El escudo protector de la tierra
Sin duda, nos sorprendería mucho escuchar que los seres humanos estamos inmersos en una capa de aire como los peces en el fondo del mar. Y sin embargo es así: vivimos en una capa de aire de más de 1000 kilómetros de espesor sin la cual nada podría existir y la fisonomía de la Tierra sería completamente distinta. No habría una hierba, ni un árbol, ni un insecto, ni un ave, ni ningún animal, ni un ser humano. Tampoco habría nubes, ni lluvia, ni viento, ni cielo azul, ni amaneceres rosados, ni atardeceres rojizos. No se podría prender fuego, ya que para que se produzca la combustión son necesarios el oxígeno y el combustible. No existirían sonidos, ya que éstos se producen al vibrar las ondas sonoras que golpean el tímpano y el nervio auditivo.
Pero sobre todo, la atmósfera constituye un precioso envoltorio, un escudo que protege a nuestro planeta contra la violencia intolerable de los rayos solares, pues absorbe la mayor parte de las ondas nocivas de corta longitud.
Durante la noche, la atmósfera se comporta como los vidrios del techo de un gigantesco invernadero que aprisiona el calor del día, impidiendo que se pierda en el espacio. Si no existiera la atmósfera, la temperatura diurna máxima de la Tierra subiría, como la de la Luna, a más de 110° C y de noche descendería menos de 184° C bajo cero, con lo que la vida sería intolerable.
Por otra parte, si la Tierra emitiera menos calor del que recibe del Sol, la temperatura aumentaría en forma continua: sí, por el contrario, emitiera mayor cantidad de calor del que recibe se enfriaría. La atmósfera es la encargada de regular el equilibrio entre la radiación que llega y la que se refleja, manteniendo una temperatura media de 15° C.
La composición del aire
El aire es una mezcla de muchos gases, pero sus componentes principales son nitrógeno, 78%; oxígeno, 21 %; argón, 1% y, en pequeñísimas cantidades, neón, criptón, helio. El vapor de agua se encuentra en una proporción de 0.01 a 4 % y el anhídrido carbónico en una proporción variable de alrededor de 0,03 %. Pero en los últimos tiempos el hombre, al quemar enormes cantidades de petróleo, carbón y otros combustibles, ha alterado mucho esta proporción, ya que se calcula que en un siglo y medio el anhídrido carbónico aumentó en un 30%, con las graves consecuencias que esta contaminación del ambiente origina en la vida humana y en la de todos los seres vivos en general.
Composición del aire en la atmósfera. |
Las capas de la atmósfera
La atmósfera tiene una altura de unos 1000 kilómetros y en ellas se distinguen varias capas que, de abajo hacia arriba, son las siguientes: troposfera, que llega a los 10 ó 12 kilómetros y que es la habitada por el hombre. En ella se producen todos los fenómenos meteorológicos conocidos, vientos, lluvias, nubes, nieve, granizo, etc. La temperatura media a nivel terrestre es de 15°C, y desciende a unos 20°C en el límite de la estratosfera, que es la capa siguiente, extendida hasta los 25 kilómetros. En ella se encuentran dos capas delgadas que comprenden moléculas de gases que no se hallan en otras partes, como una capa de sulfatos que, se cree, intervienen en la formación de la lluvia y otra de ozono (oxígeno modificado), que absorbe los rayos mortales y hace posible la vida en la Tierra. Sigue luego la mesosfera, en la que se consume y disgregan casi todos los meteoritos. Esta capa, que llega hasta los 80 kilómetros, se continúa con la ionosfera, donde se producen las auroras polares y que se extiende hasta los 600 kilómetros. La última capa es la exosfera, en la que el aire se rarifica hasta desaparecer.
El conjunto contiene una enorme banda de radiación, la magnetosfera, que, como un gigantesco cinturón, se prolonga unos 65.000 kilómetros. Esta inmensa masa de aire ejerce un peso que se denomina presión atmosférica, que puede ser soportada pues se contrarresta con la presión de los órganos internos y la sangre.
Capas de la atmósfera. |
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