miércoles, 29 de abril de 2015

Cuando una frase se hace célebre

"Pega, pero escucha..."

Antes de iniciarse la batalla de Salamina -480 a. de C.-, discutían el jefe espartano Eurybíades y el general ateniense Temistocles acerca de la mejor estrategia que convenía emplear para vencer a los invasores persas. En cierto momento, enceguecido por el enojo, Eurybíades, levantó su bastón para pegarle a Temístocles, pero éste lo detuvo diciéndole: "Pega, pero escucha...". Calmados los ánimos del agresor, se llevaron adelante los planes de Temístocles, y el ejército griego logró triunfar en la famosa batalla. Y aquella frase sirvió, y sirve, para demostrar que es más conveniente escuchar que dar palos.

Temístocles



"¿Acaso estoy yo sobre un lecho de rosas?"

Sucesor del emperador Moctezuma, Guatimozin fue el último monarca de la dinastía azteca y participó activamente en la defensa de su patria, siendo finalmente vencido y ajusticiado por las fuerzas de Hernán Cortés, en 1522. Para obligarle a revelar en qué lugar había escondido sus tesoros, colocaron a Guatimozin y a uno de sus ministros sobre carbones encendidos; entonces, al sentir los efectos de las quemaduras, el cortesano empezó a dar gritos, suplicando a su amo que revelase el secreto, pero Guatimozin le respondió con valentía: "¿Acaso estoy yo sobre un lecho de rosas?".


El suplicio de Cuauhtémoc (Guatimozin)




"Estas son mis joyas..."

La menor de las hijas de Escipión el Africano se llamaba Cornelia. Vivió allá por el siglo II (a. de C.) y fue madre de Tiberio y Cayó Graco, a quienes educó con mucho esmero y los animó constantemente para luchar en defensa de sus compatriotas menos favorecidos por la fortuna. Cierto día, cuando una amiga suya -que hacía ostentación de valiosos collares, anillos y pulseras- le preguntó acerca de sus alhajas, Cornelia le contestó, mostrándole a sus hijos: "¡Estas son mis joyas y mis adornos!"


Cornelia con  sus hijos Tiberio y Cayo

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