martes, 22 de marzo de 2022

La germinación de la semilla

 De pronto ocurre el milagro. De un grano seco y aparentemente sin vida empiezan a salir pequeñas hojitas y raicillas que, al ir creciendo, darán origen a una nueva planta. Este milagro es la germinación de la semilla, maravilloso proceso que asegura no sólo la vida de las plantas sino la de todos los seres vivos que habitan la Tierra.





El origen de la semilla

La naturaleza a tomado sus previsiones para el mantenimiento de la vida vegetal y encargó a las semillas la tarea de perpetuar la especie. Una planta puede secarse, pero deja muchas semillas que son capaces de formar nuevas plantas aun después de mucho tiempo.
Las semillas se originan en las flores después de la fecundación de los óvulos (elementos femeninos) por los granos de polen (elementos masculinos). Su tamaño y forma son muy variados, y pueden ser pequeñísimas y livianas, como en las orquídeas, o grandes como un coco.




Cantidad de semillas viajeras

El gran número de semillas por cada planta es un factor primordial que asegura la vida de los vegetales. El maíz produce unas mil semillas, pero se han llegado a contar 200.000 semillas, como ocurre en la planta de biznaga. Otro de los factores que aseguran la supervivencia es la determinación o dispersión, que las aleje del lugar de origen. ¿Por qué es necesario que esto ocurra? Pues para evitar que las semillas se acumulen al pie de la planta y crezcan, en el mismo sitio, numerosas plantas que terminarían por ahogarse. 
Toda la naturaleza colabora con la dispersión de las semillas. Algunas son llevadas por el viento, como las de los cardos, los famosos "panaderos", que están provistos de su propio aparato de vuelo consistente en pelos que, como rayos, parten de su centro.
El agua de los ríos, arroyos y mares también colabora en la dispersión de las semillas. Las que son transportadas de esta manera presentan, por lo general, una cubierta resistente que les permite permanecer en el agua y tejidos esponjosos llenos de aire que les sirve para flotar. En el coco se observa una cubierta resistente, una parte media gruesa y fibrosa, con espacios llenos de aire, y una parte interna muy dura que envuelve a la semilla comestible.
Otras semillas, como las del abrojo, presentan gran número de espinas dobladas como ganchos que se adhieren a los pelos, lanas, etc., de los animales, que así las transportan hacía otros lugares. Hay semillas pequeñas que son ingeridas por las aves y que son dejadas en tierra con los excrementos. Y no falta la planta que, como el pepinillo del diablo, tiene frutos que se abren con fuerza y expulsan las semillas a grandes distancias.





¿Cómo es una semilla?

La naturaleza sabe que la parte fundamental de la semilla es el embrión, y entonces lo protege con el tegumento, que, a veces, es doble, es decir, con una capa externa llamada testa y una interna, más blanda, llamada tegmen. Ciertas semillas, como las del trigo, maíz, durazno, quedan encerradas en el fruto o partes de éste, lo que aumenta su protección. 
Dentro del tegumento está el embrión, que es una planta en miniatura. En él se distinguen la radícula. que dará origen a la raíz; la gémula o yémula, de la que nacerán el tallo y las hojas, y el talluelo, que une la radícula y la gémula. Junto al embrión se insertan uno o dos cotiledones, especies de hojitas cuya misión es la de nutrir al embrión en la primera fase de desarrollo.
Y otra vez se observa la previsión de la naturaleza cuando advertimos que las sustancias de reserva que rodean al embrión son las que la planta ha elaborado en su vida y que acumuló en la semilla para brindarle alimento seguro durante la germinación y sus primeros días de vida.

1. En el esquema A se ven el poroto desprovisto de su tegumento o piel,
los cotiledones y el embrión. El esquema B muestra el poroto abierto por 
la mitad, lo que permite observar el tallito, la radícula, la gémula y el
talluelo del embrión y el cotiledón.
2. A través del orificio micrópilo, la semilla absorbe el agua y empieza
a hincharse.
3. La radícula siempre se dirige hacia abajo
4. Del eje principal de la raíz nacen raicillas secundarias.





El despertar de un largo sueño

Desde que se separan de la planta madre, las semillas "duermen" hasta que sus condiciones internas, animadas por diversos factores externos, las "despiertan", llamándolas a vivir. Las semillas conservan durante largo tiempo su vitalidad y su poder germinativo, es decir, tienen vida "latente". Para que conserven esa vida interior, los tegumentos protegen al embrión y a las reservas alimenticias como si fueran corazas. La vida latente es más larga en las semillas en cuyas reservas predomina el almidón, como el trigo o el maíz , que en las que contienen aceite, como el lino o el girasol.
¿Qué es necesario para que una semilla germine, es decir, para que pase de la vida latente a la vida activa? Lo fundamental es que el embrión conserve su poder germinativo y que las reservas mantengan su valor nutritivo. A esto hay que añadir la acción del agua, del aire y de la temperatura. El agua penetra en la semilla haciéndole perder su dureza; entonces los tejidos se ablandan, las reservas alimenticias se hacen solubles y pueden ser utilizadas por el embrión. El oxígeno del aire es también un elemento indispensable en la germinación y las semillas lo necesitan en gran cantidad; por eso no se las debe sembrar muy profundamente. Las plantas acuáticas toman el oxígeno del agua en que viven.
La temperatura es el estímulo necesario para hacer entrar en actividad a la semilla. Cada especie tiene una temperatura mínima, máxima y óptima para germinar. Así por ejemplo, la del trigo es de 5°C como mínimo, y de 37°C como máximo, pero la temperatura mejor es de 28°C.

Para que una semilla germine se requieren condiciones 
internas (es decir, que el embrión conserve su poder 
germinativo y que existan reservas alimenticias) y
externas (es decir, que haya humedad y oxígeno suficientes
y temperatura adecuada).




