miércoles, 21 de octubre de 2015

Velázquez

El Gran maestro de la pintura

Cuando lo bautizaron en Sevilla el 6 de junio de 1599, pocos días después de su nacimiento en la ciudad, su nombre fue: Diego Rodríguez de Silva y Velázquez. El prefirió firmar sus cuadros con el de Diego Velázquez, usando sólo el apellido materno. La posteridad eligió el suyo, y el gran pintor español, maestro de la pintura universal, es hoy conocido por el de Velázquez.
Su familia es de origen portugués, radicada hacía un tiempo en España. Debió criarse en un medio favorable a las inclinaciones artísticas, porque su deseo de ser pintor, manifestado a la temprana edad de diez años, no encontró oposición en el hogar. Al contrario, después de permanecer unos pocos meses en el taller del pintor Francisco Herrera, conocido por el Viejo, su propio padre firmó el contrato para que siguiera lecciones de pintura durante seis años con el maestro Francisco Pacheco. Velázquez fue tan buen alumno, que al cabo del plazo estipulado, en 1617, rindió felizmente el examen de ingreso al gremio de los pintores de Sevilla y obtuvo la licencia para ejercer la profesión en cualquier región "de los reinos y señoríos de su Majestad".
Hubo más todavía. Como solía ocurrir con maestro y discípulo, Velázquez intimó con la familia Pacheco y terminó casándose con la hija del matrimonio, Juana. Según algunos, Juana es la que aparece como Virgen en el cuadro "La adoración de los Magos". Sus rasgos son suaves y su gesto es apacible. Se muestra bien en el papel de María, pero no oculta a la joven esposa retratada.
El año de su casamiento, 1618, es también el de una de sus primeras obras llegadas a nosotros sin duda de atribución: "Vieja friendo huevos".
En 1619 y 1621 nacieron sus dos hijas, Francisca e Ignacia. Las niñas debieron criarse como él, en un taller de pintor, felices seguramente de jugar con colores. El temperamento de Velázquez, que era hombre tranquilo y reposado, permite suponer que así ocurriría. Lo cierto es que tomó a sus hijas de modelo, ya que, según se afirma, el Niño Dios de la citada "Adoración" no es otro que Francisca cuando tenía un año.


"La Adoración de los Magos" 1619
Museo Nacional del Prado, Madrid.


"Vieja friendo huevos" 1618
Galería Nacional de Escocia, Edimburgo.


Los primeros cuadros

Entre los primeros cuadros del artista figuran los retratos "El Padre Cristóbal Suárez de Ribera" y "La Madre Jerónima de la Fuente". Son dos buenas muestras que anticipan al notable retratista de reyer, príncipes, nobles y bufones.
En esas y otras obras se ve que Velázquez avanzaba en su pintura estudiando a los artistas de su tiempo. Perfeccionó las lecciones de su maestro con la observación atenta de lo que hacían los otros. Fue amigo del excelente pintor Zurbarán, muy respetado en su tiempo. Hizo suyas muchas experiencias ajenas, como las del Tintoretto, Caravaggio y El Greco.
Si se observan sus primeros cuadros se ve que el color es de tonos oscuros. También se aprecia que casi todas las figuras aparecen en primer plano. Avanzando en la obra, los tonos son de gran variedad, y los colores vivos. En cuanto a la implantación de las figuras, los segundos planos se encuentran enriquecidos y los cuadros llegan a atrevidas composiciones.


