo, si empezamos el almuerzo a la una y comemos carne, verduras, pan, queso, etc., es decir, alimentos que contienen hidratos de carbono, proteínas, grasas, sales minerales y vitaminas.
A la 1 y 1 minuto, los alimentos masticados abandonan la boca y pasan al esófago, tardando unos 8 segundos para llegar al estómago.
En el estómago, los alimentos permanecen al rededor de 2 horas y media. De allí pasan al intestino delgado, donde permanecen unas siete horas. A continuación llegan al intestino grueso, donde el tiempo que permanecen es variable, pero no menor de 6 horas en su recorrido, y finalmente los residuos llegan al resto, donde se coleccionan para ser evacuados una o dos veces por día.
¿Cómo trabaja el páncreas?
El páncreas es una glándula situada entre la pared posterior del estómago y la columna vertebral. Segrega un jugo pancreático que contiene cuatro elementos indispensables para la digestión. Este jugo desdobla los hidratos de carbono, las proteínas y las grasas. Su actividad está regida por el sistema nervioso como las demás glándulas de la digestión. Cuando los alimentos impregnados de ácido clorhídrico llegan al píloro, esta parte del estómago segrega una sustancia que pasa a la sangre, y de allí al páncreas, "avisándole" que debe enviar su jugo. Y dos minutos después fluye el jugo pancreático al duodeno.
La alimentación y la longitud del intestino grueso
La longitud del intestino grueso depende del hábito alimentario de la especie. Los animales carnívoros tienen un trabajo digestivo menor que los animales herbívoros, que deben digerir la celulosa (porción dura de los vegetales). Su intestino es, por lo tanto, corto. En el gato, por ejemplo, tiene unas cinco veces la longitud del tronco. En los herbívoros, en cambio, es largo. En el conejo, por ejemplo, el intestino mide 16 veces su cuerpo. En el ser humano mide, aproximadamente, 1 metro y medio.
Movimientos peristálticos |
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