Así nace una planta

Para observar el maravilloso proceso que da origen a una planta puede preparase este sencillo germinador: en un vaso de vidrio se coloca un papel secante humedecido, algodón mojado y unos porotos y se lo mantienen en un lugar caldeado. Conviene dejar los porotos sumergidos en agua durante toda una noche antes de colocarlos en un germinador. Primero, la semilla se hincha y absorbe el agua a través del tegumento y de un orificio llamado micrópilo. A los 3 días, el tegumento se rompe y sale la radícula dirigiéndose hacia abajo. Alos 6 días, a raíz presenta raicillas secundarias. La raíz principal continua dirigiéndose hacia abajo y permanece de color blanco. A los 9 días, de a gémula se ha desarrollado el tallo, que, al recibir la luz solar, toma color verde. El tallo crece llevando consigo los dos cotiledones. Después de 12 días ya han aparecido las primeras hojas, el tallo comienza a enderezarse y los cotiledones se van secando, pues han cedido gradualmente las sustancias nutritivas que la planta necesitaba. Después caen, pues su misión a concluido. A los 15 días ya tenemos a planta de poroto formada y dispuesta a dar flores, frutos y semillas que cumplirán, a su tiempo, el eterno ciclo que asegura su vida.





miércoles, 10 de febrero de 2021

Ludwig van Beethoven

El hombre que venció al destino


Quién, alguna vez, no sintió despertar en el pecho una límpida y profunda alegría al oír el coro final de la "Novena Sinfonía"?
¿Quién alguna vez no vibró de emoción al escuchar la "Quinta Sinfonía", o las apasionadas sonatas para piano, o la ternura de la bella y simple "Para Elisa"?
¿Cuál es el secreto de la música de este hombre colosal que grita y acaricia, que ríe y que desgarra, que implora y golpea; de esa música que ha vencido al tiempo y que, día a día, se agiganta como un permanente mensaje de amor, de fe?
La vida misma de Beethoven nos lo explicará, una vida que no fue otra cosa que la lucha sin cuartel de un hombre contra su terrible destino.

Ludwig van Beethoven, 1803
Pintura de Christian Horneman






Nacimiento e infancia del genio

Ludwig van Beethoven nació el 16 de diciembre de 1770 en Bonn, Alemania, en una pequeña y humilde buhardilla. Su padre era un cantor mediocre, y su madre una mujer sensible y dulce que, para solventar los gastos del hogar, estaba empleada de criada.
Desde pequeño, Beethoven mostró grandes condiciones para la música. Su padre, que ya por entonces se había dado a la bebida, vio en el una oportunidad de salir de la miseria, y a los cuatro años, prácticamente lo encerró obligándolo a estudiar piano y violín en jornadas tan agotadoras, que el niño estuvo a punto de llegar a odiar lo que sería su gran amor: la música.
A los once años, para ayudar a su madre, se empleó como músico en el teatro de Bonn. A los trece ya era un excelente organista. Desde la más tierna infancia, cuando los niños aprenden a reír, Beethoven ya había aprendido a luchar.

La casa natal de Beethoven, Bonn, Alemania





La gran amargura de su juventud

En 1787 muere su madre. Él escribe entonces, estas palabras: "Fue mi mejor amiga. ¿Quién más dichoso que yo cuando podía pronunciar el dulce nombre de mi madre y ella podía oírlo?".
Pero la muerte de la madre no sólo le trae apareado un gran dolor sino que lo pone al frente de su hogar en una situación desgarrante. Su padre vive dominado por la bebida, a tal punto que para evitar que malgaste el dinero de su jubilación, el gobierno decide pagársela al joven Ludwig. Su alma sensible, tímida, pura en el candor de sus diecisiete años soñadores sufre este latigazo de vergüenza que habrá de dejar una huella indeleble en su corazón. Beethoven asume la responsabilidad de educar y mantener a sus hermanos, Karl y Johann. Una vez más, la vida, su destino, tratan de vencerlo, pero no lo lograrán. Como por obra de quién sabe qué raro misterio, él siempre saca fuerzas de flaqueza, convierte el dolor en alegría, y vuelve a arremeter con toda la fuerza creadora de su desbordante talento.




Un extraño en la Viena Aristocrática 

Beethoven, que había pasado una breve temporada en Viena en 1787 (tan sólo unos pocos días), regresa a la ese entonces capital musical en el año 1792. Las cartas de recomendación que llevaba y, sobre todo, su extraordinario talento musical le abren las puertas de la aristocracia vienesa. En esa época, las familias nobles y todos los soberanos tenían sus orquestas particulares, y el movimiento musical era realmente extraordinario.
El príncipe Lichnowsky, al comprobar el talento del artista, lo acoge en su casa y se transforma en su primer protector oficial, dándole la posibilidad de escribir, crear, ensayar nuevas formas, sin ningún tipo de necesidad económica. Pero Beethoven, aunque toleraba esa vida, pues le era imprescindible para realizar su obra, jamás se amoldó a los refinados modales y al alto mundo de la aristocracia. Era natural, espontáneo, puro en su forma de expresarse o comportarse, y jamás calló nada que considerara justo decir. Cierta vez, en plena reunión y aun estimando a su mecenas, le dijo: "Príncipe, aquello que vos sois, los sois por nacimiento y por suerte; lo que yo soy, lo soy por mérito mío. ¡Príncipes han habido y los habrá por millares, pero Beethoven hay uno solo!". ¿Era orgullo o pedantería? No. Beethoven non tenía falsa modestia, y en su razonamiento espontáneo, claro y desprejuiciado valoraba las cosas tal como eran.
 
Instrumentos de cuerdas pertenecientes a Beethoven,
realizados por famosos fabricantes italianos:
Guarnerius de Cremone, Nikolaus Amati, Andreas 
Guarnerius y Vicenzo Ruger.





Comienza el drama



Tiene apenas 26 años cuando la sordera lo ataca con sus primeros y violentos síntomas. Un permanente zumbido lo enloquece y lo acorrala. Su carrera de concertista se trunca bruscamente. Por temor a que se den cuenta, se aparta de todos y de todo. Su actitud es incomprensible, y la aristocracia, que ha recibido de él duras estocadas, teje toda suerte de rumores: "Beethoven está loco", "Beethoven está terminado."
Pero dejemos que sea él mismo quien nos lo diga, en una parte de ese documento desgarrador que es el Testamento de Heiligenstadt y que redactó en 1802.
"Siendo por naturaleza de temperamento activo y apasionado, incluso aficionado a la vida de sociedad, hube de apartarme de los hombres desde muy pronto para hacer vida solitaria. Y cuando alguna vez he tratado de superar todo esto, cuán duramente me tropezaba con la triste y renovada experiencia de mi defecto. Y, sin embargo, no podía decir a los hombres: ¡Hablad más alto, gritad! ¡Soy sordo!"


Algunas de las cornetas acústicas con las cuales Beethoven
luchó contra la sordera. También vemos dos pares de lentes.