"Don Cristóbal Suárez de Ribera" 1620
Museo de Bellas Artes, Sevilla


"La Madre Jerónima de la Fuente" 1620
Museo del Prado, Madrid


Pintor del rey y cortesano

Seguro de su oficio de retratista, Velázquez viajó a Madrid en 1622 para obtener la gracia de que el rey Felipe IV posara para él. Pero el monarca se negó, y como tuvo que permanecer en la ciudad, pintó al poeta Luis de Góngora. La personalidad del autor de las "Soledades" fue captada con una sobriedad tal de color y de trazos, que la figura admira aún hoy quien la contemple.
Pero la idea de hacer carrera en la corte no abandonó al pintor. Volvió al año siguiente y, mediante la intervención del conde de Olivares, don Gaspar de Guzmán, pudo retratar al rey y al príncipe de Gales, que casualmente se hallaba de visita en Madrid. Fueron dos éxitos decisivos. Felipe IV lo nombró pintor de cámara y se instaló definitivamente en la ciudad con su familia.
Por concurso gano dos años después el cargo de ujier de cámara. Iba, pues, escalando por méritos y por la habilidad de cortesano, que demostró los importantes cargos de la corte. En esta situación se lanzó a componer cuadros ambiciosos, como "Los borrachos", donde se atrevió a presentar burlescamente al Dios del vino, Baco. Fue entonces, en 1627, cuando Rubens, el gran pintor flamenco, llegó a Madrid. Parece que Velázquez le mostró la pintura sin terminar y que a Rubens le bastó con lo visto para darle su aprobación.


Retrato de Luis de Góngora, famoso poeta español
1622
Museum of Fine Arts, Boston.


Felipe IV 1623-1624
Meadows Museum, Dallas (Texas)


"El triunfo de Baco" o "Los borrachos" 1628-1629
Museo Nacional del Prado, Madrid.


El viaje a Italia

Por ese entonces el viaje a Italia era algo que no podía faltar en la carrera de un pintor. Velázquez visitó dos veces ese país, y fue Felipe IV, nuevamente, su benefactor.
En 1629, el monarca lo autorizó a embarcarse para "mejorar en su profesión", según reza el permiso (trajo de vuelta el cuadro "La túnica de José", donde se advierte algo de la experiencia vivida), y en 1648 lo incorporó a la embajada que viajó a Trento a recibir a la archiduquesa María de Austria, su prometida (pintó en Roma el admirable retrato del Papa Inocencio X).


"La túnica de José" 1630
Monasterio de El Escorial, San Lorenzo de El Escorial.


María de Austria, Reina de Hungría 1630
Museo del Prado, Madrid


Retrato del Papa Inocencio X 1650
Galería Doria-Pamphilli, Roma.
Se dice que éste, al verlo, exclamó sumamente
complacido: "Demasiado verdadero".


"Las Lanzas"

El año 1635, entre uno y otro viaje, es una fecha importantísima para Velázquez pintor. Da por terminado su excepcional lienzo "La rendición de Breda", conocido también por "Las Lanzas", por el predominio de estas armas.
Magnifica pintura, obra de un artista maduro, hoy se ha podido comprobar, mediante los rayos X, aplicados a la tela, que el pintor cambió la posición de los personajes centrales y la ubicación del soberbio caballo para mejorar el efecto dentro del cuadro. Velázquez no improvisaba. Por el contrario: reflexionaba mucho ante sus obras.


"La rendición de Breda" (Las Lanzas) 1634-1635
Museo del Prado, Madrid.


Las Meninas

Una serie de retratos, entre los que sobresalen los ecuestres y los de las infantas, tan característicos de su arte, precedió a la más famosa de sus creaciones: "Las Meninas".
El artista compuso su escena con un recurso que sorprende: pintó dentro del cuadro un espejo que refleja la pintura en ejecución, sobre el caballete, creando una sensación de profundidad que parece trasladar al que observa en el centro mismo de la tela. El único autorretrato de Velázquez , considerados por los entendidos como indudable (aunque se señalen otros), es el que aparece en la parte izquierda del lienzo.
El extraordinario artista murió el 6 de agosto de 1660. Lo enterraron con los honores debidos al pintor que era, a su rango en la corte y a su título recién adquirido: Caballero de la Orden de Santiago. Su viuda le sobrevivió una semana. En el taller que fue su permanente lugar de trabajo quedaron muchas obras de incalculable valor, y en su casa, una de las más completas biblioteca de su tiempo en España.


