viernes, 25 de noviembre de 2016

Cuando una frase se hace célebre

"Por esos agujeros se ve tu soberbia"

Apenas cubierto por un manto viejo y muy raído, y llevando una mochila y el bastón de mendigo (símbolos de una filosofía que consistía en despreciar riquezas y placeres mundanos), el filósofo griego Antístenes recorría los lugares públicos de Atenas y con largos discursos invitaba a sus compatriotas a imitar su ejemplo. "Sólo seréis felices -repetía- cuando tengáis, como yo, nada más que un manto lleno de agujeros". Todo le fue más o menos bien, hasta que se encontró con Sócrates, quien, luego de escuchar su latiguillo, le dijo: "Tu manto tiene muchos agujeros, si... ¡pero por esos agujeros se ve tu soberbia! ".



Sócrates




"¡Más te valiera oler a ajos!" 

Frecuentaba la corte de Enrique IV, de Francia, el vizconde de Alambert, cuya máxima preocupación consistía en mostrar la riqueza de sus ropas, la elegancia de sus adornos y puntillas, la exquisitez de sus perfumes, el refinamiento de sus modales... ¡y todo frente a un rey que, durante sus veintiún años de gobierno, había luchado hasta lograr la paz con España y para reparar los daños de una larga guerra civil en su patria! Por eso, en una ocasión, cuando el amanerado vizconde hacía mayor gala de sus peinados y cosméticos, Enrique IV perdió la paciencia y le dijo: "Oye de Alambert: ¡más te valiera oler a ajos!".


Enrique IV de Francia



"Dejen, que se ocupen de mi perro"

Uno de los más aborrecibles tiranos que recuerda la historia fue el general ateniense Alcibíades, que gobernó en Grecia hace alrededor de 2300 años, y son abundantes las pruebas que dejo su crueldad, prepotencia, abuso de autoridad y desprecio por la vida de sus semejantes. Se cuenta que, en cierta ocasión, Alcibíades compró un hermoso perro, y apenas lo tuvo en su poder ordenó que le cortasen la cola, provocando con esa orden toda suerte de comentarios, charlas y murmuraciones en el pueblo. Y cuando algunos de sus compinches en el poder le interrogaron acerca de la insólita actitud, Alcibíades contestó: "Dejen que la gente se ocupe de mi perro, ¡Mientras tratan de averiguar por qué razón cometí la barbaridad de cortarle la cola, no averiguan otras barbaridades más graves que yo hago!".



Alcibíades




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