El león no se rinde

Beethoven es eso un noble león acorralado, que siente dentro de sí al mismo tiempo la grandeza de la obra que debe realizar y la incapacidad de hacerla. Pero acostumbrado a luchar desde su infancia, inventa fuerzas y sigue adelante. La sonata para piano llamada "Patética" la compuso bajo los incipientes efectos de la sordera. Sus primeros acordes parecen un grito ahogado de dolor e impotencia. Pero el león no se rinde, y al año siguiente escribe la "Primera Sinfonía", de una cristalina alegría. Es que Beethoven siempre tuvo presente en sus momentos más amargos el recuerdo de su querido y amigo río Rin, al que el llamaba "nuestro padre" (unser vater Rhein), y los días placenteros vividos en sus verdes praderas. De tanto observar y amar a la naturaleza, llegó a compenetrarse de su fuerza elemental, pura y salvaje, y ello le sirvió de guía y de sostén.
Y así alternando épocas de honda tristeza con resurgimientos de fe y esperanza, el genio sigue creando sus inmortales sonatas para piano, sus sinfonías, sus magistrales cuartetos para cuerda, sus conciertos para piano, etc.
Pero, ¿Cómo puede un músico sordo componer si no escucha? Así como un pintor se imagina un cuadro y puede casi verlo en su mente aun con los ojos cerrados, o un ingeniero concibe un puente y en su cerebro alcanza a vislumbrar cómo quedará una vez terminado, así Beethoven, que tenía en su cerebro el sonido de todas las notas y las sonoridades de cada instrumento, puedo escribir y componer música, gracias a su talento musical y los amplios conocimientos de armonía, contrapunto, fuga, orquestación, imprescindibles para abordar una tarea semejante.

Manuscrito de puño y letra del mismo Beethoven
de su Sonata para piano "Claro de Luna", quizás
una de sus obras más bellas y famosas.





Sus grandes y fracasados amores

Beethoven no pertenecía a la aristocracia, pero desarrolló en ella su talento, y allí se relacionó con hermosas mujeres que despertaron el más puro y noble amor en su alma sensible y ciertamente ingenua. Entre ellas conoció a Therese de Brunsvik, hermana del conde Franz, de quien él era amigo. En esa época feliz, donde el amor parecía sonreírle, escribió la inmortal sonata para piano llamada "Claro de Luna", "La Cuarta Sinfonía" y esbozó muchas de sus posteriores obras. Pero la diferencia social rompió este maravilloso ensueño, y Therese se casó con un noble. Beethoven volvió a quedar solo; una nueva y profunda amargura lo ha sacudido esta vez. Años más tarde, casi al final de su vida, seguiría llorando su perdido amor.
Bettina Brentano y Giulietta Giulietta Guicciardi también fueron amadas por el apasionado genio, amores que siempre le dieron, al final, nada más que fracasos.

Therese Brunsvik fue el gran amor de la vida de
Beethoven, pero la diferencia de clases
sociales terminó por separarlos.





El canto a la alegría 

A pesar de haber vivido una experiencia atormentada, enfermo, mil veces negado, Beethoven siente la necesidad de cantarle a la alegría elemental y diáfana que él encontró en los árboles y en los pájaros, en sus largos paseos bajo la lluvia, perdido en el bosque; esa alegría intima que lo mantuvo erguido. Para ello elige los versos del poeta alemán Schiller, de su "Oda a la Alegría", y decide incluirlos en su "Novena Sinfonía". Mucho tardó Beethoven en decidirse, debido a los inconvenientes que ello suponía, pero lo hizo.
El 7 de mayo de 1824, Viena escuchó por primera vez la colosal "Misa en Re" y la "Novena Sinfonía" o "Sinfonía oral". El éxito fue grandioso. Los concurrentes lloraron de la emoción, y la policía debió proteger a Beethoven, quién fue trasladado a casa de su amigo Schindler tras sufrir un desmayo. Allí permaneció aletargado, sin comer ni beber nada hasta el día siguiente. Pero ese triunfo no le reportó económicamente nada, y el final de su vida lo encontraba pobre, enfermo..., pero vencedor.





El final

El 18 de marzo de 1826 le escribe a Moscheles (uno de los grandes pianistas de esa época ): "Tengo sobre mi mesa una sinfonía completamente esbozada con una nueva obertura". Ese esbozo jamás fue encontrado. Beethoven que sufrió cuatro operaciones en poco tiempo demostró una serenidad y una bondad sin límites. Los últimos días lo encontraron en la más completa miseria; tal es así que, al fin de cubrir las necesidades primarias, solicitó a la Sociedad Filarmónica de Londres la organización de un concierto. La Sociedad le envió, a cuenta de ese concierto, 100 libras esterlinas. Beethoven recibió emocionado ese dinero y lloró de agradecimiento, pues no se sintió tan solo en el último instante. Murió el 26 de Marzo de 1827.




Nuestro homenaje 

Romaín Rolland, que admiró al genio y escribió su vida interpretando fielmente cada actitud y cada palabra, escribió algo que hoy recordamos como un eterno y emocionado homenaje a este gladiador colosal, que no sólo nos dejó su música sino también su ejemplo; "Pobre, enfermo y solitario, el dolor hecho hombre, a quien el mundo niega la alegría, crea la alegría por si mismo para donársela, al mundo. Y la forja con su propia miseria, como lo ha expresado el mismo en una frase que es el resumen de su vida y la divisa de toda su alma heroica: A la alegría por el dolor (durch Leiden Freude).











sábado, 6 de febrero de 2021

Refracción de la luz

¿Por qué el Sol y la Luna se ven más grandes cuando están en el horizonte?






Cuando el Sol o la Luna surgen sobre el horizonte, su tamaño parece mucho más grande que cuando los vemos en lo alto del cielo. ¿A qué se debe este curioso fenómeno, que desde épocas remotas llamó la atención a los investigadores? Pues a un hecho muy simple que se descubrió al revelarse el comportamiento de los rayos de luz al pasar de un medio a otro, o sea la refracción de la luz.
Por refracción de la luz se entiende la desviación que sufre un rayo de luz al pasar de un medio transparente a otro medio también transparente. En este caso, desde el vació hasta la atmósfera.
Cuando observamos el Sol sobre la línea del horizonte, lo que realmente vemos es la refracción de sus rayos porque, en realidad, el Sol aún está debajo. Los rayos que provienen del astro se desvían en la atmósfera.
Por el fenómeno de refracción vemos el Sol dos minutos antes de que aparezca en el horizonte y un minuto después que desaparece. Es decir, que tenemos 3 minutos diurnos de "yapa".
Por la misma causa no vemos a los planetas, a las estrellas y a los astros del firmamento en el lugar exacto en que se encuentran, salvo si están ubicados sobre nuestra cabeza, en línea recta a nuestro ojo.
El color rojo del Sol cuando está sobre el horizonte se debe a que atraviesa capas más densas de atmósfera, y el color se lo dan las impurezas de la atmósfera. Por eso, después de una lluvia (que asienta las impurezas del aire) vemos menos rojizo, más pálido, al Sol.



