Un escritor del futuro
Se escapó de su casa cuando tenía once años. Quería llegar a las Indias y consiguió hacerse pasar por grumete. Pero su padre impidió la fuga a poco de zarpar el barco. Cuando consiguió traerlo de vuelta el niño le explicó:
-Papá, sólo quería buscarle un collar de corales a Carolina.
El padre comprendió. A una viva fantasía, el hijo unía un tierno sentimiento. Carolina era una prima, una chica de su edad. No dejó de reprenderlo por el susto que le había dado, y entonces oyó esta respuesta:
-Te lo prometo papá, no viajaré más que en sueños...
El niño se llamaba Julio Verne y había nacido en Nantes, ciudad francesa sobre el rió Loire, el 8 de febrero de 1828. Con su hermano Pablo estudió en un internado, pero tal vez fueron las primeras lecciones que comenzó a darle la viuda de un capitán, amiga de su casa, cuando sólo tenia seis años, las que lo impulsaron a aquella frustrada aventura. Al enseñarle a dibujar las letras y a sumar, la mujer le hablaba de viajes, recordando a su difunto esposo.
Dramaturgo en París
Hijo obediente, Julio ingresó al liceo de Nantes. Ya bachiller, comenzó a estudiar Derecho porque en el hogar se lo destinaba a suceder a su padre, que era notario. Pero el sentimiento por Carolina no lo abandonaba y así nacieron sus primeras obras literarias unos sonetos y una tragedia en verso. De los sonetos nada sabemos, pero de la tragedia sí. No se la quisieron representar ni en un teatro de marionetas y su familia la ignoró, olvidando hasta el título.
Y en 1847, cuando tenía diecinueve años, Carolina se casó. El se sintió muy triste. Siguió estudiando, pero también escribiendo. Se dio cuenta de que lo atraía el teatro, y el teatro era París. Sin pensarlo más, convenció al padre para que lo dejara terminar sus estudios en la capital. Al emprender el viaje, escribió a un amigo: "¡Ahora verán todos de que madera está hecho este joven que se llama Julio Verne!".
En París compartió un cuarto con otro estudiante, nantés como él y hasta de su misma estatura. Los dos recibían una pensión muy escasa y se las arreglaban como podían. Les gustaba frecuentar, especialmente, los estrenos de teatro. Mientras uno se quedaba en la cama, el otro salía con el único traje que tenían. Una vez, Julio tuvo que ayunar tres días para comprar las obras de teatro de Shakespeare.
En esas andanzas, el futuro novelista conoció a Alejandro Dumas y asistió, en 1849, en el Teatro Histórico fundado por el gran escritor, a una representación de "La juventud de los mosqueteros". Fue el propio Dumas quien hizo que subiera a escena una de las tres obras que el principiante se atrevió a mostrarle.
Sin embargo, Julio no olvidaba el Derecho. Dio exámenes y presentó su tesis. El padre, entonces, lo invito a volver a Nantes para ejercer la profesión, pero él le contestó que no, que su carrera sería la de las letras.
Debió dar lecciones para vivir y abandonó el teatro para componer dos obras breves, en las que asomaba ya el futuro narrador. Tiempo después escribió el largo relato "Martín Paz", de tema histórico, que reveló de paso sus conocimientos geográficos.
Pero el teatro estaba siempre presente -y seguiría estándolo-, y volvió a él componiendo esta vez una opereta, en colaboración con un amigo, la que obtuvo bastante éxito.
Viajes reales e imaginarios
Otros nuevos relatos siguieron a la feliz representación, hasta que en 1857 se casó con Honorina Ana Hebe Morel, viuda de veintiséis años, madre de dos niñitas. Gracias a las relaciones de su suegro y a un aporte de su hermano, Julio entró en la Bolsa de París como asociado de un agente de cambios. La ocupación le permitió leer gran cantidad de obras y viajar a Inglaterra y Escocia (1859), y a Noruega y Escandinavia (1861).
El año 1862 marca el de la verdadera iniciación de su carrera literaria. En esa fecha presenta al editor Hetzel el manuscrito de "Cinco semanas en globo". La obra aparece en diciembre y se convierte en un gran éxito, no sólo en Francia sino en otros países. Ante ello, el editor le pide que colabore en forma regular en la nueva, "Revista de Educación y de Recreación". En la publicación aparecieron sucesivamente, en 1864, "Aventuras del capitán Hatteras" y "Viaje al centro de la Tierra".
Y como la demanda era muy grande, en el "Diario de los Debates" apareció al año siguiente "De la Tierra a la Luna", que en el original tiene este subtitulo: "Trayecto en noventa y siete horas y veinte minutos". El mundo de los viajes imaginarios (él los llamo "extraordinarios") había nacido.
El mundo de Julio Verne
Hay un mundo de Julio Verne, un mundo fraternal, abierto a la imaginación, pero también poderosamente real, con personajes inolvidables como el capitán Nemo, de "Veinte mil leguas de viaje submarino", aparecida en 1870, a continuación de su conocida novela "Los hijos del capitán Grant"; como Phileas Fogg, el flemático explotador inglés que, en compañía de su sirviente el noble e ingenioso Passepartout, da "La vuelta al mundo en ochenta días" (1873), y como Miguel Strogoff, el capitán de correos del zar, que da nombre a otra emocionante creación de la novela de aventuras.
A esta altura de su fama, el escritor viajaba en la realidad; y precisamente la obra "Veinte mil leguas de viaje submarino", ya citada, fue escrita a bordo del transatlántico que lo conducía a Estados Unidos en 1867. También poseía un yate, al que bautizó con el nombre de "San Miguel" en las tres versiones que tuvo y con el que recorrió el Loire y visitó muchos lugares.
Extrañamente, siendo ya hombre consagrado y habiéndose convertido él mismo en personaje, fue víctima de un atentado. El hecho ocurrió en 1886, cuando un joven exaltado le disparó un pistoletazo que lo hirió en una pierna dejándolo rengo.
Escribió, a lo largo de su fecunda vida de creador, ochenta novelas e hizo representar al rededor de quince obras de teatro, compuestas por él o en colaboración. Puede decirse que fue un hombre de su tiempo, curioso de los descubrimientos de la ciencia, acerca de las cuales se informó detalladamente y a los que describió en sus novelas con mucho de visionario. Anticipó, por ejemplo , la construcción del submarino (el "Nautilus" de "Veinte mil leguas..." precedió en diez años al submarino del ingeniero Laubeuf) y el primer satélite artificial en "Los quinientos millones de la Begum", otra de sus novelas.
También "inventó" aparatos como el anfibio-corredor-volador de "El amo del mundo" o el de "El castillo de los Cárpatos", que proyecta imágenes como la maquina del cine. Pero no hay que confundir a Julio Verne con un ingeniero de nuestro tiempo. El fue un poeta de la novela científica del siglo XIX.
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El cohete ideado por Julio Verne en 1860, un siglo antes de que se realizara el viaje a la Luna en 1969. Verne era un novelista pero tenía sólidos conocimientos científicos. |