miércoles, 9 de marzo de 2016

El jabón y el cepillo de dientes:

Dos auténticos caballeros de la higiene 

Ya desde la antigüedad, estos dos nobles amigos de la salud del hombre vienen brindando sus inestimables servicios, simbolizados en una espuma abundante y aromatizada, indispensable en la diaria higiene corporal y que tanto bien hace al espíritu, ya que podríamos agregar a la célebre frase "Mente sana en un cuerpo sano..." que también ese cuerpo se encuentre siempre fresco y limpio.



Sus antepasados 

Tanto el jabón como el cepillo de dientes han tenido curiosos antepasados, llegando a través de transformaciones a su forma actual.
El jabón. Ya Homero nos habla, en sus relatos, de la importancia fundamental que los griegos les daban a sus cuidados corporales. Los finísimos ungüentos con los cuales frotaban sus cuerpos se fabricaban con la emulsión de sustancias resinosas, que ellos obtenían de tajos que practicaban en ciertas clases de árboles. Por el contrario, los aceites aromáticos se extraían de las semillas. Los más conocidos de estos productos, y que inclusive se utilizaban en medicina, eran la mirra, el jengibre, el laurel y el incienso. En realidad, la variedad de jabones que disponemos hoy en día no es otra cosa que una derivación de esos productos conocidos desde hace más de dos mil años.
Los precursores de nuestro jabón líquido fueron los aceites balsámicos y los ungüentos, preparados con finas esencias aromáticas. Los romanos hicieron del aseo corporal un verdadero rito, y así las termas o baños públicos eran verdaderos palacios donde predominaban el lujo y el esplendor, y contaban con piscinas, salas de masajes y gimnasia, etcétera.


Termas romanas de Caldes de Montbui
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Los primeros fabricantes 

Según la historia, fueron los fenicios los primeros en lograr un jabón sólido, Plinio, el joven, un estudioso de las costumbres de aquellos tiempos, aseguró que los romanos también conocían el arte de fabricar jabones, y tal es así que en las ruinas de Pompeya se encontró una pequeña fábrica de jabón.
En los escritos de Ateneo (193 después de J.C.) se encontró por primera vez la palabra sapón (jabón). Y fue en Savona, pequeña ciudad italiana cerca de Génova, donde se manufacturaron en forma continuada y con cierta importancia comercial-industrial. Luego, este predominio pasó a la ciudad de Venecia, donde para evitar la penetración de jabones extranjeros fue obligatorio imprimir la marca en los jabones o, si se trataba de una producción de carácter particular, el nombre de la persona.


El jabón de Alepo es uno de los jabones más antiguos
que se conocen y proviene de Siria.
Fuente 

El cepillo de dientes

Los verdaderos creadores del cepillo de dientes fueron los asirios, quienes siguiendo un método primitivo se frotaban los dientes... con el dedo.
Pero fueron los egipcios quienes, casi al mismo tiempo que los mesopotámicos, usaron por primera vez un rudimentario cepillo. Se trataba de una rama de lentisco, cuyo extremo era previamente deshilachado para formar así un rústico pincel. Sobre su extremo colocaban un dentífrico compuesto con apio y otras sustancias, friccionándose luego con energía. Debido a la gran cantidad de lentisco, sumamente abundante, el cepillo era utilizado una sola vez.
Fueron los musulmanes quienes mostraron mayor adelanto, inventando su propio cepillo de dientes: el miswak. Era también una rama de árbol, pero que previamente había sido macerada durante 24 horas en agua aromatizada, lo que permitía deshilachar fácilmente el extremo, que era mucho más suave que el anterior y de agradable aroma y sabor.
En el año 1500, los chinos fabricaron el cepillo tal como lo conocemos en la actualidad, con mango y cerdas.



Fuente

Costumbres curiosas

Según crónicas de la época, en la Edad Media sólo los más refinados acostumbraban frotarse los dientes con un trozo de tela. Narra el sabio holandés Erasmo de Rotterdam, en una de sus obras: "... y cuando se está invitado a casa de personas que se las conoce poco, hay que evitar usar el mantel para la higiene bucal".
En 1870, el Gran Diccionario Universal del siglo XIX menciona todo tipo de cepillos, pero ni siquiera cita al cepillo de dientes, ya que la prudencia aconsejaba en aquellos tiempos evitar... ciertas innovaciones.
Inglaterra fue el primer país en adoptarlo y, al industrializar su fabricación, lo fue imponiendo en varios países, hasta que se difundió por todo el mundo, que ve en estos cordiales "caballeros de la higiene" a dos auténticos e inseparables amigos del hombre.


La importancia del cuidado corporal data desde tiempo inmemorial,
ya que en las antiguas civilizaciones, varias especies aromáticas de
esmerada elaboración fueron las precursoras de nuestro actual Jabón.


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