Diagrama de la refracción de la luz:
Cuando los rayos de la luz pasan oblicuamente del
vacío al aire, experimentan un cambio de dirección.
La dirección del rayo incidente está determinada 
por el ángulo de incidencia con la normal a la 
superficie de separación en el punto donde llega el
rayo. El rayo que se propaga por el segundo medio
(rayo refractado) y el ángulo que forma con la
normal se llama ángulo de refracción. El rayo 
incidente, el rayo refractado y la normal están 
contenidos en un mismo plano.






Ejemplo


jueves, 4 de febrero de 2021

Diógenes

El hombre que no quería que le quitaran el Sol

En la antigua Grecia, unos 400 años antes de Cristo, vivió Diógenes, un filósofo que quería enseñar a sus compatriotas los verdaderos valores de la vida: la nobleza, la humildad, la honestidad, la rectitud, la honradez, la franqueza, la austeridad, el valor de vencerse a si mismo y de no dejarse dominar por las pasiones. Combatía la mentira, la obsecuencia, el interés desmesurado por la riqueza, el lujo y el poder.

Alejandro y Diógenes
Pintura de Gaetano Gandolfi (1792)





Alejandro había dominado a Grecia y se preparaba para conquistar el imperio persa, el más grande imperio organizado hasta entonces. Los nobles y los jefes griegos, así como la mayoría de la población, se acercaban a él buscando dádivas o beneficios y no cesaban de aclamarlo. De pronto, Alejandro observó, extrañado, a un hombre vestido muy sencillamente que estaba sentado al lado de un tonel que le servía de vivienda y que permanecía indiferente al bullicio. ¿Por qué ese ciudadano no se le había acercado y no le había pedido nada? ¿Acaso no sabía que él era un rey todopoderoso que podía conceder toda clase de favores o privilegios? Alejandro, muy intrigado, se acercó a Diógenes y le dijo:
 -Y tú, ¿no quieres nada? Yo, Alejandro Magno, puedo darte lo que deseas. Sólo tienes que pedírmelo.
Diógenes alzó hacia el guerrero su mirada mansa, y tranquilamente respondió:
 -Sólo quiero que te apartes y no me quites el Sol.
Y cuenta la anécdota que el soberbio y omnipotente Alejandro, sorprendido por la humildad de Diógenes, comprendió la lección que encerraban tales palabras y tal actitud, y sólo pudo reflexionar:
 -Si yo no fuera Alejandro, quisiera ser Diógenes.
Supo en ese instante que hay hombres puros y nobles, capaces de vivir según las leyes simples de la naturaleza, alejados de las tentaciones y los halagos del poder, que conocen lo efímero de las glorias terrenales y a quienes es imposible doblegar con dádivas o lisonjas porque saben que todo lo material es pasajero y que sólo perdura la inmensa e inagotable riqueza del espíritu, única condición para que el hombre alcance dimensiones eternas.



Alejandro visita a Diógenes en Corinto
Gravado de 1696


miércoles, 3 de febrero de 2021

La paloma mensajera

Mucho más que su utilidad como medio de comunicación -empleado desde remotos tiempos-, la paloma mensajera, con su extraordinario sentido de la orientación, es un símbolo que ofrece la naturaleza de cómo sus criaturas están dotadas de maravillosas propiedades.





Esta agradable avecilla doméstica, representación de la bondad, la humanidad y la paz, es una variedad (Columba Livia) del género Columbae con 500 especies divididas en cuatro familias. Su ascendiente directo es la paloma zurita, habitante semisilvestre de la cuenca del Mediterráneo, el Asia Menor y Central y la China, donde vive en los acantilados marítimos, territorios montañosos y en viejas construcciones.
Se supone que la domesticación  de esta ave comenzó en el Asia Central y la India, hace muchos miles de años. Como animal sagrado y de adorno, fue apreciada entre los pueblos semítico-fenicios del Oriente Medio y el conocimiento de que volvía a su nido, si era soltada lejos de él, ya lo tenían los antiguos chinos, indios y egipcios. La primera mención escrita sobre ella consta en un jeroglífico egipcio del año 2600 a. de C.
El hombre fue cruzando distintas variedades para obtener aves de adorno, o de vuelo, o para la alimentación, y los primeros ejemplares de color blanco aparecieron en Grecia hacia el 478 a. de C. Ya en esos días era conocido y utilizado su instinto de volver al palomar, y con ese fin fue usada en Atenas. Los romanos la extendieron por todos sus dominios. Fueron empleadas por los árabes y los cruzados. A los países bajos llegaron con los navegantes holandeses hacia el siglo XVI, y allí se las llamó mensajeras persas o turcas.
Una variedad llamada carrier es la antecesora de la moderna mensajera y ya era común en Inglaterra, Holanda y Bélgica, donde surgieron muchos aficionados a su cría, hacia el año 1100 de nuestra era.
Las palomas mensajeras de la variedad zurita fueron traídas a
América por los marinos holandeses en el siglo XVI.





Cómo llega a América?

En el continente americano existían varias especies silvestres, como la difundida torcaza, pero no había la variedad zurita ni, por supuesto, las domésticas. Al llegar los holandeses y establecerse en las colonias de Norteamérica, traen sus bagajes de palomas. Nuevas corrientes de estos animales arriban en las bodegas de los barcos con los inmigrantes belgas, desde fines del siglo XVII.
Como ocurriera con los caballos y las vacas que trajeron los españoles al Río de la Plata, algunas escaparon y poblaron las tierras de América; la forma semisilvestre es la paloma criolla, que se la encuentra en las ciudades anidando en edificios y monumentos.