"Las Meninas" 1655-1657
Museo Nacional del Prado, Madrid.


Otras obras

Príncipe Baltasar Carlos a caballo. 1634-1635
Museo del Prado, Madrid.


Príncipe Baltasar Carlos cazador. 1635-1636
Museo del Prado, Madrid.


"El aguador de Sevilla", 1623
Aspley House, Museo Wellington, Londres.


"La fragua de Vulcano", 1630
Museo Nacional del Prado, Madrid.


"La Infanta Margarita en azul", 1659
Kunsthistorisches Museum, Viena.


"El bufón don Sebastián de Morra", 1645
Museo Nacional del Prado, Madrid.


Esopo, 1639-1641
Museo Nacional del Prado, Madrid.


Conde-Duque de Olivares ecuestre, 1634
Museo Nacional del Prado, Madrid.


domingo, 11 de octubre de 2015

De la vida misma

Amigos y genios 

Aquella tarde, un pálido joven, pobremente vestido, pidió hablar con el dueño del más importante salón musical y principal editor de ese entonces: el señor Pleyel. Era Chopin, que había abandonado su tierra natal, Polonia, para ir a buscar su glorioso destino. Luego de esperar largo rato, pasó por fin al despacho del importante caballero. En la precipitación por entrar, Frédéric Chopin olvidó sobre uno de los pianos que adornaban la antesala una carpeta con sus obras inéditas.
El señor Pleyel escuchó al conocido joven con cierta reserva, y luego de una charla relativamente breve le dio a entender que en su salón solamente tocaban los artistas renombrados. Chopin, visiblemente amargado, se disponía a retirarse cuando de pronto oyó que alguien tocaba una de sus partituras .
-¡Es mi música!- exclamó.
Él y Pleyel salieron del despacho y fue grande la sorpresa de ambos al ver al mismísimo Franz Liszt, en ese entonces el más famoso y genial de los pianistas , ejecutando una de las polonesas de Chopin.
-¿De quién es esta música maravillosa?- dijo Liszt, mientras seguía tocando .
-¡Mía, señor!- respondió, emocionado, Chopin.
y sentándose a otro piano, continuó tocando junto con Liszt. Así nació la amistad de ambos. La puerta de la fama se había abierto para Chopin. Poco después sus obras fueron editadas y comenzó a dar conciertos en el importante salón.
"Los grandes hombres no saben de mezquindades", dijo alguien al ver cómo Liszt ayudó a su desconocido pero talentoso amigo.


Franz Liszt 1811-1886



Frédéric Chopin 1810-1839

martes, 6 de octubre de 2015

Cuando una frase se hace célebre

"Comer para vivir, no vivir para comer"

La referencia más antigua respecto de esta frase se remonta al filósofo Sócrates, quien la habría pronunciado, (recuérdese que Sócrates no dejo escrito alguno) hace más de 2300 años. Esto indica que nos viene de muy lejos el pecado de la gula. El consejo se repite en una de "Las Siete Partidas", de Alfonso el Sabio: "Segund dixeron los sabios, el comer fue puesto para vivir, y no el vivir para el comer". También Moliére -años más tarde, por supuesto- recomienda en "El avaro": "Hay que comer para vivir, y no vivir para comer". Como vemos, el hombre sabe muy bien qué normas debe respetar en la mesa.





"El sol será testigo del triunfo de nuestras armas"

En los llanos de Maipú, los dos ejércitos estaban listos para iniciar la lucha: las tropas libertadoras del general don José de San Martín y las del general realista don Manuel Osorio. Y fue en aquel amanecer del día 5 de abril de 1818 cuando el general San Martín arengó a los suyos, diciéndoles: "El sol que asoma en la cumbre de los Andes será testigo del triunfo de nuestras armas".
Palabras más que proféticas, pues con el logro de aquella victoria quedó asegurada la independencia de Chile, y se abrió camino a la independencia del Perú.





