viernes, 27 de noviembre de 2015

De la vida misma

Inevitable colaboración 

En el año 493 a. de C., según cuenta la tradición romana, los soldados romanos plebeyos, descontentos con los gobernantes patricios, al regresar de una campaña militar victoriosa se negaron a volver a sus hogares y se instalaron en el monte Sacro. Los patricios necesitaban de los plebeyos para formar un ejército y hacer frente a los numerosos enemigos. El Senado comisionó a un influyente personaje llamado Menenio Agripa para que hablara con los plebeyos. Y él les contestó lo siguiente: "En cierta ocasión, los miembros del cuerpo humano, cansados de trabajar en beneficio del estómago, cuya holgazanería los irritaba, resolvieron cesar en su actividad para castigar con el hambre al que ellos consideraban ocioso. Pero muy pronto los miembros se sintieron agotados y comprendieron que la pereza del estómago era más aparente que real, pues si bien ellos eran quienes entregaban alimentos, el estómago se encargaba de asimilarlos, con lo que proporcionaba energía vital a todo el organismo. Plebeyos y patricios -concluyó Menenio Agripa, convenciendo a los rebeldes- son como los miembros y el estómago: dos partes de un mismo organismo, sin cuya mutua colaboración no podrían existir la salud ni la fuerza de Roma que será la dueña del mundo". 



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