Caracteres físicos

Se trata de un ave de poco más de 30 cm de largo, con una figura esbelta de aproximadamente 20 cm de altura y una envergadura (distancia entre los extremos de las alas) de más de 50 cm; tiene cabeza alargada, pico cónico adornado con dos excrecencias carnosas de color blanquecino sobre los orificios de la nariz (carúnculas), que son más desarrolladas en la variedad mensajera. Sus ojos brillantes e inteligentes, ubicados a ambos lados de la cabeza, le permiten una visión casi circunferencial. El hermoso pecho es robusto y erguido, con plumas irisadas; alas prietas a los costados del cuerpo, cuyas remeras finales llegan a la punta de la colas; dos patas altas y nervudas sobre las que camina con andar gracioso; plumaje de colores variados en tonos gris plomo a negro azulado, o matices de gris rosado a rojo anaranjado, con o sin plumas blancas. Las palomas mensajeras vuelan con gran agilidad y en ocasiones alcanzan los 1000 metros de altura, generalmente reunidas en bandada que forman círculos sobre su palomar. Y pueden recorrer por día hasta unos ochocientos kilómetros.
Se alimenta de granos (trigo, maíz, arroz, lentejas, cáñamo) y raramente de insectos . Emite un arrullo, en especial el macho, que le sirve para reclamar y cortejar a la hembra. Ésta tiene posturas de 2 ó 3 huevecillos blancos, cuyo tamaño es la mitad del de la gallina, y dos nidadas por año (septiembre a octubre y marzo a abril). Los huevos son incubados indistintamente por el macho y la hembra, y ambos crían a sus polluelos regurgitando, dentro del pico es éstos, una papilla que se les forma en el buche con los alimentos deglutidos. Las parejas suelen ser permanentes.






El sentido misterioso

Lo distintivo de este delicado y hermoso animal es su instinto de orientación. Una vez adaptado a un palomar, si es llevado lejos del mismo, a pocos o muchos centenares de kilómetros, es capaz de regresar al ser dejado en libertad.
¿Cómo hace para encontrar su rumbo y reconocer su palomar?
Muchas teorías se han tejido a este respecto, y aún hoy no esta dicha la última palabra; sin embargo, podemos suponer con cierta precisión cómo ocurren los casos.
La paloma mensajera tiene muy desarrollado su reloj biológico acorde con la latitud en que se cría; generalizando un poco, podemos pensar que tiene todos sus ritmos vitales adaptados a la intensidad y duración de la luz, para cualquier época del año, en el lugar donde vive. 
Si es soltada más al norte de su palomar, encontrará que para la hora en que es liberada hay allí mucha luz y el Sol está más alto en el cielo; entonces, luego de varias amplias vueltas, tiende a volar en la dirección que la aleja del Sol. Por el contrario, si es soltada al sur de su palomar, para esa hora el Sol está más bajo en el horizonte y ella tiende a volar en dirección al Sol.
Si se la suelta hacia el oeste, será muy temprano para su reconocimiento automático de la hora y tenderá a volar hacia el este, en dirección al nacimiento del Sol, para compensar este desfasaje; procede a la inversa si se la suelta al este de su palomar.
Este instinto de orientación, basado en compensar el desplazamiento aparente del Sol, con respecto a la hora y al punto culminante en latitud, se llama menotaxia.
Pero esta facultad sólo le sirve para aproximarla al punto de origen, pues es incomprensible que sea capaz de corregir segundos de longitud o latitud. Para llegar a su palomar en el tramo final, utiliza otro sentido de orientación; reconocimiento previo de puntos fijos en varias direcciones al rededor del mismo (por ejemplo: edificios, árboles, descampados, etc.); en el centro de esas "balizas" está su punto de aterrizaje. Esta capacidad de orientación se llama farotaxia (por su semejanza con los sistemas de faros que utiliza el hombre en la navegación.


Las palomas mensajeras, de las que se conocen varias razas,
tienen gran resistencia. En un día pueden recorrer unos 800 km.




El gran enemigo


Claro que al ser soltada y encontrarse con cielo cubierto, se le plantean grandes problemas. Se ha podido observar que la menotaxia funciona normalmente aunque la paloma no vea el Sol directamente, bastándole sólo con tener de a ratos trozos despejados por donde pueda observar la intensidad de la luz y la dirección de los rayos solares. Además, si ya está orientada y se encuentra con cielo cubierto, puede aún por un rato seguir la dirección correcta continuando su linea de vuelo y aproximándose así hasta lugares más conocidos, que le permitan usar la farotaxia.
En el último de los casos, puede detenerse sobre lugares suburbanos o construcciones si hay amplios frentes de tormenta, y reanuda el vuelo al mejorar el tiempo; en estas condiciones se suelen perder numerosos ejemplares.

El sentido de orientación de las palomas es tan grande, 
que aun con el cielo cubierto pueden retornar a su base
si sólo alcanzan a distinguir algunos rayos de sol




El hombre aprovecha

Antes de la invención del papel, las palomas no podían ser utilizadas para enviar mensajes, pero igual se las empleó como señal de peligro o paz, según códigos convenidos, en la India, China, Egipto y países del Oriente las utilizaban para anunciar festividades, como las Olimpíadas, o en sus viajes por el mar Egeo y el Mediterráneo, y los romanos las usaban en muchas de sus legiones. Sirvieron de comunicación con el exterior en ciudades sitiadas (como en el sitio de Módena, en el año 44 a. de C., en el sitio de Paris, etcétera). Desde el siglo XVI, los ejércitos las utilizaron regularmente como medios de comunicación casi invulnerables, prácticamente hasta la última gran guerra mundial. Han servido en la paz para comunicar pueblos y villas, o entre parientes y amigos.


En un jeroglífico egipcio que data de unos 2.600 años
antes de Cristo se encuentra la primera mención escrita 
de la paloma mensajera, utilizada ya desde siglos anteriores.



La colombofilia

En Bélgica, a comienzos del siglo XIX, surgió una nueva aplicación de esta simpática ave: Las carreras de palomas. Sus criadores construyeron la primera sociedad llamada Colombófila en 1818. Estos criadores perfeccionaron las variedades antiguas por cruzas y selección, obteniendo animales con gran instinto de orientación y de vuelo cada vez más veloz.
En cada palomar se las hace volar en bandadas, por tiempo creciente, a la mañana y a la tarde, para aumentar su resistencia física. Después  el día sábado son llevadas a la sede de la sociedad, donde se les coloca un anillo de goma a cada una se la deposita en grandes canastas de poca altura, que tienen la particularidad de poder abrirse totalmente por la parte superior. Luego, son transportadas a los lugares de suelta y el domingo por la mañana se trata de soltar todas en el más corto tiempo posible. Cuando las palomas llegan a su palomar, el criador las toma, les quita el anillo de goma y lo deposita en un reloj especial, marcador de la hora, y son premiadas las aves que han llegado en primer término.
En todas partes del mundo de los aficionados, editan revistas de interés para el mejoramiento de la raza y proveen de los anillos que llevan un número, el año y una sigla para identificar a cada ejemplar y que se les colocan en las patitas (derecha) a los pichones entre la tercera y cuarta semana de vida.