"¡Qué artista pierde el mundo!"

Después de ordenar la persecución de los cristianos y el incendio de Roma, y de eliminar a su madre Agripina, a su hermanastro Británico, a sus esposas Octavia y Popea y a su preceptor Séneca, el emperador Dominico Claudio Nerón -quien se llamó así mismo "El cómico coronado"- se hizo dar muerte por un soldado y exclamó antes de morir "¡Qué artista pierde el mundo!". Todas esas barbaridades y algunas más las realizó en solo 31 años de su vida (37-68), y tal vez sea eso lo único que pueda elogiársele: que haya vivido poco.





"El Estado soy yo"

El 13 de abril de 1655, Luis XIV llegó al Parlamento francés con traje de montar y látigo en mano, atuendo que mereció palabras de censura del presidente del Parlamento, quien consideró disminuido el respeto debido al Estado, pero el rey le contestó con suficiencia: "El Estado soy yo". La frase pinta con claridad el carácter absolutista y despótico del monarca, pero no sería justo ocultar que durante su reinado -considerado como el Siglo de Oro de Francia- se destacaron hombres como Corneille, Racine, Moliére, La Bruyére, Boileau, Fenelón, Perrault, La Fontaine, y otros.



El té

Una planta y una costumbre heredadas de Oriente

Entre las leyendas que se cuentan en Oriente sobre el origen del té, una de las más difundidas es la del príncipe hindú Darma, que llegó a China en el 511 a. de C. Según el relato, el joven príncipe era bondadoso y celoso en la práctica de su religión. Se retiraba frecuentemente a la montaña a hacer penitencia. Un día, habiéndose entregado a la oración, se quedo dormido, vencido por el cansancio. Se despertó y, juzgando culpables a sus propios parpados por haberse cerrado durante el sueño, se los arrancó. De cada uno de ellos -dice la leyenda- brotó una plantita de té. El príncipe preparó una infusión, que lo reconfortó, y enseño luego a muchos discípulos a prepararla. Lo cierto en la aparición del té como bebida es que resulta imposible precisar ninguna fecha, y por eso recurrimos a la leyenda.
Se sabe que 2700 años a. de C., un escritor chino, cuyo nombre se ha perdido, nombraba la infusión, citándola como una práctica. También se recuerda un poema de Confucio, muy posterior a aquella fecha, del año 500 a. de C., donde se habla del té. Pero es el cronista chino Yo Lu, que vivió durante la última época de la dinastía Tang (618-906), quien da los datos más precisos en cuanto a la antigüedad del té. Asegura que se bebía ya en el siglo VI, y que en el siglo VII se extendió tanto la costumbre, que hubo que aplicarle un fuerte impuesto.
Marco Polo, curioso (y minucioso) cronista del Oriente, no lo nombra en sus célebres viajes. Tampoco hubo noticias de su existencia en Europa durante la larga Edad Media. Se cree que un mercader persa, en 1550, introdujo el uso del té en Venecia. A partir de esa fecha, poco más o menos, en el continente europeo empieza a hablarse de la bebida, primero como medicina (la Herba Schak o Cha, de las farmacias) y luego como infusión. 
El té se convirtió en la bebida popular inglesa sólo hacia 1600, con las grandes importaciones del producto desde Oriente. La costumbre de tomar té a las cinco de la tarde, el five o'clock tea, es hoy un hábito inglés muy arraigado, que se confunde con el pueblo mismo.




Origen de la palabra y procedencia 

La palabra té proviene del chino tscha, que se pronuncia en algunos lugares de ese país. Con ella se designa el arbusto originario del Extremo Oriente, a su hoja (seca, enrollada y tostada ligeramente), con la que se hace la infusión, y a la infusión misma.
El té se bebe hoy universalmente por sus cualidades estimulantes, acción estomacal y propiedades alimenticias.


Casa de té del Pabellón de Plata, Kioto. Para el chanoyu (Arte del Té)
 hay que poseer una pequeña casa llamada sukiya.



