martes, 5 de mayo de 2020

El arte de los vitrales

La luz, filtrándose a través de los vitrales y tiñéndose en mágicas pinceladas, acentúa la atmósfera de paz y meditación de las catedrales medievales. Fabricar vitrales es un arte que exige duro trabajo, precisión y destreza, además de un refinado sentido estético para prever los efectos de luz sobre el vidrio coloreado. Curiosamente, en la segunda mitad de este siglo asistimos a una resurrección de este difícil y antiguo arte.

Maravilloso detalle de un vitral en la catedral de Notre-Dame, Paris.




La mayor gloria de Dios

El arte de los vitrales (o vidrieras de colores, ya que la palabra vitral está tomada del francés "vitrail", cuyo plural es "vitraux") floreció, junto con las magnificas catedrales, durante la Edad Media. En esa época el trabajo de los artistas y artesanos permanecía anónimo, y la comunidad entera colaboraba, con donaciones y con trabajo personal, para elevar templos consagrados "ad maiorem Dei gloriam" ("a la mayor gloria de Dios). Se sabe que las vidrieras eran ya empleadas por los romanos, y en el siglo VIII hay referencias a la habilidad de los vidrieristas franceses. Pero sólo en el siglo XI comenzaron a usarse en las ventanas, o en huecos en los muros, vidrios de colores ajustados entre sí por tiras de plomo. Los vitrales del siglo XII consisten en verdaderos mosaicos de vidrio translúcido, donde cada tonalidad corresponde a un trozo de vidrio coloreado, de distinto espesor, que permite efectos de sombreado. Los temas, en casi su totalidad, están inspirados en episodios del Antiguo y Nuevo Testamento, y en la vida de los Santos.

Boceto de la catedral de Notre-Dame de 1776





Cenizas y arena convertidas en maravilla

En un principio, el artista se limitaba a pintar con un pincel de pelo de tejón sobre el vidrio, que luego se calentaba en un horno para fijar los colores. Luego la técnica se refino para obtener distintas tonalidades de vidrio colorado. El monje Teófilo aconseja usar dos partes de helecho y cenizas de haya, mezcladas con arena, para obtener un vidrio de tinte verdoso. Calentándolo durante largo tiempo, este vidrio tomará un color purpúreo. El agregado de diversos óxidos al vidrio fundido permitirá obtener otras tonalidades: óxido de cobalto para el azul, óxido de manganeso para el verde, óxido de cobre para el rojo, etc. El vidrio se derretía en grandes recipientes de arcilla refractaria. La técnica consistía en recoger un poco de vidrio fundido en el extremo de una "caña de soplador" (tubo hueco de hierro) y soplar por el otro extremo hasta obtener, según el procedimiento, un tubo o una esfera, que luego es aplanado. Este panel es más ancho en el centro, y su tono varía en los bordes. Así conseguían sus magníficos reflejos los vidrieristas de los siglos XII y XIII.

Monje Téofilo Presbítero, que era seudónimo
de Rogerus von Helmarshausen. 




¿Cómo se fabrica un vitral?

Hacer un vitral es una tarea nada fácil, en la que colaboran generalmente un artista, autor del diseño general, y un artesano, pero los resultados son maravillosos, que justifican el esfuerzo. Además de vidrios de colores, se utilizan a veces vidrios incoloros pintados en una o en ambas superficies. El dibujo general de la obra se realiza sobre un cartón, en el que se perfila una especie de mapa que determina las distintas partes y los tonos a utilizarse. De acuerdo con estas medidas se cortan los trozos provisionales, el artista traza sobre el vidrio líneas y colores suplementarios, que son fijados calentando en el horno los trozos de vidrio. Por último se realiza el "emplomado", es decir el ensamblado definitivo de las piezas con flejes de plomo. Esta era la técnica que empleaban los vidrieristas del siglo XIII y que, con algunas mejoras, aún emplean actualmente muchos artistas.

1 - Separando el vidrio fundido con ayuda de la "caña de soplador"
2 - El interior del horno en el momento de separar una parte del material
3 - Trabajo del vidrio mediante el soplado
4 - Selección y corte de los trozos de vidrio
5 - El artista da los últimos toques a un vitral
6 - "La Virgen y el Niño", por Jean Barillet (1960)





A través de los siglos

La edad de oro de los vitrales correspondió al reinado de Luis IX en Francia (siglo XIII), especialmente en la llamada escuela francesa de Chartres. En siglo XIV, el uso del amarillo de plata formó una delgada película sobre el vidrio, lográndose nuevos efectos. También se uso la grisalla, pinturas en gris o negro de figuras geométricas y flores sobre vidrio transparente. En el siglo XV sigue empalideciendo el colorido y predomina el blanco; en el siglo siguiente, el uso de la pintura al esmalte sobre los vidrios les restan brillo y transparencia. Los vitrales van perdiendo cada vez más originalidad, y con el correr de los años se convirtieron en mera pintura sobre vidrio, muy distantes de aquellos hermosos mosaicos en los que el plomo de sostén, lejos de disimularse, era parte armónica del conjunto.

Luis IX de Francia. Pintura de El Greco, óleo sobre lienzo,
1592-1595. Louvre, Paris.





El revivir de un viejo arte

Durante el curso de la historia, los vitrales han sido esencialmente un elemento de decoración religiosa. Hay, sin embargo, algunos sobre temas profanos en palacios, teatros y edificios públicos, la mayoría del siglo pasado y del actual. La influencia del arte contemporáneo y de la pintura no figurativa ha inspirado nuevos diseños, y en este siglo muchos creadores, como Auguste Labouret y Pierre Chaudiere, reviven la brillantez de las vidrieras medievales. Las mayores innovaciones consisten en la utilización de bloques de vidrio en lugar láminas, y en sustituir el plomo por el cemento. Junto a los creadores de nuevas concepciones en el arte de los vitrales, están los que amorosamente tratan de salvar las obras de arte del pasado, restaurando los vitrales dañados por los bombardeos durante la guerra, para sus mágicos vidrios puedan seguir brindando al hombre un encantador espectáculo de luz y color.

Auguste Labouret






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