En Grecia aparecieron las primeras palomas
blancas. Los atenienses las utilizaban para enviar
mensajes. Con ellas anunciaban la realización
de las Olimpiadas.




Los palomares

Suelen construirse de madera o ladrillos, deben mirar al Sol naciente, ser amplios, aireados, pero a la vez sin exceso de frío y abiertos en su frente y lados con rejas o alambres para que las palomas no puedan salir permanentemente, sino sólo cuando son sacadas para volar; tienen una entrada tipo trampa para que, una vez adentro, se las pueda tomar con facilidad. En la pared cubierta posterior, se cuelgan los nidales o cajoneras para que se posen, pues por el tipo de pata la paloma necesita apoyar en el suelo plano.
Se trata de una hermosa ave con un maravilloso sentido, que hace al deleite del ser humano y que le ha prestado reiterados servicios desde la más remota antigüedad.





Para que las palomas no puedan salir cuando
se les ocurra, sino cuando sus criadores quieran, 
las puertas de los palomares son de tipo trampa.







martes, 19 de mayo de 2020

Primer símbolo del trabajo: el arado

El arado, que remueve el suelo y lo prepara para ser cultivado, es un humilde y sencillo instrumento de trabajo que contribuyó de manera decisiva a la civilización de la humanidad. Cuando el hombre aprendió a cultivar el suelo debió establecerse en un lugar; es decir, se hizo sedentario. Así nacieron las primeras organizaciones sociales y políticas para lograr una mejor convivencia. El arado simboliza , pues, el trabajo fecundo y en paz que ennoblece a todos los seres humanos.

Sencillo arado que utilizaron los antiguos egipcios para labrar las tierra
fertilizadas por las crecidas del río Nilo.





Antes del arado

El hombre primitivo, al observar la naturaleza, veía crecer las plantas y dar frutos que le servían a él de alimento. Se le ocurrió entonces que podía cultivarlas, pero para ello necesitaba herramientas adecuadas que facilitaran el trabajo. La primer herramienta fue un palo puntiagudo para hacer hoyos en el suelo e introducir allí las semillas . Luego mejoró esta herramienta y con dos ramas curvadas creó la azada y el azadón. La primitiva agricultura que se practicó entre los años 8000 y 6000 antes de Cristo se llama, precisamente agricultura del azadón, pero ésta agotó los terrenos, pues los azadones de madera o de piedras o huesos sujetos a un mango que se utilizaban, apenas removían las capas superficiales.

Arado primitivo tipo bastón


Ilustración de un arado etíope





Nace el arado

La necesidad de recurrir a las capas más profundas de las tierras a cultivar o sementeras hizo que el agricultor primitivo aplicara a ese mismo azadón una fuerza que lo arrastrara, cosa de poder volcar la tierra y permitir la renovación del lecho donde habrían de germinar y nutrirse las semillas. El probable uso del primer arado tiene lugar por los años 6000 a.C., y fue un arado sumamente sencillo: azadón con cuerdas tiradas por hombres. Más de un milenio habría de pasar antes que nuestros primitivos ante pasados intentaran y consiguieran la domesticación del buey, y este magnifico hecho trajo apareada la evolución del azadón al arado propiamente dicho, ya que la obtención de la tracción animal permite arrastrar un peso mayor y clavado más profundamente en la tierra. La irrupción de la agricultura del arado en la economía de las primeras comunidades fue fundamental, ya que permitió el asentamiento de esas comunidades y originó los cultivos en tierras cercanas a los grandes ríos.

Antiguo arado egipcio


Tipo de arado usado en la antigua Mesopotamia (Irak y Siria)






El arado y las leyendas

Nadie sabe quién fue el "inventor" del arado, pero en muchos pueblos encontramos leyendas sobre sus orígenes. Los chinos, por ejemplo, sostenían que lo creó el emperador Ching-Noung, que vivió hacia el año 3200 a.C. Los griegos lo atribuyen a sus dioses del Olimpo, y son varios los que comparten el honor: Zeus, Dioniso o Deméter. Según la mitología romana, Minerva, Ceres, Júpiter y Baco fueron quienes lo trajeron a la Tierra. Para los egipcios, la invención del arado es atribuida a Osiris el dios de la agricultura y única divinidad a quien se representa manejando el arado.

Dioses asociados a la agricultura, de izquierda a derecha:
Griegos: Deméter, Zeus y Dionisos.
Egipcio: Osiris
Romanos: Ceres, Minerva, Júpiter y Baco. 







El arado y sus tradiciones

Las tradiciones referentes al arado recogen, con más precisión que sus leyendas, la importancia de su incorporación al mundo, y para muestra podemos decir que Ísaias, unos de los más grandes profetas hebreos, consejero del rey Ezequías (siglo VIII a.C.), dijo que algún día los hombres harían arados con el hierro de sus espadas, anticipándose a lo que habría de ocurrir mucho después. Fue transformándose casi en un instrumento sagrado en la antigüedad, y recibió las alabanzas de poetas como Virgilio y Hesíodo, quien lo describe minuciosamente en su obra "Los trabajos y los días".
Los romanos hacían uso de él como protagonista de una ceremonia litúrgica, cuando debían establecer el perímetro de las ciudades que fundaban. En esas ocasiones empleaban un arado ensamblado con clavijas (cuñas de madera), sin ningún clavo, y tirado por una yunta de bueyes en la que uno de los animales era de color rojo y el otro completamente blanco. 
Cincinato, célebre patriota romano, en el año 458 de la era cristiana fue llamado a ejercer las funciones de dictador para salvar a Roma de la invasión de los ecuos y fue provisto de las altas insignias de su cargo mientras estaba ocupado en el manejo del arado. Apenas consiguió derrotar al enemigo y afirmar el triunfo renunció a la magistratura y regresó a las labores del campo, donde continuaría empuñando las manceras d su arado con la misma firmeza con que había manejado la defensa de su patria.
En España siglos más tarde, sucedió un hecho parecido con el visigodo Wamba. Los emisarios de la Corte de Toledo fueron a comunicarle su elección como sucesor del rey Recesvinto, y la tradición cuenta que encontraron a un campesino que estaba arando su tierra y al que le preguntaron por la casa de Wamba. El campesino, que no era otro que el mismo Wamba, sin darse a conocer levantó el arado a pulso y señalo la casa, asombrando al grupo de emisarios, quienes se dirigieron hacia la construcción señalada, seguidos por el labrador  Enorme fue la sorpresa de los emisarios cuando el futuro rey se dio a conocer, pero también fue grande la satisfacción porque dedujeron que un hombree capaz de empuñar un arado de ese modo era el más indicado para gobernar el reino con brazo fuerte y seguro.

