miércoles, 2 de diciembre de 2015

De la vida misma

Saludo inusual


Al Smith, gobernador del estado de Nueva York en los Estados Unidos de América, fue un hombre de origen humilde que debió trabajar muy duramente para poder triunfar en la vida. La calle fue muchas veces su maestra y en ella conoció a seres desdichados a quienes la pobreza, la falta de educación y la carencia de un verdadero hogar los empujaban hacia la delincuencia.
Por eso, una vez en el gobierno se preocupó por el tratamiento que se daba a los encarcelados: quería que los establecimientos de reclusión sirvieran para rehabilitarlos y devolverlos a la sociedad convertidos en buenos ciudadanos.
Durante una visita a una cárcel, el encargado de la misma le pidió que dijera algunas palabras a los presos. Al Smith comenzó su alocución diciendo: "Mis queridos conciudadanos", pero inmediatamente recordó que los presos pierden la ciudadanía durante el lapso de su condena, por lo que enseguida acotó: "Bueno, yo estoy muy apenado de verlos aquí en este día. Espero poder saludarlos pronto con gran alegría fuera de este lugar". Fue un saludo poco común.


Al Smith

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