La planta del té

Es un arbusto erguido, muy ramoso, a veces arborescente, por lo menos de 1 a 2 metros de alto, de hojas esparcidas, siempre verdes, lanceoladas, de 2 a 12 centímetros de largo (alcanzan hasta 5 de ancho), con flores axilares, aisladas o en grupos del tamaño de las del cerezo.
Crece silvestre y se desarrolla en terrenos poco fértiles, con algo de abono. Se lo cultiva por semillas, en sitios soleados, secos, que puedan ser regados. La cosecha de la hoja se hace a partir del tercer año y hasta el séptimo, oportunidad en que la planta es extirpada. El té recién cosechado no tiene aroma.


Los tés verde y negro

En el comercio se distinguen dos clases de té: el verde y el negro. El primero se obtiene calentando en una especie de sartén las hojas frescas y el segundo dejándolas un tiempo en montones hasta lograr una especie de fermentación.
Según de las hojas de que esté compuesto, el verde puede llamarse hyson o skin hyson. En el primer caso se trata de las primeras hojas del arbusto, más las yemas foliares, y el segundo, de todas las hojas que se hayan desechado para obtener el hyson. Dentro de la variedad se encuentra la llamada curiosamente pólvora, a la que se ha agregado aroma de olivo silvestre.
En cuanto al té negro, se tiene en cuenta la edad de las hojas: las más jóvenes son las que dan el mejor té. Entre estos tés se citan como óptimos el pekoe y el souchong.


Parte utilizable del arbusto del té,
con la indicación de su valor comercial.


Métodos de elaboración

Los métodos corrientes de elaboración, que han servido de modelo para la industrialización del té en el mundo entero, fueron inventados por los chinos, o al menos probados por ellos como eficaces.
Las hojas son sometidas a una calefacción con vapor (se las pone sobre cañizos de bambú, sobre calderas de vapor, de una a dos horas), a una primera tostación (se las quema ligeramente en recipientes de hierro, sobre fuego de leña, de cuatro a cinco minutos), a un enrollado (operación que se hace a mano, sobre mesas de bambú), a una segunda tostación, a un cribado (utilizando tamices de diversos tamaños y máquinas aventadoras, para quitarles el polvo) y a un teñido (agregado de colorantes, como azul de Prusia).
De este modo se habra obtenido el té verde, que es el de importación más solicitado en el Oriente. Para obtener el negro, la operación incluye los siguientes pasos: desecación, batido y fermentación, primera tostación, enrollado, exposición al aire libre, segunda tostación, nueva desecación, y enrollado, clasificación y última desecación.
También se obtiene para la importación, especialmente en Rusia, el llamado té en pan, consistente en un bloque con forma de ladrillo (razón por la cual se le da el nombre de té ladrillo), logrado mediante la agregación a las hojas, ya preparadas, de papilla de arroz.


Chanoyu




La ceremonia del té, conocida con el nombre de chanoyu, en Japón, comprende el acto de servir y beber el matcha o té verde en polvo. El chanoyu ha desempeñado un importante papel en la vida artística del pueblo japonés, ya que la ceremonia tiene un gran contenido estético y se extiende al cuarto donde se desarrolla, a los utensilios para servir el té, a la decoración del ambiente por medio de un kakemono, pintura o escritura sobre un rollo alargado, o con un ikebana o arreglo floral. La ceremonia común del té dura unas 4 horas y consta de cuatro partes: la primera, en la que se sirve una comida ligera; la segunda, el nakadichi; la tercera, goza-iri, parte principal de la ceremonia en la que se sirve té fuerte, y la cuarta, el servicio de usucha o té liviano.


Antigua tetera de plata fabricada en China hacia el año 1680.
Sus seis paneles están decorados con animales y escenas
rústicas orientales.

sábado, 3 de octubre de 2015

¿Por qué el perro defiende nuestro hogar?

