"Pega, pero escucha..."
Antes de iniciarse la batalla de Salamina -480 a. de C.-, discutían el jefe espartano Eurybíades y el general ateniense Temistocles acerca de la mejor estrategia que convenía emplear para vencer a los invasores persas. En cierto momento, enceguecido por el enojo, Eurybíades, levantó su bastón para pegarle a Temístocles, pero éste lo detuvo diciéndole: "Pega, pero escucha...". Calmados los ánimos del agresor, se llevaron adelante los planes de Temístocles, y el ejército griego logró triunfar en la famosa batalla. Y aquella frase sirvió, y sirve, para demostrar que es más conveniente escuchar que dar palos.
Temístocles |
"¿Acaso estoy yo sobre un lecho de rosas?"
Sucesor del emperador Moctezuma, Guatimozin fue el último monarca de la dinastía azteca y participó activamente en la defensa de su patria, siendo finalmente vencido y ajusticiado por las fuerzas de Hernán Cortés, en 1522. Para obligarle a revelar en qué lugar había escondido sus tesoros, colocaron a Guatimozin y a uno de sus ministros sobre carbones encendidos; entonces, al sentir los efectos de las quemaduras, el cortesano empezó a dar gritos, suplicando a su amo que revelase el secreto, pero Guatimozin le respondió con valentía: "¿Acaso estoy yo sobre un lecho de rosas?".
El suplicio de Cuauhtémoc (Guatimozin) |
"Estas son mis joyas..."
La menor de las hijas de Escipión el Africano se llamaba Cornelia. Vivió allá por el siglo II (a. de C.) y fue madre de Tiberio y Cayó Graco, a quienes educó con mucho esmero y los animó constantemente para luchar en defensa de sus compatriotas menos favorecidos por la fortuna. Cierto día, cuando una amiga suya -que hacía ostentación de valiosos collares, anillos y pulseras- le preguntó acerca de sus alhajas, Cornelia le contestó, mostrándole a sus hijos: "¡Estas son mis joyas y mis adornos!"
Cornelia con sus hijos Tiberio y Cayo |
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