Rey Wamba





Evolución del arado

El arado que usaron los antiguos egipcios para labrar las tierras fertilizadas por las crecientes del Nilo era sencillo; para construirlo tuvieron en cuenta el modo cómo el jabalí introduce sus colmillos en el suelo para buscar las raíces. El perfeccionamiento de este arado tuvo una aceleración muy lenta, y su adaptación a las diferentes necesidades de los cultivos sufrió las modificaciones precisas y de acuerdo con sus fuentes impulsoras. Con la domesticación del buey y del caballo fueron surgiendo los cambios y modificando sus ángulos de roturación y de volcado de la tierra, pero la incorporación de una verdadera vertedera, o sea un agregado a modo de alerón para arrojar la tierra al lado, se debe a los holandeses y es invento relativamente reciente. En el siglo XVIII el arado sufrió sus grandes modificaciones con la utilización del hierro en su estructura, y ese tipo de arado dio origen a todas las variedades que existieron hasta que la incorporación del tractor, con gran poder de tiro, cambió el concepto de arado hasta llegar a la técnica de las maquinarias que admiramos en la actualidad.

Antiguo arado egipcio











El arado en tierras de américa

América tuvo la particularidad de no contar con los animales que pudieran ser usados como bestias de tiro. Los cuadrúpedos como la llama o la alpaca sólo fueron encargados de labores de carga, y si bien el arado existió en modos rudimentarios, tuvo que ser arrastrado por hombres. El arado americano, que aún se usa en algunos sitios estrechos (laderas de montañas) o para el rayado de surcos en algunas especies de cultivos, es el típicamente conocido "arado de palo". Es decir, es un tronco cuyo extremo ha sido endurecido mediante un parcial contacto con el fuego. Luego, cuando el uso de bueyes y caballos se generalizó, ese mismo arado incorporó una reja de hierro, copiada de los arados españoles, y que brinda mayor resistencia y utilidad práctica.

Implementos que usaban los aztecas para arar






El arado en la actualidad

La agricultura de nuestros días también ha incorporado los grandes adelantos de la técnica, y los primitivos arados han dado paso a gigantescas y eficientes herramientas que permiten que un solo hombre realice las labores que en otros tiempos requerían los brazos de 50 o tal vez más hombres. La misma técnica ha permitido que las superficies agrícolas aumentaran en una misma proporción, apareadas a un idéntico rendimiento de las cosechas. Los arados que arrastran los tractores roturan muchos surcos a la vez y son de rejas o de discos, y sus eficientes labores se complementan con labores rastras que permiten una mejor preparación de los terrenos de siembras. 
La edad del arado sostenido por las manos parece ir quedando definitivamente atrás, pero es indudable que el tiempo transcurrido precediendo los pasos del hombre en los surcos ha sido testigo de todo lo que ha aportado para el progreso de la humanidad.

Tractor moderno



Los arados actuales ya sean de rejas o de discos, abren entre cinco
y veinte surcos a la vez, permitiendo así, con un solo hombre,
multiplicar el esfuerzo de los antiguos arados de tiro. Al mismo
tiempo, su rendimiento es mucho mayor, pues desarrollan más
velocidad, y también se puede regular la profundidad de los surcos.