Que confianza nos inspira nuestro fiel amigo, el perro, que con su abnegada conducta cuida nuestra casa contra la penetración de extraños, ya sea con ladridos o gruñidos y aún con el ataque al intruso.
Creemos habitualmente que esta valiente y útil actitud es el fruto de su elevada inteligencia y de su cariño y reconocimiento hacia nuestros solícitos cuidados. Sin embargo, no es así. Los estudios sistemáticos de la conducta de los animales han permitido comprobar que todos ellos, inclusive nuestro perro, tienen una conducta determinada por leyes de comportamiento muy estrictas, casi como una muy perfeccionada computadora.
Todos los actos de la vida de un animal están adecuadamente planeados para permitir su subsistencia como especie.


Fuente

Necesidad de un lugar donde vivir

La mayor parte de los animales vive, se desarrolla, se aparea, reproduce y muere dentro de un territorio determinado, donde encuentra el sustento para su actividad vital. Este "territorio" está constituido por su guarida y una extensión de terreno, mayor o menor, según sea de hábito solitario o gregario (vida en comunidad) y según halle en él una pobre o gran concentración de alimentos, respectivamente. También la extensión de territorio depende de la capacidad del animal para mantenerlo bajo su dominio.
El dominio del territorio se da tanto en los animales terrestres como en las aves y en los animales acuáticos y nos explica, por ejemplo, las tan frecuentes peleas a que asistimos entre los gorriones en las ramas de un árbol y aun en el aire, o el paradójico hecho de que cerca del nido de un gavilán vivan otros pájaros sin ser molestados, pues el "coto de caza" del gavilán está en otro lugar.

Marcación del territorio

¿Cómo conoce cada animal el "propio territorio"? Desde 1949, Hedigen ha estudiado este interesante fenómeno y pudo apreciar que, en muchos casos, la demarcación de un territorio, posesión de una pareja o de una colonia de animales, se efectuaba por lo que llamó "medios químicos". Entre los mamíferos, el método más frecuente es la emisión de orina: el animal va orinando en todos los mojones que le sirven para orientarse, en las periferias de su territorio. Así ocurre entre los perros, los lobos, los leones; otros mamíferos poseen glándulas que segregan sustancias olorosas que les permiten marcar apropiadamente su dominio: el oso, el ciervo, el conejo y los llamados animales almizcleros (por el olor particular que despiden).


Cómo se comporta el perro guardián?

Los perros también tienen necesidad de territorio. Instalados en el hogar, adoptan los límites del mismo: algunos, al estar sueltos y tener acceso a la calle, pueden extender este reducido hábitat. Lo demarcan con sus orinas en todos los puntos límites del mismo; de allí el hábito frecuente de olfatear antes de orinar y lo hacen, casi siempre, en los mismos sitios (por lo general, árboles y paredes).
Cuando alguien desconocido pretende entrar en el hogar, el perro comienza a ladrar para advertirle que invade "su" territorio, ya ocupado por seres que él ya reconoce por el olfato. Si el intruso no hace caso de esta advertencia acústica, el perro gruñe, eriza su lomo y muestra los dientes, cumpliendo con la advertencia visual. Pero si, desoyéndolo, penetra "nuestro hogar", que es en realidad el territorio del perro, éste ataca.


El peligro de los perros sueltos

Vimos que si tiene acceso a la calle, puede extender su pretensión territorial sobre las veredas y baldíos linderos a la casa, y allí existen dos riesgos:que la frecuente invasión por perros de la vecindad y callejeros, sin hogar, provoque peligrosas peleas; y la posibilidad que contraiga la rabia por mordeduras. Pero también es de considerable peligro para los vecinos o inocentes transeúntes que penetran en el "dominio" extrahogareño del perro y pueden ser inútilmente atacados y mordidos por éste; pero, entiéndase bien, sin que signifique "maldad" o "agresividad" del animal, sino solamente el desconocimiento de sus rígidos mecanismos de conducta.