martes, 12 de mayo de 2020

El aparato digestivo: Una máquina que destruye para construir

En nuestro organismo existe un tubo ondulante y enroscado, con algunos ensanchamientos, que en el adulto mide unos 10 metros de longitud. Es el aparato digestivo, en el que se realiza la función vital de la digestión, o sea la transformación de los alimentos hasta convertirlos en sustancias simples que pueden ser asimiladas y nutrir al cuerpo. En ese tubo digestivo se distinguen los siguientes órganos: la boca, la faringe, el esófago, el estómago y los intestinos delgado y grueso. En cada uno de ellos se cumple parte del proceso químico de reducir, modificar las sustancias complejas de los alimentos. En conjunto, es una máquina transformadora que empieza a funcionar cuando el sistema nervioso llama la atención por medio del hambre, para indicar que han disminuido las reservas nutritivas.
La boca es el primer órgano del aparato digestivo donde los alimentos experimentan las primeras modificaciones. Los dientes cortan, desgarran y trituran los alimentos, mezclándolos con la saliva segregada por las glándulas salivales. La lengua los amasa y, con sus músculos, presiona los alimentos molidos contra los dientes y el paladar transformándolos en una papilla o "bolo alimenticio". Mientras tanto la saliva empieza la transformación del almidón que contiene, por ejemplo, un trozo de pan, desdoblándolo en hidratos de carbono más simples.
El bolo alimenticio es entonces tragado y pasa por la faringe al esófago. El acto de tragar es aparentemente muy simple, pero en el mismo intervienen músculos, nervios, ligamentos, la laringe, la epiglotis, el velo del paladar, la lengua, los labios, los pulmones, el diafragma y, sobre todo, varios centros cerebrales que coordinan los movimientos semiautomáticos de la deglución. En suma: toda una central de comunicaciones muy eficiente.
La faringe es un canal músculo-membranoso situado a la altura del cuello, detrás de las fosas nasales y de la cavidad bucal. Por su polo inferior se comunica con la laringe. Por ella pasan el aire y los alimentos, para lo cual funciona un simple pero sorprendente juego valvular que permite dirigir el aire de la respiración a través de la laringe a los pulmones y la comida al esófago; cuando tragamos, la úvula (o campanilla) y el velo del paladar ascienden y tapan la parte posterior de la nariz, la lengua desciende en su base como un plano inclinado, y la epiglotis, que es una formación valvular cartilaginosa, cubre la entrada de la laringe quedando ampliamente comunicada con la boca con el esófago y ocluida la vía aérea; este mecanismo se invierte al respirar .
El bolo alimenticio llega al esófago, un tubo elástico de unos 30 cm de longitud, donde es empujado hacia el estómago por las fibras musculares del mismo. Los movimientos del esófago son tan perfectos, que se puede comer y beber aún estando cabeza abajo.
Las paredes musculares del esófago, del estómago y de los intestinos están dirigidas por un plexo nervioso, cuyas fibras se encuentran en la propia pared del tubo digestivo, y rigen su movimiento automático en ondas que tienden a hacer progresar los alimentos; son las llamadas ondas peristálticas.
Del esófago, los alimentos pasan al estómago, que es una bolsa muscular irrigada por numerosos vasos sanguíneos y con una capacidad aproximada de un litro. Está formado por tres capas: una cubierta externa rodeada por el peritoneo, una muscular media y una mucosa, en el interior. En la entrada existe una válvula, el cardias, y a la salida otra, el píloro, que se abren en determinadas condiciones para dejar penetrar o salir la masa alimenticia.
En el estómago se cumplen procesos mecánicos y químicos. Los alimentos son sometidos a movimientos enérgicos producidos por contracciones de la musculatura mientras son "atacados" por el jugo gástrico, que contiene principalmente ácido clorhídrico y pepsina, y actúa desintegrando las albúminas o proteínas. Como resultado de las transformaciones que sufren los alimentos, en el estómago se forma una sustancia llamada quimo. En la mucosa del estómago se hallan unos cinco millones de glándulas que segregan el jugo gástrico.
El aparato digestivo se compone de cuatro secciones de distinta reacción química. La boca y el esófago son alcalinos por la saliva; el estómago es ácido por su jugo; el intestino delgado es alcalino por sus secreciones, y el intestino grueso varia de acuerdo con los residuos alimentarios y bacilos que en él se encuentran. Esto es importante, pues las entradas y salidas del estómago se regulan por acción química. El píloro se abre cuando la digestión en el estómago ha neutralizado la acidez clorhídrica local, y lo hace cada diez segundos, dejando pasar al intestino sólo una pequeña porción de alimento por  vez.
El intestino comprende dos secciones: el intestino delgado y el intestino grueso. En la primera parte del intestino delgado llamada duodeno, porque mide aproximadamente doce dedos, se encuentran dos conductos que vierten, desde el hígado, la bilis, y desde el páncreas, el jugo pancreático. Además, la pared intestinal contiene más de veinte millones de pequeñas glándulas que en un día producen de 3 a 4 litros de jugos. Estos jugos terminan con la desintegración de los alimentos. Los hidratos de carbono se convierten en glucosa, las albúminas en aminoácidos y las grasas en ácidos grasos. El quimo se transforma en una parte líquida o quilo y una parte sólida o desechos, que se expulsan del organismo como materia fecal.
La mucosa intestinal presenta una gran cantidad de pliegues y diminutas vellosidades, de más o menos 1 cm de longitud, que permiten ampliar enormemente su superficie digestiva y absorbente.
Los aminoácidos y azúcares son llevados a los vasos capilares sanguíneos y los ácidos grasos a los vasos linfáticos. Los dos primeros pasan al hígado, donde se acumula la glucosa en forma de glucógeno y se retienen sustancias tóxicas, y de allí ingresan al torrente sanguíneo, que reparte el alimento a todas las células del cuerpo humano.

En este gráfico puede apreciarse todos los órganos involucrados
en el proceso de la digestión.



Las glándulas salivales se encuentran en toda la mucosa de la boca, pero
las seis mayores, del tamaño de una cereza, se denominan parótidas (al
costado, cerca del lóbulo de la oreja), submaxilares (debajo del maxilar
inferior) y sublinguales (debajo de la lengua). Estas glándulas no trabajan
de modo mecánico, sino por influjo del sistema nervioso. Cuando "vemos"
algo rico o percibimos un olor a comida sabrosa, la "boca se hace agua"
porque las glándulas han comenzado a segregar saliva.






El reloj de la digestión

La digestión es un largo proceso, y su duración depende de los alimentos. Algunos como el té, el huevo pasado por agua, etc., son livianos, y abandonan el estómago más rápidamente que los guisos o carnes grasas. Pero, en general, la digestión dura unas veinte horas, y los desechos son eliminados entre las 24 y 48 horas siguientes.
Veamos, por ejemplo, si empezamos el almuerzo a la una y comemos carne, verduras, pan, queso, etc., es decir, alimentos que contienen hidratos de carbono, proteínas, grasas, sales minerales y vitaminas.
A la 1 y 1 minuto, los alimentos masticados abandonan la boca y pasan al esófago, tardando unos 8 segundos para llegar al estómago.
En el estómago, los alimentos permanecen al rededor de 2 horas y media. De allí pasan al intestino delgado, donde permanecen unas siete horas. A continuación llegan al intestino grueso, donde el tiempo que permanecen es variable, pero no menor de 6 horas en su recorrido, y finalmente los residuos llegan al resto, donde se coleccionan para ser evacuados una o dos veces por día.

Gráfico del reloj de la digestión. Este largo proceso dura de 22 a 24 horas.





¿Cómo trabaja el páncreas?

El páncreas es una glándula situada entre la pared posterior del estómago y la columna vertebral. Segrega un jugo pancreático que contiene cuatro elementos indispensables para la digestión. Este jugo desdobla los hidratos de carbono, las proteínas y las grasas. Su actividad está regida por el sistema nervioso como las demás glándulas de la digestión. Cuando los alimentos impregnados de ácido clorhídrico llegan al píloro, esta parte del estómago segrega una sustancia que pasa a la sangre, y de allí al páncreas, "avisándole" que debe enviar su jugo. Y dos minutos después fluye el jugo pancreático al duodeno.

Esquema que muestra la posición del páncreas, que vierte su jugo en el duodeno.




La alimentación y la longitud del intestino grueso

La longitud del intestino grueso depende del hábito alimentario de la especie. Los animales carnívoros tienen un trabajo digestivo menor que los animales herbívoros, que deben digerir la celulosa (porción dura de los vegetales). Su intestino es, por lo tanto, corto. En el gato, por ejemplo, tiene unas cinco veces la longitud del tronco. En los herbívoros, en cambio, es largo. En el conejo, por ejemplo, el intestino mide 16 veces su cuerpo. En el ser humano mide, aproximadamente, 1 metro y medio.

Comparación entre el intestino de un conejo y el de un hombre.



Movimientos peristálticos










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